Tema Clave
Tema Clave
Tema Clave
Tema Clave
Tema Clave
Tema Clave
Tema Clave
Tema Clave
Al menos 391 suizos estuvieron presos en los campos de concentración nazis, muchos de ellos suizos en el extranjero. Por primera vez, un libro de divulgación histórica escrito por tres periodistas arroja luz sobre la suerte que corrieron los prisioneros suizos en los campos de concentración.
El 10 de febrero de 1944, la joven madre Marcelle Giudici-Foks fue trasladada por la Gestapo al campo de concentración de Auschwitz. Al igual que ella, otros mil judíos y judías de la Francia ocupada fueron hacinados en vagones para ganado. Marcelle era profesora de baile de Royan, en la costa atlántica francesa; se había casado con el suizo en el extranjero Jean Giudici, obteniendo así la nacionalidad suiza. Los padres de Jean habían huido de la pobreza del Tesino para buscar un mejor futuro en Francia, como vendedores de gofres.
En 1942, cuando la situación se volvió peligrosa para los judíos franceses al comenzar las deportaciones masivas, Marcelle y Jean pensaron trasladarse a Suiza. Pero como Marcelle estaba a punto de dar a luz, desistieron en el último momento de unirse al salvador convoy de trenes organizado por las autoridades suizas. A finales de enero de 1943, la Confederación finalmente repatrió a los judíos suizos residentes en Francia. Berna había vacilado durante mucho tiempo, a pesar de que el director del consulado suizo en París, René Naville, ya había advertido del peligro. Sin embargo, la repatriación llegó demasiado tarde para Marcelle Giudici, quien murió en Auschwitz.
También el suizo en el extranjero René Pilloud fue internado en un campo de concentración. Nació en Friburgo y emigró con sus padres a la ciudad francesa de Bellegarde, cerca de la frontera suiza. Su padre trabajaba en una fábrica y René era aprendiz de fabricante de herramientas. En febrero de 1944, cuando apenas contaba con 17 años de edad, al dirigirse a un evento deportivo se topó con una operación del ejército alemán contra la resistencia francesa. Aunque era inocente, fue maltratado y finalmente terminó en el campo de concentración de Mauthausen. Las autoridades suizas intentaron obtener su libertad, pues, como puede leerse en las actas, “es digno de especial interés por nuestra parte”.
En una ocasión se pensó en un intercambio de prisioneros, pero Suiza rechazó la oferta: no quería intercambiar a suizos inocentes por criminales alemanes condenados oficialmente. Este noble principio constitucional prolongó el martirio de Pilloud. A principios de 1945 lo destinaron al crematorio del campo de concentración, donde tuvo que quemar cientos de cadáveres cada día. Sólo poco antes del fin de la guerra, la Cruz Roja logró llevarlo a Suiza; estaba desnutrido, traumatizado y tuberculoso. Suiza le pagó 35 000 francos como indemnización por haber sido víctima de los nazis. Murió en Ginebra, en 1985.
René Pilloud y Marcelle Giudici: dos nombres, dos destinos trágicos que se relatan con detalle, junto con los de otras muchas personas, en el libro de Balz Spörri, René Staubli y Benno Tuchschmid. Durante cuatro años, estos periodistas llevaron a cabo minuciosas investigaciones en archivos y bases de datos y entrevistaron a los descendientes de los prisioneros. El resultado es una lista de las víctimas comprobadas: 391 ciudadanos suizos fueron internados en los campos de concentración nazis; 201 de ellos perecieron allí. A esto se suman 328 presos nacidos en Suiza, pero que nunca fueron ciudadanos suizos. 255 de ellos no sobrevivieron al internamiento. Todos habían sido detenidos en Alemania o en zonas ocupadas, algo que ocurrió con mayor frecuencia en Francia, donde ya en aquel entonces vivían la mayoría de los suizos en el extranjero.
