Se acerca la hora de la verdad en la cuestión europea
11.04.2025 – Theodora Peter
Suiza y la Unión Europea (UE) desean superar la crisis de sus relaciones. Tras arduas negociaciones, un nuevo paquete de acuerdos está sobre la mesa. A nivel nacional, el acercamiento bilateral sigue generando controversia. Quienes tendrán la última palabra serán los electores.
Ilustración Max Spring
El Ministro de Asuntos Exteriores, Ignazio Cassis (PLR), calificó de “importante hito” la conclusión de las negociaciones con la UE, poco antes de Navidad. “Las buenas relaciones con la UE y nuestros países vecinos son especialmente importantes en estos tiempos de turbulencia”, declaró Cassis ante los medios de comunicación.
Anteriormente, Ursula von der Leyen, Presidenta de la Comisión Europea, había viajado de Bruselas a Berna con el fin expreso de corroborar la importancia del acuerdo. “Estamos tan cerca como se puede estar”, afirmó von der Leyen, recalcando ante las cámaras que se trataba de una colaboración “en pie de igualdad”. El paquete de acuerdos con la UE incluye la renovación de cinco tratados anteriores, así como tres nuevos acuerdos sobre electricidad, sanidad y seguridad alimentaria.
El acercamiento estuvo precedido por una larga crisis bilateral. Hace tres años, el Consejo Federal se había retirado de las negociaciones para un acuerdo marco institucional, sin llegar a conclusión alguna (Panorama 4/2021). Las diferencias eran insalvables, especialmente en materia de protección salarial y derecho de residencia de los ciudadanos de la UE en Suiza. De ahí la reacción negativa de la UE, que castigó a Suiza rebajándola de categoría en el prestigioso programa de investigación Horizon Europe (Panorama 5/2022).
“El mayor mercado del mundo”
Tras una pausa de reflexión, ambas partes reanudaron las negociaciones hace un año. Doscientas rondas de negociaciones después, ya se dispone de un nuevo paquete de acuerdos, que prolonga los esfuerzos de acercamiento iniciados hace 25 años. Su eje central sigue siendo la participación sin barreras en el mercado interior de la UE, “el mayor mercado del mundo”, en palabras de Cassis. El intercambio de bienes y servicios entre Suiza y la UE genera por sí solo un valor total superior a los mil millones de francos diarios. “Nuestra prosperidad depende de ello”.
Para acceder a este espacio económico de unos 500 millones de consumidores, Suiza deberá desembolsar 350 millones de francos anuales entre 2030 y 2036. Esta llamada “contribución para la cohesión” no va a parar a las arcas de la UE, sino que se utiliza para impulsar el desarrollo de los países de la UE con menor nivel económico. Hasta ahora, Suiza solo pagaba 130 millones de francos anuales por este concepto.
El intercambio de bienes y servicios entre Suiza y la UE genera un valor total superior a los mil millones de francos diarios.
Junto con el acceso al mercado interior de la UE, la libre circulación de personas es el otro punto clave de los acuerdos bilaterales: otorga a la población el derecho a trabajar y vivir en otro país de este espacio económico. Poder elegir libremente dónde vivir y trabajar es de crucial importancia para los más de 500 000 suizos y suizas que residen en el extranjero europeo. A cambio de ello, los ciudadanos y ciudadanas de la UE pueden buscar trabajo y establecerse en Suiza.
Excepciones para el caso de Suiza
Durante las renegociaciones, Bruselas se mostró complaciente para con los intereses específicos de Suiza. Por ejemplo, los ciudadanos y ciudadanas de la UE solo pueden residir en Suiza de forma permanente si trabajan en el país. Con esta disposición se pretende evitar que los ciudadanos de la UE emigren a Suiza únicamente para recibir prestaciones sociales de mejor calidad que en su país de origen.
También se negoció una “cláusula de salvaguardia”, en virtud de la cual Suiza podría restringir unilateralmente la inmigración en caso de “problemas económicos o sociales graves”. Aún no está claro cuándo y cómo entrará en vigor este mecanismo, que será objeto de un intenso debate político interno.
