Menu
stage img
  • Tema Clave

Poderosos lobbies vs. agricultores impotentes

26.07.2024 – Jürg Steiner

El lobby de los agricultores es uno de los grupos de interés más influyentes dentro del Parlamento Federal. Los agricultores reciben cuantiosas subvenciones. Sin embargo, salen a la calle para protestar contra la política agraria. ¿A qué se debe esta contradicción?

Aunque Lohnstorf se encuentra a menos de media hora en automóvil del Palacio Federal de Berna, el paisaje alrededor de este pueblo no podría ser más rural. En un día despejado se divisan a lo lejos los emblemáticos montes Eiger, Mönch y Jungfrau, que se alzan majestuosos sobre unos campos de cultivo perfectamente alineados. La fértil vega de Gürbetal, donde se encuentra Lohnstorf, es conocida en toda Suiza por su cultivo intensivo de col blanca: estamos en Chabisland, el “país de la col”.

“Si la gente vota a favor de las iniciativas ecológicas un día y, al siguiente, compra carne barata de importación, esto nos pone en un aprieto” Urs Haslebacher organizó protestas de agricultores. Foto Keystone

Urs Haslebacher nos espera en el balcón de su granja, en la ladera de la montaña que domina el pueblo. El camino hasta su granja es empinado y sinuoso. Haslebacher y su familia dirigen una gran explotación porcina: tienen unos 3 000 cerdos y emplean a 15 personas. Haslebacher ha comprado una segunda granja en el valle y también alquila apartamentos en varios edificios de su propiedad. Además, participa en la política local, como representante de la UDC. Desde 2023 funge como Presidente del municipio de Thurnen, al que pertenece Lohnstorf.

Urs Haslebacher irradia la energía de un emprendedor que advierte oportunidades en todas partes y ve los obstáculos como un reto. Sin embargo, este año ha añadido otra ocupación a su ya variada cartera profesional: ahora también se ha dedicado a organizar protestas de agricultores.

La angustia existencial de los agricultores

En febrero y marzo, cientos de agricultores suizos se subieron a sus tractores tras su jornada laboral o durante los fines de semana, se dirigieron a los puntos de encuentro regionales preestablecidos y se reunieron junto a sus vehículos estacionados en pleno campo, para expresar su profunda frustración: por unos ingresos demasiado bajos, por la excesiva burocracia, por el comportamiento contradictorio de los consumidores... y por lo poco valorados que están. La Unión Suiza de Campesinos apoyó su descontento por medio de una petición escrita, a favor de la cual recogió 65 000 firmas en poco tiempo y que presentó al Consejo Federal, así como a los minoristas Coop, Migros, Aldi y Lidl.

No cabe duda de que los agricultores suizos se enfrentan a graves problemas. De las 250 000 granjas que había antaño en Suiza hoy solo quedan 48 000. Cada semana desaparecen en promedio diez explotaciones agrícolas. La angustia existencial es parte del día a día de los casi 150 000 agricultores que aún quedan en Suiza.

Urs Haslebacher coordinó las protestas en su zona del cantón de Berna, pasando mucho tiempo con su smartphone para seguir las noticias. A diferencia de las protestas de agricultores en Francia o Alemania, en Suiza las concentraciones nunca se salieron de control. Haslebacher siempre instó a sus colegas a que tuvieran cuidado de no bloquear el tráfico con sus columnas de tractores. Y desde principios de verano, periodo de intensa actividad en el campo, ningún agricultor ha emprendido una protesta.

Agudos conflictos de intereses

Urs Haslebacher no es de esos que siempre andan quejándose. Tampoco es de los que temen por su sustento. Y, sin embargo, puede utilizar su propio ejemplo para mostrar qué es lo que lleva incluso a alguien como él a las barricadas: la enorme brecha entre las expectativas sociales y la realidad económica.

“Si la gente vota a favor de las iniciativas ecológicas un día y, al siguiente, compra carne barata de importación, esto nos pone en un aprieto”

Urs Haslebacher

Así lo explica Urs Haslebacher, basándose en su propio caso: hace más de veinte años, el gobierno federal quería que los granjeros dieran prioridad al bienestar de sus cerdos construyendo corrales con espacio al aire libre. La idea era que los supermercados le pagaran un franco adicional por cada kilo de carne de cerdo. Hizo la inversión de buena fe. Pero como los sistemas de cría de cerdos al aire libre generan mayores emisiones de amoníaco, Haslebacher no tardó en recibir críticas por parte de los ecologistas. Y el franco adicional por kilo se redujo pronto a unos pocos céntimos, incluso antes de que se amortizaran los nuevos establos.