Algunas de las víctimas suizas eran judíos, otras formaban parte de la resistencia o eran marginados. Los autores mencionan a las 391 víctimas como en un memorial: desde Abegg, Frieda, hasta Zumbach, Maurice. Si existen, también publican sus fotografías. “En los campos de concentración eran números, en el Archivo Federal suizo son casos de indemnización”, escriben los autores; “este libro se propone convertirlos de nuevo en personas”.
Algo que llama la atención es que tuvieron que transcurrir 75 años para que se tomara conciencia de que hubo ciudadanos suizos internados en los campos de concentración. Aunque algunos sobrevivientes como René Pilloud contaron sus experiencias públicamente después de la guerra y el Parlamento les concedió indemnizaciones, aquello apenas despertó interés en Suiza. Estas biografías brillan por su ausencia en las publicaciones de investigación histórica. Con la descripción de estos destinos, los periodistas logran algo más que un lamento al cual todos podemos unirnos sin abandonar nuestra zona de confort. También se interrogan acerca del papel que jugaron las autoridades suizas. Su conclusión es la siguiente: “Suiza podría haber salvado a docenas de vidas si hubiera actuado con más valor y decisión”.
Naturalmente, “siempre es más fácil” decir esto cuando ya han trascurrido varios decenios, afirma el coautor Balz Spörri en una conversación con Panorama Suizo. Para juzgar los hechos a posteriori, hay que tomar en cuenta lo que sabían los actores de entonces, así como el margen de acción del que disponían a lo largo de las distintas fases. El libro describe con detalle la reacción de los políticos y de los medios de comunicación ante los campos de concentración nazis. A pesar de que existían indicios, durante mucho tiempo los campos de concentración no se consideraron como campos de exterminio.
Todavía en 1942, Heinrich Rothmund, jefe de la policía de extranjería federal, presentó un informe complaciente sobre su visita al campo de concentración de Sachsenhausen. El Consejo Federal le creyó de buena gana. Los autores no encontraron ningún indicio de que “antes de 1944 el Consejo Federal se hubiera ocupado del tema de los campos de concentración o de los prisioneros suizos que había en ellos”. Fueron diplomáticos valerosos, como el enviado suizo en Berlín, Paul Dinichert, quienes consiguieron la libertad de algunos prisioneros suizos. Sin embargo, tras la ocupación de Francia por Alemania, Berna aconsejó prudencia a sus diplomáticos y algunos, como el sucesor de Dinichert, Hans Frölicher, acataron escrupulosamente la consigna, temiendo que Hitler pudiera invadir Suiza si le enfurecían. Cabe recalcar que Frölicher era considerado en Suiza como un oportunista, partidario de los nazis.
Había otro motivo por el cual las autoridades suizas no hicieron todo lo posible por salvar la vida de sus compatriotas: a algunos no se les deseaba de vuelta porque hubieran sido una carga para el Estado: criminales, “antisociales” y discapacitados. Otros estaban proscritos en Suiza: comunistas, sintis, homosexuales o marginados sociales. “Las actas contienen numerosas evidencias que lo comprueban”, afirma Balz Spörri. Así, el jefe del Departamento del Exterior en Berna, Pierre Bonna, recomendaba a los diplomáticos en Berlín: “La legación no debe poner en peligro su credibilidad, en detrimento de todos los demás ciudadanos suizos dignos de protección, por favorecer a ciertos elementos que, por su propia culpa o por su actitud antisuiza y desafiante, han suscitado los problemas en que se encuentran”.
