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La gallina está cambiando de estatus: de animal de granja a mascota. En Suiza, decenas de miles de jardines privados cuentan ya con su gallinero. Ante semejante auge, la Oficina Federal de Seguridad Alimentaria y Asuntos Veterinarios ha tenido que tomar cartas en el asunto.
¿Cuál es la mascota favorita de los suizos? Lo habrá adivinado: es el pez. Quizás, como mucha gente, usted habría respondido espontáneamente “el gato”; pero, en términos numéricos, el pez nada por delante de todos, como señala la Protectora Suiza de Animales (PSA). Se desconoce cuántos ejemplares albergan los acuarios domésticos suizos. Pero deben de ser bastantes, ya que en el ranking de mascotas favoritas figuran en segunda posición los gatos, cuya población alcanzará pronto los dos millones. La tercera posición la ocupan los perros, con medio millón.
Sin embargo, un animal que no suele asociarse con caricias ni mimos (lo que, a decir verdad, tampoco ocurre con los peces) está cobrando protagonismo en la actualidad: la gallina. Así es: la gallina vuela muy alto entre los suizos. Se estima que 70 000 hogares tienen gallinas como mascotas, con tendencia al alza. “La gallina cada vez goza de mayor popularidad. Puede que la pandemia también haya contribuido a ello”, confirma Sarah Camenisch, portavoz de la Oficina Federal de Seguridad Alimentaria y Asuntos Veterinarios (OSAV). Aunque no hay encuestas fehacientes que determinen los motivos exactos de esta popularidad, Sarah Camenisch la atribuye, entre otras cosas, a un creciente anhelo de contacto con la naturaleza. Las encuestas generales en torno al COVID revelan que el confinamiento por la pandemia reforzó el apego de los suizos a la naturaleza. Todo estaba cerrado: boutiques, restaurantes, escuelas, gimnasios y pistas de esquí. De repente quedaba tiempo para pasear por el campo, hacer su propio pan y comprar verduras frescas directamente en la granja. También se adquirieron numerosos perros y gatos durante la pandemia, ya que muchas personas se sentían solas trabajando desde casa o estudiando a distancia.
Para Samuel Furrer, zoólogo y jefe de departamento en la PSA, esta afición por un animal de granja también obedece a una tendencia cada vez más extendida: los consumidores quieren saber de dónde proceden sus alimentos y cómo se producen. ¿Y qué mejor manera de saberlo que teniendo los animales en casa? “Hay personas que sacrifican sus gallinas para comérselas”, dice Furrer. Sin embargo, la mayoría se contenta con los huevos; sobre todo, los que ponen nombre a sus criaturas y las abrazan con ternura, como en el caso de las adorables gallinas pekín enanas.
En realidad, a las gallinas no hay que mimarlas ni llevarlas en brazos. “A muchas no les gusta”, observa Sarah Camenisch, quien subraya que no son animales para acariciar, sino para observar. Asimismo, hay otros muchos puntos a tener en cuenta a la hora de criar gallinas en casa, por lo que en la primavera de 2023 la OSAV y la PSA lanzaron una campaña nacional con un doble propósito: proteger el bienestar animal y evitar la propagación de epizootias. Así, quien desee criar gallinas en su jardín debe disponer de espacio suficiente. Para que tres gallinas puedan rascar tranquilamente el suelo, picotear y restregarse en la tierra, se necesitan 50 metros cuadrados de pasto.
“Es decisivo salvaguardar los intereses de los animales, independiente- mente del animal que se quiera cuidar: ballenas azules, abejas o gallinas.”
Ex director del zoo de Berna
Hay que tener en cuenta que las gallinas son animales gregarios y que, por lo tanto, no deben criarse solas. Esto significa que se requieren al menos dos o, de preferencia, tres. Es imprescindible que el gallinero pueda cerrarse de forma segura y mida al menos dos metros cuadrados para dar cabida a tres gallinas. También se necesita una pajarera que proteja eficazmente a las aves de zorros y martas; la pajarera también evita tener que encerrar a los animales en el gallinero en caso de epizootias, como la gripe aviar. El coste de esta infraestructura se dispara rápidamente, señala Samuel Furrer, de la PSA: por tres gallinas habrá que pagar entre 1 500 y 4 000 francos (dependiendo de las habilidades de cada quien para realizar estos pequeños trabajos), más unos 400 francos anuales por concepto de pienso. Y es que las gallinas no deben alimentarse con restos de la cocina familiar, sino con piensos especiales o harina de maíz.
De vez en cuando la gallina, o más bien su suerte, llega a ser objeto de sátira en Suiza. Ya lo verá en el breve texto que ofrecemos al final de este artículo.
