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El cantón de Schaffhausen registra invariablemente la mayor participación electoral a nivel nacional. También es el único cantón donde los ciudadanos están obligados por ley a acudir a las urnas. Sin embargo, este rincón más norteño del país está convencido de que este no es el único motivo.
Poco antes de que el tren entre en Schaffhausen, capital del cantón del mismo nombre, ya se divisan desde la ventanilla las impresionantes cataratas del Rin, con sus enormes masas de agua que se desploman sobre los peñascos: Schaffhausen es famosa por este espectáculo natural, un monumento de relevancia nacional. Mucho menos conocida es otra característica sobresaliente de este cantón de 86 000 habitantes: en ninguna otra parte acuden tantos ciudadanos a las urnas. Schaffhausen registra sistemáticamente una participación electoral entre 15 y 20 puntos porcentuales superior a la media nacional.
En las tres votaciones federales de 2022, por ejemplo, la participación ascendió al 66 por ciento de la población de Schaffhausen con derecho a voto. En toda Suiza, este porcentaje fue de un escaso 45 por ciento. En las elecciones al Consejo Nacional de 2019, en Schaffhausen participó el 60 por ciento, mientras que el promedio nacional tan solo llegó a un 45 por ciento. En octubre, cuando aparezca este número de Panorama Suizo, Suiza volverá a elegir a su Parlamento: una vez más, es probable que los ciudadanos de este cantón nororiental acudan en masa a las urnas. ¿Por qué, entre los 26 cantones, Schaffhausen es el campeón en participación?
En busca de una explicación, nos adentramos en el pintoresco casco histórico de Schaffhausen. Aquí, en el edificio de Gobierno, trabaja Christian Ritzmann, Vicesecretario General del cantón de Schaffhausen y corresponsable del desarrollo de las elecciones. Él afirma: “En Schaffhausen, votar en elecciones y referendos es una tradición de mucho arraigo. La llevamos en nuestro ADN”. Sin embargo, este arraigo también está respaldado por medidas destinadas a fomentar el espíritu cívico: en Schaffhausen rige desde hace casi 150 años la obligación de votar. Desde los inicios del Estado Federal, esta obligación ha existido también en otros cantones; pero solo Schaffhausen la ha mantenido hasta la fecha.
Quienes no la cumplen son sancionados, aunque de forma leve: el que no acude a las urnas debe pagar seis francos de infracción al Ayuntamiento, a no ser que tenga una buena excusa, entre las que se aceptan, según la ley electoral, las vacaciones, las obligaciones laborales y la enfermedad; tampoco se multa a quien entrega la documentación electoral incompleta en los tres días siguientes a las elecciones o al referendo. Esto mitiga considerablemente el carácter obligatorio de la medida, declara Ritzmann: “Más que de una obligación, se trata de un deber cívico”.
La obligación de votar (de la que quedan exentos los mayores de 65 años y los nativos y nativas de Schaffhausen que residen en el extranjero) parece gozar de amplia aceptación: hace cuarenta años, una iniciativa popular que pretendía abolirla fracasó en las urnas. La población considera el voto obligatorio una “especialidad de Schaffhausen”, afirma Ritzmann. La gente está de acuerdo, dice, porque siempre le ha gustado debatir sobre cuestiones políticas. Esto tiene que ver con las reducidas dimensiones del cantón y la proximidad entre la población y sus representantes políticos: “Aquí nos encontramos todos en la zona peatonal, en el autobús o el restaurante”.
Hannes Germann, quien desde hace años es miembro del Consejo de Estado por parte de la UDC, nos comenta que la multa, “más bien simbólica”, podría jugar su papel en la elevada tasa de participación electoral: “Y es que, ¿a quién le gusta pagar al Estado más de lo estrictamente necesario?”. Pero, en su opinión, lo decisivo es la conciencia política, que se deriva, entre otras cosas, de la cercanía geográfica de Schaffhausen a la frontera alemana. Especialmente antes y durante la Segunda Guerra Mundial hubo aquí muchas tensiones: “Esto era motivo de preocupación y animó a la gente a involucrarse en la vida política”.