Esta recomendación tuvo fatales consecuencias para Anna Böhringer-Bürgi, de Basilea. Las autoridades la consideraban “libertina” desde su juventud, y además tuvo líos con la justicia. Por su matrimonio con un alemán, esta madre de siete hijos perdió la nacionalidad suiza. Tras el inicio de la guerra, a sus 54 años, buscó refugio en Suiza y solicitó recuperar su nacionalidad, pero ésta le fue denegada. Un funcionario decretó que era “una notoria prostituta y delincuente” y que en ningún caso se volverían a otorgar a “una mujerzuela así los derechos civiles cantonales”. Anna Böhringer debió salir del país. En 1945 murió en el campo de concentración de Ravensbrück. Posteriormente, Suiza también rechazó la solicitud de indemnización de su hija, alegando que la madre no era ciudadana suiza en el momento de su detención.
Todas las víctimas de los campos de concentración que se mencionan en el libro ya han fallecido. La experiencia de los campos persiguió a los sobrevivientes, como Albert Mülli, hasta el final. Este fontanero zuriqués y socialdemócrata fue detenido en 1938 en Viena por la Gestapo y trasladado como preso político a Dachau. Se le acusó de tener contactos con comunistas. Mülli pasó seis años en prisión. Regresó a Suiza, rehízo su vida y fue miembro del parlamento cantonal. Antes de su muerte en 1997, aquejado de demencia, revivió su pasado. En el asilo de ancianos, las pesadillas lo torturaban: día y noche volvía a vivir los horrores del campo de concentración. Tener que ver aquello era muy doloroso, les contó la hija de Mülli a los autores del libro.
Este libro es tan sólo un comienzo, afirma Balz Spörri. Se necesita todavía una amplia investigación sobre las víctimas suizas del terror nazi. También es imprescindible una indemnización moral: reconocer que existieron estas víctimas, que se les hizo daño y padecieron una injusticia. Muchos de ellos lucharon contra el régimen nazi y pagaron con sus vidas: “Opinamos que ya es hora de que un miembro del Consejo Federal aborde el tema”. El autor se alegra del empeño de la Organización de los Suizos en el Extranjero por levantar un monumento conmemorativo (véase página 9). Hasta ahora, el Consejo Federal no ha asumido una postura clara al respecto.
Para despertar también el interés de la generación joven, el monumento en cuestión podría integrar formas digitales del recuerdo, propone Spörri. Por ejemplo, con una página web que relate las vidas de las víctimas, como una especie de monumento virtual. Dentro de poco habrán desaparecido ya todos los testigos del holocausto, y por eso es tan importante conservar sus historias en la memoria colectiva.
Comentarios
Comentarios :
Creating a Digital Memorial would be a powerful and beautiful idea!
Thank you all for providing me with a bit of 'hope'!
Let's not blame but learn from the past.
May the story of this dark time be remembered and told in future and it's victims and heroes never be forgotten.
Gesine Schwan schrieb einmal:
Statt also die Vergangenheit weiter zu beschweigen, wie es bis heute zumindest bei individueller Schuld aus Scham vielfach geschieht, können wir die historische Verantwortung produktiv in die Gegenwart und Zukunft wenden und uns künftig daran messen lassen, dass – und vor allem was – wir aus unserer Schuld gelernt haben.
Der Holocaust-überlebende Journalist Marian Turski sagte auf der Gedenkfeier in Auschwitz:
Seid niemals gleichgültig. Seid niemals gleichgültig, wenn Minderheiten abgewertet werden. Seid niemals gleichgültig, wenn die historische Wahrheit zu gegenwärtigen politischen Zwecken missbraucht wird. Denn wenn ihr gleichgültig seid, dann ist all das wieder möglich. Und Turski schließt mit dem mahnenden Satz „Auschwitz ist nicht vom Himmel gefallen“.
Ich finde wir haben die Pflicht Vergangenheit aufzuarbeiten und daraus zu lernen!
Maintenant, je suis à la retraite, j’ai le temps de m’informer par les livres et documentaires . Merci encore beaucoup pour votre article.
Natürlich hat die Schweiz Gutes getan. Nur wenige sympathisierten mit Hitler. Das aber die eigenen Bürger in Europa, insbesondere in Deutschland alleine gelassen wurden, war mir nicht bekannt. Wie gut, wenn Geschichte aufgearbeitet wird und Länder zu ihren Schandflecken stehen.
