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El derecho al voto de la mujer en Suiza: un retraso del todo deliberado
En 1971, apenas hace cincuenta años, las mujeres suizas obtuvieron el derecho al voto, tras un siglo de lucha. Una de las primeras parlamentarias que ocupó un escaño en el Palacio Federal fue Hanna Sahlfeld-Singer: “Siempre se necesitó mucha voluntad”, recuerda esta suiza que ahora vive en el extranjero.
El día en que las mujeres suizas conquistaron la plenitud de sus derechos ciudadanos fue el 7 de febrero de 1971, cuando, a raíz de una histórica votación, lograron el derecho al sufragio activo y pasivo a nivel federal.
Esto significa que desde entonces las mujeres suizas pueden participar en las votaciones y elecciones, presentar su candidatura al Parlamento y firmar iniciativas populares y referendos. Esto lo decidieron los hombres, pues en aquel entonces eran los únicos que gozaban de la plenitud de sus derechos políticos: las mujeres estaban excluidas del derecho de voto y de elegibilidad, un derecho que existía desde la fundación de la Confederación, en 1848.
Todavía en 1959, los hombres suizos habían resuelto por mayoría conservar este privilegio, al oponerse al sufragio femenino con casi el 70% de los votos a nivel federal. Sin embargo, doce años más tarde esta postura se había vuelto insostenible. “Hoy no hemos venido a pedir, sino a exigir”, proclamó en una gran manifestación en la Plaza Federal Emilie Lieberherr, futura Consejera de los Estados por Zúrich. Dos de cada tres hombres votaron a favor de este cambio. Y en otoño de 1971 se celebraron las primeras elecciones nacionales con participación femenina, a raíz de las cuales once Consejeras Nacionales y una Consejera de los Estados fueron “elegidas con los debidos honores”, como lo anunció el noticiario cinematográfico.
Recuerdos de una pionera
Dos de estas pioneras siguen con vida: Gabrielle Nanchen, del cantón del Valais, y Hanna Sahlfeld-Singer, del cantón de San Galo, ambas del Partido Socialista. Hanna Sahlfeld vive actualmente en Alemania, el país de su esposo. Cuando fue elegida al Consejo Nacional, Hanna Sahlfeld, teóloga, tenía 28 años de edad y era madre de un niño de un año. “El primer día en el Palacio Federal fue emocionante”, nos cuenta Hanna Sahlfeld, que tiene ahora 77 años. Cuando se disponía a ingresar en el Palacio Federal de Berna, la enviaron primero a la entrada de visitantes: una anécdota que hoy por hoy la hace sonreír, pero que constituye una clara muestra de los obstáculos que tuvo que superar.
Mujer, pastora protestante, con ambiciones políticas, madre trabajadora y, además, casada con un extranjero: “Para mucha gente, esto era demasiado”, constata Sahlfeld. En los discursos que había pronunciado en 1970 con motivo de la fiesta nacional, había abogado por el sufragio femenino, lo que suscitó enérgicas reacciones. Sin embargo, no fue ella la que se llevó las críticas: “Todos sabían que no cambiaría de opinión”. Los golpes los tuvo que aguantar su esposo, también pastor; pero él nunca dejó de apoyarla.
Obligada a desistir de su profesión
Hanna y Rolf Sahlfeld deseaban compartir las tareas dentro y fuera del hogar: un modelo familiar poco convencional en aquel entonces. No obstante, esta mujer procedente de una familia obrera se vio obligada a renunciar a su parroquia para poder sesionar en el Consejo Nacional. Así lo exigía una antigua ley, vestigio de una pugna ancestral entre la Iglesia y el Estado y dirigida en contra de los sacerdotes católicos.
“Durante cien años nadie se imaginó que pudiera aplicarse a una mujer joven.”
Una de las primeras mujeres en el Consejo Nacional
Para poder ejercer sus responsabilidades políticas, Hanna Sahlfeld asumió las tareas de voluntariado que, tradicionalmente, incumben a la esposa de un pastor. En el Consejo Nacional luchó, entre otras cosas, por una mejor protección social de las mujeres y por la reducción del límite de velocidad en las carreteras.