Al igual que otros animales de compañía, a veces hay que llevarlas al veterinario. Según la Asociación Suiza de Veterinarios, hay clínicas especializadas en el manejo de animales de compañía como aves y conejos: en estos establecimientos, las gallinas son pacientes tan habituales como los perros y los gatos en otras clínicas. Reciben tratamiento por infecciones respiratorias, lesiones o enfermedades del aparato de puesta, lombrices, pulgas, ácaros y otros parásitos. Conclusión: hay que pensarlo bien antes de adquirir un par de gallinas. Además, es obligatorio registrarlas en las oficinas cantonales competentes, para poder tomar medidas de emergencia en caso de epizootias como la gripe aviar o la enfermedad de Newcastle; es posible que las gallinas tengan entonces que permanecer encerradas para evitar la propagación de alguna enfermedad.
Es cierto que la gallina de compañía sigue siendo marginal en comparación con la gallina de granja, de la que se criaron más de trece millones en Suiza en 2022, o sea, un 4 % más que el año anterior. Al mismo tiempo, cada vez más gallinas ponedoras “descartadas” picotean y escarban en los jardines suizos, tras haber sido adoptadas por particulares. Esto se debe a que la industria de cría intensiva deja de interesarse por las gallinas ponedoras durante la muda, que dura entre cuatro y seis semanas, ya que no ponen huevos durante ese lapso. Para las gallinas, esto significa el final prematuro de su vida después de aproximadamente un año, cuando bien podrían vivir de cuatro a seis. Tras la muda, las gallinas vuelven a poner un huevo al día, señala Samuel Furrer, quien valora iniciativas como “Adopte une cocotte” [“Adopta una gallina”] o “Rettet das Huhn” [“Salven al pollo”]. “Esto permite que las gallinas disfruten de una vejez tranquila”. Sin embargo, esto supone que se les proporcionen las condiciones para que logren aclimatarse y adaptarse socialmente, ya que proceden de la cría en masa, donde han sido engordadas con piensos muy energéticos.
¿Es la gallina la mascota que actualmente está más de moda en Suiza? “No podemos afirmarlo a ciencia cierta por falta de datos comparativos”, reconoce Furrer. Pero de lo que no cabe duda es que asistimos a un verdadero boom. De hecho, no sería el primero: las redes sociales están repletas de historias conmovedoras de simpáticos cerditos enanos; pero lo cierto es que, al igual que en el caso de las gallinas, el lugar apropiado para estos animales no es la cama de sus pequeños amos. Para el veterinario Bernd Schildger, ex Director del zoo Dählhölzli de Berna (que también incluye el parque de osos de la ciudad), este es el punto clave: “Lo más importante es proteger los intereses de los animales antes que satisfacer las necesidades de los humanos, ya se trate de una ballena azul, de abejas melíferas o de gallinas”. En principio, Schildger se declara rotundamente a favor de que la gente tenga animales, ya que nos hemos alejado de la naturaleza y de los animales y los hemos desterrado de nuestro entorno y nuestra conciencia. “¿Por qué cree que los mataderos están cercados con alambre de púas?”, pregunta. Dicho de otro modo: ojos que no ven, corazón que no siente. Si tener un animal en casa permite que recupere un lugar en nuestra conciencia, el animal recibirá protección. En el caso de las gallinas, que en las granjas industriales viven a veces en las peores condiciones imaginables, “los particulares que las adoptan como mascotas están haciendo algo positivo”.
Por supuesto, las gallinas son más que meras productoras de huevos: poseen su propio encanto y personalidad. Estos graciosos animales, que nos miran atentamente con la cabeza inclinada arrancándonos una sonrisa, también son comunicativos y, por tanto, bastante ruidosos. De ahí la conveniencia de hablar con los vecinos antes de adquirirlos, recomienda Sarah Camenisch, representante de la PSA. Probablemente tenga razón, si tenemos en cuenta que ha habido casos de ciudadanos suizos citados ante los tribunales por los cencerros de sus vacas o por el tañido de las campanas de iglesia. En general, sin embargo, la gallina parece ser un animal ampliamente aceptado por el toque campestre que da a los jardines urbanos. Además, no es tan controvertida como el gato, responsable de la muerte de miles de pájaros. Pero esto no impide que Samuel Furrer, representante del bienestar animal, salga en defensa de este pequeño felino: además de ponerle un collar con cascabeles, sería muy conveniente que nuestros jardines tuvieran más setos y arbustos para dar mayor cobijo a los pájaros. En este caso también, un mayor acercamiento a la naturaleza debería ser el camino a seguir.