Mich würde interessieren, ob die in der Schweiz lebenden Schweizer-Juden, Schweizer-Sinti und Roma sich absolut integriert fühlen. Ich hoffe sie werden nicht ausgegrenzt oder verfolgt, wie das leider hier und da in Deutschland der Fall sein soll.
Ich selber war schon im Anne Frank Haus in Amsterdam und in der Gedenkstätte Bergen-Belsen. In Bergen-Belsen waren wir mit meinem Sohn und den Neffen aus der Schweiz. Sie waren damals ca. 7, 9 und 11 Jahre alt. Keines unserer Kinder, sie waren von uns begleitet worden, mit all ihren Fragen, hat es je bedauert, dort gewesen zu sein. Ihre Oma, unsere Mutter hat den 2. Weltkrieg hautnah miterlebt. Sie war Deutsche. Immer und immer wieder hat sie Kriegserlebnisse uns Kindern, später ihren Enkeln erzählt. Jahre später waren wir mit ihr auf Usedom. Sie hat als junges Mädchen hautnah dort erlebt wie die Alliierten Bomben und Phosphorbomben abgeworfen hatten.
Diese „Besuche“ und Erzählungen hinterließen bei uns allen bleibende Eindrücke. Wenn ich aber an das riesige Denkmal in Berlin denke, es ist imposant, ja, aber.......
Ich wünschte mir authentische Dokumentationen mit Bildern, Kurzfilmen und kein monumentales Denkmal wie in Berlin. Ich wünschte mir auch die Mitwirkung von „betroffenen Schweizer-Juden, Schweizer Sinti-Roma bzw. deren Nachkommen. Möge sich diese schreckliche Zeit nie wiederholen!
Dafür brauchen wir viel Aufarbeitung, Aufklärung auch mit Kindern im Schulunterricht auch in der Schweiz.
Unsere Vorfahren waren nicht aktiv dabei, aber zu glauben das 'wir' einen Heiligenschein über uns trugen, ist wohl etwas naiv. Im Endeffekt geht alles um Macht, Geld und Ruf, da sind wir Schweizer nicht anders als andere Nationen. Das Wohl des Menschen ist leider noch immer weit unten auf der Prioritätenliste. Es wird Jahrhunderte dauern, bis sich das ändern wird, es hat auch Jahrhunderte wenn nicht Jahrtausende gebraucht, um in diesem Schlamassel zu landen. Ich glaube jedoch, wenn jeder einzelne sich auf das Positive und Gute fokussiert auch mehr Positives und Gutes geschieht.
gegem Devisen, Waffen und andere kriegswichtige Güter mit der
"ach so unschuldigen Schweiz" getauscht. Hitler war nicht dumm, er wusste genau, dass er nur mit der "unschuldigen Schweiz" diese dreckigen Geschäfte machen konnte. So nachzulesen in der Aufarbeitung der Nazi-Dokumente im 2015 eröffneten NS-Dokumentationszentrum in München.
Ich finde es wohl sehr schade, dass die Schweiz keinen Vertreter für den Gedenkanlass "75 Jahre Auschwitz-Befreiung" nach Israel geschickt hat. 49 Länder schicken Könige und Präsidenten, die Schweiz hält sich jedoch zurück. Geschichte darf nicht vergessen werden!
Jeder weiß doch inzwischen, was Bürokratie, Korruption etc. mit sich bringt. Und zwar überall auf der Welt. Es ist hirnverbrannt, ein Land, ein Volk zu beschuldigen oder meinetwegen zu loben. Es geht in jedem Fall um den Menschen und nicht um seine Nationalität. Dreihundertundnochwas Schweizer?! Darum geht es nicht. Nicht ums Schweizer sein...sondern um all das Tragische was Menschen welcher Nationalität auch angetan wurde.