Otro punto conflictivo sigue siendo la protección salarial: en toda Europa seguirá aplicándose el principio de un mismo salario por el mismo trabajo en el mismo lugar, salvaguardando así el elevado nivel salarial suizo y evitando que empresas de la UE ofrezcan trabajo en Suiza a precios de dumping. Lo que los sindicatos se niegan a adoptar es la normativa europea sobre gastos, que se basa en las tarifas del país de origen de los trabajadores desplazados. En virtud de esta normativa, un trabajador polaco enviado a una obra suiza solo recibiría por alojamiento y manutención la cantidad de dinero que tendría que gastar en Polonia. La patronal suiza también considera “grotesca” esta normativa.
Die Sozialpartner wollen Bundesrat und Parlament deshalb dazu bringen, per Gesetz festzuschreiben, dass nicht nur bei den Löhnen, sondern auch bei den Spesen die Schweizer Tarife gelPor ello, los interlocutores sociales desean que el Consejo Federal y al Parlamento aprueben una ley que garantice la aplicación de las tarifas suizas no solo a los salarios, sino también a los gastos. Para la Unión Sindical, este es uno de los prerrequisitos para respaldar los tratados con la UE en un futuro referendo.
Poder elegir libremente dónde vivir y trabajar es de crucial importancia para los más de 500 000 suizos y suizas que residen en el extranjero europeo.
El Consejo Federal desea aclarar las cuestiones pendientes de aquí al verano, para organizar después una consulta sobre la totalidad del paquete, incluidas las enmiendas legislativas. El Parlamento empezará a debatir el expediente de la UE en 2026. Es poco probable que se celebre un referendo antes de 2028; probablemente habrá que esperar el resultado de las próximas elecciones nacionales de 2027.
Oposición fundamental de la derecha
El nuevo acuerdo con la UE ha suscitado sentimientos encontrados en los diferentes partidos. Solo los Verdes y los Verdes Liberales se han pronunciado claramente a favor de los acuerdos. En la izquierda, el PSS, junto con los sindicatos, insiste en la concesión de garantías políticas internas, tanto en materia de protección salarial como de servicios públicos.
El PLR, el partido del Ministro de Asuntos Exteriores Ignazio Cassis, también se mostró cauto tras el anuncio de la conclusión de las negociaciones. “Ni aplaudimos los acuerdos, ni los condenamos”, declaró el Partido Liberal, que anteriormente había apoyado sin reservas la senda bilateral de Suiza. “Primero queremos examinar de cerca los nuevos acuerdos”. El Centro tampoco se mostró eufórico, aunque habló de “claros progresos” en comparación con el acuerdo marco que fracasó en 2021.
Simon Michel en la sede de la empresa Ypsomed, en Burgdorf. Simon Michel es director ejecutivo de Ypsomed Holding y Consejero Nacional del PLR por Soleura. Foto Keystone
Pros
“Brindemos por las relaciones de buena vecindad: ¿alguna vez ha cortado el césped hasta pasadas las 8 p. m., un soleado día de verano? ¿O ha estacionado uno de sus invitados su vehículo en el aparcamiento del vecino? En estos casos, uno se siente agradecido si el vecindario renuncia a proferir una sarta de insultos o, incluso, a llamar a la policía. Invertir en las relaciones de buena vecindad merece la pena: fomenta la cohesión del barrio y, por tanto, la ayuda mutua entre vecinos. Además, una propiedad posee más valor en un buen barrio que en uno conflictivo.
Lo que beneficia a nuestro vecindario inmediato no puede ser del todo malo para nuestro país en el contexto europeo. Una buena relación con la Unión Europea no solo es importante desde el punto de vista económico, sino que también es útil en términos sociales, prácticos y de política de seguridad, sin que ello implique que dejemos de ser nosotros mismos y renunciemos a nuestra identidad, nuestras normas, costumbres y leyes.
Los acuerdos bilaterales constituyen la base de esta relación de buena vecindad. Después de 25 años, queremos revisarlos y reforzarlos, ya que carecemos, por ejemplo, de un acuerdo común sobre electricidad o de normas para la resolución de conflictos. Disfrutar de una buena vecindad y tener normas claras entre Suiza y la UE, no significa de ningún modo que debamos adoptar sus leyes y derechos de manera irreflexiva. Suiza mantendrá su identidad y autonomía incluso con los Bilaterales III”.