Sahlfeld logró un éxito indirecto fuera del Consejo Nacional por el simple hecho de que las mujeres ya tenían representación en este recinto. En 1972 dio a luz por segunda vez, hecho totalmente inédito para una Consejera Nacional en activo. Los medios de comunicación se apoderaron del caso, señalando que sus hijos no tenían la nacionalidad suiza porque su padre era extranjero. Al contraer matrimonio, la propia Hanna Sahlfeld había tenido que presentar una solicitud para conservar su nacionalidad: una discriminación en contra de la mujer que afectaba a numerosas familias binacionales y terminó derogándose en 1978. “Esto permitió a muchas suizas en el extranjero nacionalizar a sus hijos”, comenta Sahlfeld.
“Algo tan nuevo como temerario”
En materia de derechos políticos de la mujer, Suiza era, junto con Portugal y Liechtenstein, uno de los países más atrasados de Europa. Alemania, por ejemplo, había aprobado el sufragio femenino en 1918 y Francia en 1944, a raíz de las convulsiones originadas por las guerras mundiales. No ocurrió lo mismo en Suiza, donde el voto femenino tuvo que superar la barrera de las urnas. Sin embargo, esto no explica del todo por qué este proceso tardó tanto, en una de las democracias más antiguas de Europa. En su libro “Jeder Frau ihre Stimme” [“A cada mujer su voz”], publicado en 2020, la historiadora Caroline Arni llega a la conclusión de que esto obedeció a una decisión deliberada y reiterada: “Este retraso no se debió a un descuido, ni a una falla del motor que venía impulsando la modernización”.
La “cultura suiza de alianzas masculinas”, influida por los mitos fundacionales de la Confederación, también tuvo que ver con este retraso, añade el politólogo Werner Seitz. Además, todos los estratos sociales compartían la idea de una jerarquía fija y preestablecida de los sexos, como ya lo había experimentado en carne propia la jurista Emilie Kempin-Spyri, en 1887: dado que no podía votar por ser mujer, tampoco pudo ejercer su profesión como jueza. Presentó una demanda ante el Tribunal Federal, pero ésta no prosperó: aunque argumentó que el derecho al voto, inscrito en la Constitución, abarcaba también a las mujeres, los jueces consideraron que este razonamiento era “algo tan nuevo como temerario”.
Muy alto el precio a pagar
Desde inicios del siglo XX, cada vez más mujeres –y hombres– empiezan a abogar por el sufragio femenino. Mientras el gobierno federal aborda el asunto con lentitud, algunos cantones toman cartas en el asunto. Los cambios sociales de finales de los años 1960 logran vencer finalmente las reticencias de la Confederación. El último cantón en introducir el voto femenino fue Appenzell Rodas Interiores, en 1990, por orden del Tribunal Federal.
“Siempre se necesitó mucha voluntad para todo”, comenta Hanna Sahlfeld. Fue reelegida en 1975 con amplia mayoría de votos, pero posteriormente dimitió. Debido a su actividad política, su esposo no pudo encontrar trabajo en la Suiza Oriental. La familia abandonó Suiza y empezó una nueva vida cerca de Colonia. Hanna Sahlfeld es una de esas pioneras que allanaron para las mujeres de las siguientes generaciones el camino hacia el Palacio Federal. En su honor se colocaron placas en sus antiguos pupitres. “La lucha valió la pena”, concluye Sahlfeld, aunque ella y su esposo tuvieron que pagar un alto precio por ello en su vida personal. Hoy en día, la igualdad de género se da por sentada. “Sin embargo, agrega, si las mujeres no defienden estos logros, podrían volverlos a perder muy rápidamente”.
Para mayor información sobre los cincuenta años del sufragio femenino en Suiza, consúltese www.ch2021.ch
Las mujeres ante su derecho de voto y de elegibilidad
Desde hace cincuenta años, las mujeres suizas tienen derecho al sufragio, tanto activo como pasivo. Su presencia en los órganos políticos va en aumento. No obstante, para lograr una representación de género equitativa queda camino por recorrer.
Comentarios
Comentarios :
La France qui n’a donné le droit de vote aux femmes qu’en 1944, à la libération n’a d’ailleurs de leçons à donner à personne, mais je voudrais apporter notre témoignage en vous relatant notre expérience et ce qu’a été la nationalité suisse de mon épouse qui n’a pas été « un long fleuve tranquille ».