"Die Schweizer KZ-Häftlinge. Vergessene Opfer des Dritten Reichs",
Balz Spörri, René Staubli, Benno Tuchschmid
Verlag NZZ Libro; 320 Seiten, 147 Abbildungen. CHF 48.–
Der Titel ist bis jetzt nur in deutscher Sprache erhältlich.
Webseite des Verlags:
https://www.nzz-libro.ch/schweizer-kz-haeftlinge-opfer-des-dritten-reichs-namensliste
Mir geht es auch so, im Geschichtsunterricht kamen wir bis zum 1. Weltkrieg, bei meiner Schwester 1 Jahr später das gleiche.
Wir dürfen die Geschichte nicht leugnen. Es ist nun mal passiert.
Schön dass Frau Sommaruga dies organisiert hat vor kurzem.
Ich habe mich die letzten Jahre selber vielfach über die Geschehnisse rund um den 2 Weltkrieg informiert und vieles gelesen.
Meine Grossmutter bestätigte mir auch, als sie noch lebte, dass damals in der Schweiz eine grosse Angst vor Hitler herrschte...
Mein empfinden ist, dass viele Deutschen eine (grosse) Reue empfinden über das, was damals vor allem den Juden angetan wurde. Ich weiss von vielen, dass sie in der Schule extrem viel über den 2. Weltkrieg hörten, oft fast zu viel. Also ganz anders als ich es erlebte.
Ich wohne seit ca. 15 Jahren im Schwarzwald und ich finde dass viele Deutsche "demütiger" sind als viele Schweizer, einfach, weil wir diese Geschichte nicht so nah miterlebt haben. Worum wir froh sein können, ich glaube auch Gott dankbar sein können. Meine Grossmutter sagte mir, dass mein Großvater damals im Militär an der Grenze war, das Meiste was sie getan hätten war beten, v. a. dass die Schweiz verschont bleiben möge. Wie wir heute wissen, hatten wir diese Bewährung.
Unterdessen verurteile ich auch nicht "die Deutschen" ich glaube und weiss, dass "das Böse" in jedem von uns schlummert, das erlebe ich tagtäglich bei mir selbst. Ich glaube, dass, leider, jede Nation fähig/lenkbar ist/war um die damaligen Greuel zu vollführen, Hitler und seine Kumpanen haben die damalige (auch wirtschaftliche) Situation "ausgenützt" und so oft die Menschen manipuliert.
Was man auch nicht vergessen darf, bevor man auf Deutschland zeigt, sie litten vor dem 2. Weltkrieg unter den Bestrafung des 1. Und die Behandlung der anderen Länder war hier oft unfair und eben auch unweise, da dies nur neuen Hass und teils auch Gegenwehr/rüstung erzeugte.
Ich betone, ich heisse damit keinesfalls die Taten Deutschlands damals gut, jedoch auch nicht die Alleinschuld, schuldig waren viele und Leidtragende Millionen, danke dass sie einigen eine Plattform gaben.
Ich für mich möchte es in meine Gebete nehmen, dass sowas nie wieder geschehen möchte/darf.
COUNTRY GERMANY UK & Commw. USA
NUMBER SERVED 18,200,000 17,834,000 15,353,639
Killed/missing 5,318,000 580,497 407,316
Wounded 6,035,000 475,000 671,846
Prisoners of
war captured 11,100,000 318,000 130,201
Prisoners of
war killed/
missing 3,700,000 107,000 3,204
-----------------------------------------------------
COUNTRY RUSSIA JAPAN ITALY
NUMBER SERVED 34,476,700 8,400,000 3,430,000
Killed/missing 10,725,345 2,121,955 341,000
Wounded 14,915,517 94,500 320,000 671,846
Prisoners of
war captured 5,750,000 40,000 1,300,000
Prisoners of
war killed/
missing 1,910,000 10,300 129,300
JEWS: 1933 Population in Europe
(incl. Soviet Union): 9,067,000 DEATH: 4,869,860 LOW ESTIMATE
5,894,716 HIGH ESTIMATE
https://en.wikipedia.org/wiki/World_War_II_casualties
NON-WHITE SOLDIERS: 1.45% in all Allied
Services
"Die Schweizer KZ-Häftlinge. Vergessene Opfer des Dritten Reichs",
Balz Spörri, René Staubli, Benno Tuchschmid
Verlag NZZ Libro; 320 Seiten, 147 Abbildungen.