“Una buena relación con la UE no solo es importante desde el punto de vista económico”
Las reticencias del centro-derecha se deben esencialmente a la oposición masiva de la UDC. Este partido conservador de derechas, que rechaza cualquier acercamiento a la UE, se opone con todas sus fuerzas al “tratado de sometimiento”, porque considera que Suiza está adoptando la legislación europea en demasiados ámbitos. La UDC también se opone a la inmigración “incontrolada”. En 2020, sin embargo, este partido fracasó en las urnas con su “iniciativa de limitación”: la mayoría de los votantes no quiso poner en peligro el principio de libre circulación de personas.
Ahora, la UDC realiza un nuevo intento a través de la “iniciativa de sostenibilidad”, que presentó en 2024: pide que el número de habitantes de Suiza se limite a un máximo de diez millones de personas para 2050. El número de residentes permanentes asciende actualmente a nueve millones. Esta polémica iniciativa debería someterse a votación en 2026, en pleno debate parlamentario sobre los acuerdos bilaterales. Su aprobación provocaría otra grave crisis en las relaciones con la UE.
Magdalena Martullo-Blocher, empresaria, Consejera Nacional de los Grisones y Vicepresidenta de la UDC, hace una demostración con una pipeta durante la conferencia de prensa sobre el balance del grupo EMS, en 2025. Foto Keystone
Contras
“El tratado con la UE es un tratado de sometimiento para Suiza: nos obliga a adoptar toda la legislación actual y futura de la UE en ámbitos tan importantes como el comercio, el transporte terrestre y aéreo, la energía, los alimentos, la sanidad, las finanzas, la inmigración y la educación. Si no adoptamos su legislación, la UE nos impondrá sanciones y el Tribunal de Justicia de la Unión Europea tendrá la última palabra. La burocracia de la UE es desmesurada: tendríamos que adoptar miles de páginas de directivas hoy mismo. Ciento cincuenta funcionarios están reescribiendo nuestra Constitución y nuestras leyes. Y como si fuera poco, ¡tenemos que pagar miles de millones por todo esto! La malograda UE ya anda de capa caída. La elevada inflación, la inmensa deuda y los despidos masivos están llevando a sus ciudadanos y empresas a la desesperación. Suiza tendría que adaptarse a los estándares más bajos de la UE y renunciar a su probada democracia. ¡No queremos esto!
Y no tenemos por qué aceptarlo. Con su fuerza innovadora, su estabilidad y neutralidad, Suiza es un socio internacional muy solicitado. Desde hace décadas apuesta por acuerdos de libre comercio, y los 33 acuerdos que hemos firmado superan con creces a los de la UE. Hemos firmado nuevos acuerdos con Indonesia, Corea, Tailandia, Kosovo e India; y estamos negociando otros con los países del Mercosur, así como con Japón, China y Estados Unidos. Ninguno de estos países exige a Suiza que adopte su sistema jurídico. Suiza debe rechazar el tratado colonial de la UE. En todo el mundo los vientos soplan a favor de Suiza: ¡icemos nuestras propias velas!”
“En todo el mundo los vientos soplan a favor de Suiza: ¡icemos nuestras propias velas!”
Se requiere un amplio apoyo
Mientras que la UDC se opone enérgicamente a cualquier acuerdo con la UE, sus simpatizantes siguen careciendo de la influencia necesaria. Además de los partidos políticos, son sobre todo organizaciones empresariales como economiesuisse quienes tienen la responsabilidad de actuar, dado que apoyaron con todo su peso las anteriores votaciones sobre los Bilaterales I y II. Solo algunos representantes empresariales, como Simon Michel, empresario de Soleura y Consejero Nacional del PLR, apoyan firmemente los Bilaterales III.
Para que estos tratados obtengan un respaldo mayoritario, opina el politólogo Fabio Wasserfallen, Catedrático de Política Europea en la Universidad de Berna, hace falta “una declaración amplia y clara acerca de su importancia para Suiza”. Sin este compromiso por parte del sector empresarial, los interlocutores sociales y los partidos políticos, es comprensible que el Consejo Federal se muestre reacio a actuar y no quiera tomar la iniciativa en solitario. “Tengo la impresión de que estamos tratando una vez más de ganar tiempo con el expediente de la UE”. Está por ver si esto beneficiará a sus partidarios o a sus adversarios. Lo que es seguro es que, tarde o temprano, todos los actores tendrán que definir claramente su posición respecto a la manera en que decidan regular las relaciones con sus vecinos europeos.
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