Mon épouse est née en France en 1948 d’un père et d’une mère tous deux suisses. Ses parents se sont mariés en France en 1943 et ont eu 4 enfants, 3 garçons et une fille (mon épouse). Lorsqu’ils ont eu 18 ans, ils ont tous les 4 été immatriculés au consulat suisse de Besançon. Deux des garçons ont épousé des française et la fille m’a épousé en 1974. Quelques années après, nous nous sommes rendu compte qu’en m’épousant elle avait perdu sa nationalité suisse car elle aurait dû déclarer avant le mariage qu’elle voulait la garder, ce qu’elle ignorait. Pour ses frères aucun problème, il n’y avait pas de déclaration à faire.
Lorsque nous avons su ce qu’il en était, nous avons voulu entreprendre des démarches pour que mon épouse soit réintégrée dans sa nationalité suisse, mais on nous a dit, à l’époque, que c’était impossible.
En 2008, nous avons appris que la loi avait changé et qu’il lui était alors possible de demander sa réintégration. Me sentant responsable indirectement et bien involontairement de la situation, j’ai entrepris pour mon épouse le rassemblement des pièces nécessaires à la constitution du dossier et en 2009 mon épouse a été réintégrée dans sa nationalité suisse.
Je tiens à préciser que notre motivation pour cette réintégration était uniquement affective, tous les membres de la famille de mon épouse étaient suisses et elle seule ne l’était pas ou plutôt ne l’était plus. Aucun intérêt économique ou financier ne nous a guidés ; nous sommes tous deux professeurs retraités de l’Education Nationale et nous finirons nos jours en France.
Alors, tout est bien qui finit bien ? Mon épouse a sa carte d’identité suisse en poche, elle participe par correspondance à toutes les votations. Pour autant, l’égalité avec ses frères est-elle rétablie ? Eh bien non, pas du tout !
Ses frères ont eu des enfants et des petits-enfants qui ont tous la nationalité suisse. Quant à nous, nous avons eu deux filles qui étaient déjà majeures en 2009 et pour cette raison elles n’ont pas obtenu la nationalité suisse avec leur mère et par conséquent nos petits-enfants non plus et je pense qu’il n’y a là pas de recours possible. Toute cette histoire, parce que mon épouse est une femme !
Il doit exister d’innombrables histoires de la sorte qui montrent qu’il y a encore du chemin à parcourir pour obtenir l’égalité des femmes avec les hommes.
Trotz der sonst begründeten Verspätung mache ich meine Stellungnahme zum Thema Gleichberechtigung kurz bekannt: Die Gleichberechtigung von Mann und Frau ist eine Normalität, eine Selbstverständlichkeit. Gleich den anderen Kommentatoren verbeuge ich mich auch vor der sehr geehrten Frau Hanna Sahlfeld-Singer, Vorkämpferin der Gleichberechtigung der Frauen in der Schweiz. Was mir Anlass zu Bedenken Anlass gibt, sind die folgenden Worte der sehr geehrten Frau Hanna Sahlfeld: "Wenn Frauen Erreichtes nicht festhalten, kann es rasch wieder verschwinden."
I read with interest your story about Switzerland finally granting women the right to vote in 1971. My mother Katarina Brun emigrated to Canada in 1956, and after becoming a Canadian citizen in 1968, voted for the first time in her life for Pierre Elliott Trudeau in the age of Trudeaumania.
She was a fervent citizen and took her role as a voter very seriously. Having taught herself to read English, she scanned all the propaganda from the parties and read all the political newspaper stories. Her favorite night of the week was when our local city council was broadcast on television. Popcorn time for her!
I mention this story because it makes me sad to think that Swiss women were so poorly treated for so long, and what leadership potential was wasted by taking so long to include women in the political process.
My mom was a no-nonsense woman who would have made a good politician if given the chance at a younger age. Thankfully the Swiss finally caught up to modernity and that women there are helping to lead the way.
Je fus parmi les premiers à profiter de la loi de 78 sans pour autant connaitre les efforts et sacrifices déployés par Hanna.
Femme de conviction. Elle a doublement sacrifié sa vie. Une première fois, sa vie familiale contre sa vie politique et une seconde fois pour l'inverse.