CHF 48.–
Nur in deutscher Sprache erhältlich / en allemand
Die Nazi-Keule, welche zwischenzeitlich schon in dritter Generation über deutschen Kindergärten und Klassenzimmer geschwungen wird, erzeugt nicht Verständnis sondern einen Minderwertigkeitskomplex und gehört, wie andere Kriegsbeile, vergraben.
Es gibt diverse, perfekt gepflegte und unterhaltene Mahnmale zu diesem Thema, sei es Dachau, Bergen-Belsen etc. und kaum ein anderes Volk geht so ehrlich mit der Unrühmlichkeit seiner Geschichte um wie Deutschland. Von den 28 Millionen Russen oder den 70 Millionen Chinesen spricht kein Mensch; im nachbarschaftlichen Kambodscha wurden Millionen "genoziiert", ohne dass jemand aus der ersten Welt davon Kenntnis nahm (ausser den Amerikaner, welchen das zu verdanken ist).
Die Thematik ist in die Proportion zu setzen, in welche sie gehört. Ich fühle mich weder schuldig noch verantwortlich für was VOR meiner Geburt geschah. Genozide sind immer schrecklich und wir müssen sicherstellen, dass sich die Geschichte nicht wiederholt. Das Beispiel allerdings beweist, dass dem nicht so ist. Nur, ständig wieder Salz in die sich jeweils schließende Wunde zu streuen, hilft auch nicht.
Danke für diese ausgezeichnete Stellungnahme! Es wundert mich immer wieder, was für Kommentare kommen, wenn es um das Thema "die Schweiz im zweiten Weltkrieg" geht. Von Schamgefühl und befleckter Schweizerfahne ist die Rede. Einfach völlig übertrieben! Persönlich bin ich glücklich, nicht in dieser dunklen Zeit gelebt zu haben. Da gab es nur Verlierer. Seien es unsere Eltern, Deutsche, Amerikaner, oder wer auch immer! Es ist einfach, aus heutiger Sicht unsere Vorfahren zu kritisieren. Wie hätte wir uns verhalten? Was damals richtig war, ist heute falsch. Niemand kann das im Nachhinein ändern.
Bis heute wurde einiges aufgearbeitet.Z.B.die Bergierkommission, welche 2001 aufgelöst wurde, hat einiges Licht in das Kapitel "die Schweiz und der zweite Weltkrieg" gebraucht. Der vorliegende Bericht bringt ebenfalls etwas ans Licht. Im Endeffekt ist aber alles Geschichte und nicht wieder korrigierbar!
Als Schweizer Bürger im Ausland lebend bin ich meinen Vorfahren dankbar, dass sie mir den Weg für ein mehr oder weniger sorgenfreies Leben geebnet haben. Dass Fehler passiert sind - Menschen machen Fehler, weil sie nicht perfekt sind - bestreitet niemand, aber von beschmutzter Fahne oder von Scham zu sprechen, finde ich übertrieben!
Bei der Umsetzung der Idee des digitalen Mahnmales könnte sich die schweizer Regierung ja offiziell anschliessen und sie öffentlich und finanziell unterstützen. Vielleicht fällt es dann ja auch leichter sich dafür zu entschuldigen.
Schweizer Radio DRS1: https://ogy.de/holocaust-srf
Jüdische Zeitschrift Tachles: https://ogy.de/holocaust-tachles