Los consumidores no suelen ser conscientes de las incongruencias de su comportamiento: “No estoy culpando a nadie”, dice Haslebacher. “Pero si la gente vota a favor de las iniciativas ecológicas un día y, al siguiente, compra carne barata de importación, esto nos impide a nosotros planificar con seguridad y nos pone en un aprieto”.

Es inaceptable que las explotaciones agrícolas tengan que cargar con el peso de estos conflictos de intereses sin resolver, prosigue Haslebacher. Esta es, en última instancia, la razón por la que los agricultores están tan molestos. Y en esto coinciden todos, aunque discrepen en otras cuestiones, divididos como están entre grandes explotaciones industriales, explotaciones ecológicas y explotaciones de montaña.

Sin embargo, resulta sorprendente, al menos a primera vista, que los agricultores suizos manifiesten su descontento tomando las calles con sus relucientes tractores. Y es que, a diferencia de otros países, gozan de una considerable influencia en ese centro del poder político que es el Parlamento Federal.

Mientras que los agricultores solo representan un 2 % de la población activa, alrededor de una sexta parte de los parlamentarios de Berna proceden del sector agrícola.

El lobby de los agricultores

Aunque la agricultura desempeña un papel marginal en la economía suiza y genera tan solo el 0,6 % del producto interior bruto, este sector recibe apoyo y protección como ningún otro. Se le destinan miles de millones de francos. Baste citar dos cifras particularmente elocuentes: cada año, 2 800 millones de francos en subvenciones medioambientales se pagan directamente a los agricultores con cargo a las arcas públicas. Segundo dato: derechos de importación por valor de unos 3 000 millones de francos anuales protegen al sector agrícola suizo de la competencia extranjera. Entre otros motivos, este proteccionismo es posible debido a que el lobby de los agricultores se ha consolidado a nivel nacional desde las últimas elecciones de otoño de 2023: esto resulta especialmente paradójico cuando se sabe que el número de explotaciones está en constante descenso. Mientras que los agricultores solo representan un 2 % de la población activa, alrededor de una sexta parte de los parlamentarios de Berna proceden del sector agrícola, es decir, son ellos mismos agricultores o representantes de agricultores.

Markus Ritter: como Presidente de la Unión Suiza de Campesinos, es uno de los miembros más influyentes del Parlamento. Foto parlament.ch

El Consejero Nacional Markus Ritter (Centro), Presidente de la Unión Suiza de Campesinos, es uno de los diputados más influyentes. En 2022 dio un golpe maestro al forjar una alianza con las principales asociaciones empresariales, con lo que se aseguró su apoyo en la lucha contra las iniciativas populares de izquierdas que desean obligar a los agricultores a adoptar prácticas más ecológicas. La próxima confrontación tendrá lugar el fin de semana electoral del 22 de septiembre de 2024, cuando se someta a votación la iniciativa sobre biodiversidad, promovida por los Verdes y los protectores del paisaje. Esta iniciativa ha sido calificada de “extrema” por la Unión Suiza de Campesinos. La contrapropuesta del Consejo Federal ya ha sido bloqueada en el Parlamento por el lobby de los agricultores, orquestado por Ritter.

Consumidores exigentes: ¿están dispuestos también ellos a pagar precios justos? Foto Keystone

Una montaña de burocracia

Sin embargo, a pesar de esta habilidad estratégica en el Parlamento Federal, los agricultores se ven sometidos a una presión cada vez mayor. Es difícil hacerse una idea global de su situación. Los problemas de una explotación de alto rendimiento totalmente mecanizada en la meseta central no son los mismos que los de una pequeña granja de montaña.

De lo que no cabe duda, es que los agricultores trabajan de sol a sol y ganan poco. Según las encuestas, trabajan en promedio más de 50 horas semanales y ganan menos de 20 francos por hora. Así pues, muchas familias campesinas caminan por la cuerda floja: viven en la granja que tal vez compraron a buen precio a sus padres, y no pagan alquiler. Pero sus escasas ganancias no les permiten invertir: si tienen que renovar sus instalaciones, esto puede significar el cierre definitivo de su empresa.

