Tema Clave
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“¡Abajo los Alpes, que se vea el Mediterráneo!” Así rezaba el lema de un movimiento juvenil de los años ochenta, que denunciaba la estrechez de miras de la cultura burguesa en Suiza.
Cabe reconocer que desde entonces se ha hecho realidad esta anhelada ampliación de horizontes. Porque el Mediterráneo se acerca, al menos en el mapa climático. Al caer el sol, a los días de calor les suceden noches tropicales, lo cual crea un auténtico ambiente sureño y mediterráneo. Desde hace algunos veranos, la vida al norte de los Alpes también tiende a desarrollarse cada vez más al aire libre. Al instalar sillas y escenarios en las plazas, las ciudades contribuyeron a animar el espacio público. Calles enteras se convirtieron en bares al aire libre; los parques se transformaron en cines bajo las estrellas y las orillas de los ríos y lagos en zonas de barbacoas y áreas de esparcimiento. Miles de personas disfrutaban así de los encantos del verano, mientras que otras se incomodaban por el ruido y los olores.
Este año, todo es diferente. Durante los últimos meses, la epidemia del coronavirus ha obligado a la gente a retirarse a sus viviendas. En vez de la mentalidad abierta propia del ambiente mediterráneo, el lema ahora es “social distancing”. ¿Cómo cambiará esta experiencia radical del distanciamiento prescrito nuestra vida cotidiana en las ciudades? No cabe duda de que esto será algún día tema de investigación para los sociólogos. En el mejor de los casos, la crisis del coronavirus pasará pronto y el espíritu cívico continuará vivo. En ese caso, las ciudades no serán sólo más mediterráneas, sino también más humanas. Lo que no pasará será la crisis climática y los desafíos que deberán enfrentar las ciudades ante las olas de calor.
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