“¿En qué se basa la suerte de los tréboles de cuatro hojas?”, nos pregunta Res, uno de nuestros más fieles lectores, el cual reitera su solicitud de permanecer en el anonimato. Por consiguiente, le ponemos otra vez el nombre de Rolf y le agregamos un asterisco con una pequeña nota: “Nombre cambiado por la redacción de Askforce”.
La respuesta a la pregunta de Rolf* es muy simple: el trébol de la suerte encierra una paradoja, porque es el trébol más desafortunado de todos. Si alguien lo encuentra, está perdido. Si esta plantita normalmente trifoliada (su nombre en latín es Trifolium) extiende sus cuatro hojas hacia el sol a la vera de algún camino, seguro que la arrancarán, la aplastarán en algún diario cursi y, en el peor de los casos, terminará deshidratada y pegada a una empalagosa carta de amor. Esto va para los más jóvenes: la carta de amor es una especie de chat teñido de erotismo y sin aApp. La suerte del trébol de cuatro hojas es, por tanto, extremadamente efímera, excepto si tiene la fortuna de encontrarse en medio de un prado, lejos de cualquier mirada.
Querido Rolf, no hay nada más que agregar. A lo sumo, lo siguiente: que la suerte del trébol de cuatro hojas es exclusivamente del que lo encuentra, y nunca del propio trébol. Por cierto que en cuestiones de suerte nunca hay que dormirse en los laureles.
Porque la suerte no solo se encuentra en los campos de tréboles. El reino animal también tiene sus especies de la suerte. Por ejemplo, si asumimos que el éxito trae la felicidad, entonces la gallina doméstica es el ser vivo más afortunado de la creación: en toda la historia de la evolución no hay otro animal con tanto éxito reproductivo como este, ni con una infancia más segura. El pollito pasa una niñez feliz y despreocupada en los criaderos, con veinte mil compañeros de la misma granja y en un entorno seguro, rodeado de alambre de púas que lo protege del malvado zorro (que entonces se ve obligado a robar gansos). Y así, cada año 45 000 millones de pollos domésticos alcanzan el peso adecuado para ir al matadero en tan solo 35 días, mientras que las pocas gallinas libres y carentes de protección humana tienen que enfrentarse a una dura lucha por sobrevivir entre cinco y siete años.
El día 35 del afortunado pollo pone punto final a su pacífica existencia: se le anestesia boca abajo en una cubeta de agua con corriente eléctrica, se le punciona, extrae la sangre, despluma y destripa. Los efectos secundarios de esta experiencia realmente drástica son al menos 2,25 billones de años no vividos por cada promoción de pollos. ¿Acaso no es fascinante que, a pesar de ello, siempre haya suficientes ejemplares?
¿Quieren saber lo que es un verdadero golpe de suerte? Que, en su 35.o día de vida, un pollito afortunado se tope en su propio hábitat con un trébol de cuatro hojas, y que pueda engullirlo al instante. Y aquí es donde —por muy poéticamente que lo relatemos— se le saltan las lágrimas hasta al más erudito trebólogo.
© Askforce, 2023; www.askforce.ch
Este texto proviene de la colección de artículos de “Askforce”, “instancia especializada en todo” que, desde Berna, lleva más de veinte años divulgando todo tipo de saberes sobre casi todos los temas imaginables.
Comentarios
Comentarios :
Ah, ich hatte vor langer Zeit, als ich im Tessin lebte, auch Hühner, die sehr bald alle der Fuchs geholt hatte.
Nach unserer Auswanderung vor drei Jahren wollte ich wieder welche - es wurden jedoch Stumm-/Warzen-/Barbarieenten. Ursprünglich waren es drei, die wir gegen die Schnecken geschenkt bekommen haben. Mittlerweile bevölkern 17 unseren Garten, geschlachtet hatten wir auch schon einige, das will ich aber nicht mehr. Also essen wir fleissig die ungemein aromatischen, fantastischen Eier, die sich vorzüglich zum Backen von Kuchen und Zopf eignen, nicht jedoch für den Omelette-Teig.
Nie würde ich eine der Enten auf den Arm nehmen (ausser zum Flügel stutzen), aber sie sind faszinierend zum Beobachten und im Gegensatz zu Hühnern picken sie den Boden nicht auf und sie sind - Nomen est Omen - sehr ruhig. Ich liebe unsere Enten :)
Schnecken haben wir übrigens keine mehr.
Quand j'étais petite dans les années soixante, nos poules mangeaient les restes du restaurant et je leur donnais du blé. Les omelettes avaient bien plus de goût qu'aujourd'hui où la nourriture industrielle réservée aux animaux n'améliore pas leur santé, au contraire.