Su situación se agrava aún más por el hecho de que cada vez dedican más tiempo al papeleo, en lugar de dedicarlo a la agricultura. Incluso la Unión Suiza de Campesinos, la fuerza política detrás de la multimillonaria financiación del sector agrícola, admite que el apoyo financiero ha generado una montaña de burocracia casi imposible de entender y que urge “racionalizar y simplificar”. Las normas y leyes que regulan los flujos financieros ocupan miles de páginas, y los trámites de autorización y control son sumamente engorrosos.

La Confederación canaliza cada vez más dinero hacia cada vez menos agricultores. Entonces, ¿por qué sus cuentas están cada vez más en números rojos? ¿Y por qué se está incumpliendo el objetivo de elevar la autosuficiencia de Suiza?

Atrapados entre proveedores y compradores

A pesar de esta evidente pérdida de eficiencia, lo cierto es que la Confederación canaliza cada vez más dinero hacia cada vez menos agricultores. Entonces, ¿por qué sus cuentas están cada vez más en números rojos? ¿Y por qué se está incumpliendo el objetivo básico de elevar la autosuficiencia neta de Suiza en productos agrícolas por encima del 50 %?

Patrick Dümmler: como economista, critica la excesiva dependencia de la agricultura suiza frente a las subvenciones. Foto cedida a la revista

A este respecto, Patrick Dümmler, economista del think tank liberal “Avenir Suisse”, señala que los agricultores dependen demasiado de las subvenciones. Considera que hay demasiado dinero en el sistema, en lugar de demasiado poco. El problema, según Dümmler, es que los agricultores “están atrapados entre proveedores y compradores”. Si bien es cierto que los agricultores reciben subvenciones, las utilizan para comprar semillas, fertilizantes, piensos y maquinaria al gigante agrícola Fenaco, entre otros. De ahí que este también se beneficie como proveedor del sistema de subvenciones agrícolas. Por otro lado, los precios a los que los agricultores venden a los distribuidores o a supermercados como Migros y Coop son demasiado bajos, y esto obliga a los campesinos a compensarlos con los fondos estatales que, en realidad, están destinados a cumplir los requisitos ecológicos.

Algunos de los miembros más críticos del lobby agrícola han identificado el problemático papel que desempeñan la agroindustria y los supermercados. Uno de ellos es Kilian Baumann, Consejero Nacional de los Verdes y Presidente de la Asociación Nacional de Pequeños Agricultores, quien a menudo adopta un punto de vista diferente al de la Unión Suiza de Campesinos.

Kilian Baumann: como agricultor ecológico, desea que los agricultores opten por normas medioambientales más estrictas. Foto parlament.ch

Baumann critica la creciente carga administrativa y los bajos precios al productor, pero también el “fracaso de la política agraria que se viene aplicando desde hace varios decenios”, de la que la Unión de Campesinos es en parte responsable. Para Baumann, está claro que el lema promovido por el Estado, de “cada vez más producción, en forma cada vez más intensiva y en explotaciones cada vez más grandes”, conduce a un callejón sin salida. La agricultura intensiva provoca la contaminación por nitrógeno de las aguas subterráneas y el agua potable, mientras que el uso de pesticidas favorece la pérdida de biodiversidad. La difícil situación de los agricultores, opina Baumann, no se debe en absoluto a la nueva legislación verde. Al contrario, urge adoptar normas medioambientales más estrictas.

La producción de alimentos está sujeta al mercado, mientras que la ecología está regulada por el Estado. Las subvenciones son medidas destinadas a corregir los mecanismos del mercado. En estas aguas turbias se encuentran los agricultores suizos. Y a pesar del poderoso lobby agrícola, se sienten impotentes. “En otoño volveremos a hacer balance”, dice Urs Haslebacher. Si nada mejora, él y sus colegas volverán a sus tractores. La próxima protesta podría llevarlos hasta el Palacio Federal de Berna.

Comentarios

×

Se requiere el nombre, el lugar y el país

Enter valid name

Valid email is required!

Introduce un correo electrónico válido.

Comment is required!

Debes aceptar las reglas de los comentarios..

Please accept

* Estas entradas son necesarias

top