“Tenemos una intensa vida política, en la que participan muchos jóvenes y mayores”, observa también Simon Stocker, candidato del PSS al Consejo de los Estados y oponente de Germann en la campaña electoral. El voto obligatorio, afirma, ejerce una influencia positiva. Además, “consideramos este deber cívico como un privilegio, por lo que probablemente seguiríamos votando en gran número, aunque no estuviéramos formalmente obligados a hacerlo”, opina Stocker. “Pero no es que quiera suprimir este deber cívico: este deber es único, forma parte de Schaffhausen”.
A unos pasos del edificio del Gobierno se encuentran los coloridos puestos del mercado semanal de Schaffhausen. Entre la muchedumbre hay tanto voces a favor como voces en contra del voto obligatorio. “Debería ser algo voluntario”, enfatiza una mujer de 42 años que trabaja en el sector de cuidados. “De todas formas, yo no dejaría de acudir a las urnas”, asegura. Además, considera que muchos solo participan para evitar la multa, aunque en realidad no tienen ningún interés. En cambio, otros que desearían votar no pueden hacerlo; por ejemplo, quienes sufren alguna discapacidad mental. “El voto obligatorio no me parece mal”, opina por el contrario un jubilado de 84 años que trabajó en los ferrocarriles. Así, nadie puede quejarse por los resultados.
En definitiva, ¿qué hay detrás del milagro electoral de Schaffhausen: un verdadero compromiso o una leve presión desde arriba? Según los expertos, ambas cosas. Los politólogos Eveline Schwegler y Thomas Milic comprobaron, por un lado, que la proporción de votos en blanco (es decir, ni sí ni no) es mayor en Schaffhausen que en otros cantones. Esto indica una ponderación de intereses bastante realista: algunos votan para evitar la multa y se ahorran el esfuerzo de estudiar las propuestas. Por otro lado, según estos mismos investigadores, aun restando el bajo porcentaje de votos en blanco, Schaffhausen sigue ocupando el primer puesto en cuanto a participación electoral.
En otros cantones y a nivel nacional ha habido varios intentos de copiar el ejemplar modelo democrático de Schaffhausen: porque una queja recurrente es que, por término medio, ni siquiera la mitad del electorado suizo se molesta en acudir a las urnas. ¡Qué contraste con las cifras de ensueño registradas a principios del siglo XX, cuando el 80 por ciento de la población votaba para elegir al Consejo Nacional! Uno de los motivos de este descenso de la participación electoral es la creciente desvinculación con los partidos políticos, cuyo poder de movilización se ve por lo tanto debilitado, según opina Daniel Kübler, Politólogo del Centro para la Democracia de Argovia.
La baja participación supondría un problema si no se respetaran los resultados. “Pero los resultados son bien aceptados en Suiza, independientemente de lo ajustados que sean o de lo escasa que haya sido la participación”, asevera el investigador en temas de democracia. Además, en lo que respecta a las elecciones, cabe añadir que, debido al sistema político suizo, sus resultados tienen menos impacto en la composición del Gobierno que en otros países. Esto también explica la tasa de participación comparativamente baja, continúa Kübler. Sin embargo, quien no haya participado en las elecciones podrá expresar su opinión en las urnas varias veces al año.
Y la tasa de participación puede dispararse en todo el país si aquello que está en juego se considera importante: así, el récord de los últimos decenios lo ostenta, con un 79 por ciento de participación, la votación de 1992 sobre el ingreso de Suiza en el Espacio Económico Europeo. Los politólogos suelen considerar que en toda democracia es deseable la mayor participación posible. Opinan que el voto obligatorio en Schaffhausen es eficaz, pero que tiene sus límites. En materia de participación electoral, el factor decisivo es el interés por la política, subraya Kübler. De ahí la importancia de la educación cívica en las escuelas: “Y en este aspecto, nuestro país va a la zaga en comparación con sus vecinos”.
Cuando nuestro tren sale de Schaffhausen, volvemos a posar la mirada en las imponentes cataratas del Rin, envueltas en una espesa bruma: una bruma que se nos antoja casi tan refrescante como la vitalidad cívica de este pequeño cantón periférico.
La participación electoral de las suizas y suizos en el extranjero es mucho más baja que en el cantón de Schaffhausen. Aquí encontrará un análisis del comportamiento electoral de la Quinta Suiza.
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