J'espère que ses enfants en soient conscients et fières d'être Suisses, comme je le suis.
J'ai toujours pris l'habitude de dire qu'avant d'être binational je suis biculturel et ça me rend encore plus fière !!!
https://appell.frauenrenten.ch/unterschreiben
Gleichberechtigung bedeutet in der Schweiz noch immer nicht "gleich". Aber der Kampf von Frau Sahlfeld und ihren Mitstreiterinnen, zu denen ich mich seit den 70er Jahren zähle, haben den Weg geebnet.
Aber: Wieso bekomme ich als Frau weniger AHV als ein Mann? Auch ich habe meine Beiträge immer bezahlt. Und viele, viele Jahre als Auslandschweizerin das Ansehen der Schweiz, in der Arbeit und im Integrationswillen hoch gehalten. Ich habe Kinder grossgezogen und zu anständigen, steuer- und AHV-bezahlende Schweizern erzogen - zusammen mit meinem Mann, ich erwähnte das hier explizit.
Wenn das Rentenalter der Frauen auf 65 Jahre oder mehr, angehoben wird, MUSS eine Frau denselben AHV-Betrag erhalten wie ein Mann, allenfalls sogar rückwirkend. Frauen leisten mehr als nur einen finanziellen Beitrag. Mütter schenken ihrem Bürgerland die Zukunft! Das wird noch immer nicht gewürdigt. Die Bezüge MÜSSEN geändert werden. Es reicht nicht, nur die "Gleichberechtigung für den Rentenbezug" zu ändern. Es MUSS auch der Rentenbetrag entsprechend angepasst werden.
Es gibt noch so viel, das angepasst und für Mädchen und Frauen vereinfacht werden muss, in Jobs, Studium, Auslandschweizerjobs, Integration von Migranten, Erstbildung für ALLE Kinder schon im Kindergarten, Wohnsituationen etc.
Seit so vielen Generationen ist das ein Endlosthema. Wann endlich enden die Diskussionen in der Gesellschaft um die Gleichstellung von Mann und Frau? Steht doch im Grundgesetz! Wann endlich ist die Gleichstellung eine Selbstverständlichkeit und nicht mehr vom kleinen und grossen Unterschied abhängig?
Es ist genau wegen dem Willen, dass die Frauen ihr Stimmrecht kriegten und nicht nur das. Das ist auch richtig so und wurde über die Zeit als eine Normalität akzeptiert. Seit dem ist jedoch eine gute Zeit vergangen und es ist eigentlich gar nicht nötig, dass dieses Thema aufgewärmt wird, nur um die guten Bürger zu verwirren. Das ist ein Konzept der linken Identitätspolitik und es ist Zeit, dass man über diese hinwegkommt und dass die Männer die Frauen akzeptieren, wie sie sind und die Frauen vise versa. Das kann gut sein ohne Politiker, wo sich stehts in das Privatleben der Menschen einmischen wollen.
Nick, Du sprichst nur so, weil du Mann bist.
Ich lebe in USA, bin aber Schweizerin (100%), geboren in Zürich, 1961.
Nick, you only speak the way you do because you are a man. You obviously have no idea of the situation as a woman. If you did, you would celebrate their achievements. And NO, equality is STILL not a 'done deal'. But that doesn't concern you, does it? So the BEST you could DO is to REALLY open your eyes and SUPPORT women in their equality with men which (unfortunately) they had to FIGHT so hard for.
Nick Durrer, Sie haben es noch nicht begriffen!
Wir Frauen haben immer noch nicht die gleichen Rechte, immer noch nicht die gleiche AHV, immer noch nicht die gleichen Löhne. die Gleichberechtigung für Frauen braucht immer noch viel Arbeit und vor allem von Männern wie Sie brauchen wir einen Einstellungswechsel.
persönlich habe ich die diskussion um das frauenstimmrecht in zürich in meiner jugend erlebt. die schule ( damals höheren töchterschule der stadt zürich genannt) hat mir die augen geöffnet, vorallem der geschichtslehrer. in meiner familie wurde das problem marginalisiert oder lächerlich behandelt.
Super Artikel. Gut, dass Frauen so stark sind.