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En el cantón de los Grisones, más del 65 % de la agricultura es biológica: un récord suizo, que ha sido posible gracias a la agricultura de montaña y el turismo. Adoptar el enfoque ecológico es una opción no solo económica, sino también ideológica.
En esta mañana de enero, la granja de la familia Heinrich está inmersa en la sombra. Marcel y su esposa Sabina cuentan los días que faltan para que regrese el sol: habrá que aguantar algo más de una semana. Bienvenidos a Las Sorts, un caserío en el valle del Albula situado a mil metros de altitud, a corta distancia del famoso viaducto ferroviario de Landwasser.
La granja de Las Sorts –un nombre que significa literalmente “destino”– tiene la misma trayectoria que otras muchas en los Grisones: la transición hacia lo biológico ocurrió a través de la venta de leche producida en pastos libres de todo fertilizante sintético. “Mi padre fue uno de los primeros campesinos del valle que dio el paso”, cuenta Marcel, quien empezó trabajando como leñador. Este paso no era evidente. Al principio, la leche de los pioneros de la agricultura ecológica se recogía sin hacer distinciones. Sin embargo, a partir de los años 1990 la gran cooperativa de consumo Coop, en busca de productos biológicos, empezó a ponerse en contacto con las queserías.
Puesto que esta leche se compra a mejor precio y que aquí la agricultura ya es, en amplia medida, de tipo ecológico, muchos granjeros se animan.
Presidente de Bio Grischun
“A este auge ha contribuido la mentalidad abierta de los campesinos grisones”, añade Martin Roth, asesor en el centro cantonal de formación agrícola.
En Las Sorts, el producto estrella es la papa de montaña. La familia Heinrich produce cada año cerca de 70 toneladas de más de 40 variedades, desde la Vitelotte, una papa violácea con sabor a castaña, hasta la refinada Corne de Gatte, belga. Este cultivo requiere mucho trabajo manual, en pequeñas parcelas que se cultivan en rotación. “Es una opción exigente, que ayuda a comprender los ciclos de la naturaleza. En la agricultura ecológica se perciben detalles que pasarían inadvertidos desde lo alto de un tractor”, concluye Marcel. En este instante aparece un zorro delante de la casa, lo que motiva una pequeña alerta, ya que la granja tiene su gallinero. ¡En el valle viven también lobos! “A veces los oímos aullar cerca de la granja y encontramos osamentas de ciervos; pero hasta hoy no nos han causado ningún problema”, asegura Marcel en tono tranquilizador.
En estas tierras altas, los agricultores ecológicos deben crear productos que llenen un nicho de mercado. Así, la familia Heinrich participó en la fundación de una academia de la papa, que reúne a aficionados a variedades raras. “Las papas biológicas tienen un sabor muy intenso. Algunos chefs me dicen que su valor nutricional es cuatro veces superior al de las papas que produce la agricultura convencional”, se alegra Marcel. A Marcel le encanta compartir sus conocimientos, pero no es “un sacerdote de lo ecológico”. Su proyecto más reciente es el cultivo de una antigua variedad de habichuela. En 2020, tras cinco años de ensayos, la cosecha de esta variedad resistente al frío alcanzó los 1500 kilos.
En Las Sorts, cerca del 65% de los ingresos procede de las ventas directas. El resto proviene de las ayudas de la Confederación. “La parte de nuestros ingresos que procede de la venta es elevada para una región de montaña”, prosigue Marcel. Él renunció a vender a los grandes distribuidores, un sistema que considera “poco estable y que nos ata las manos a los campesinos”. Dejamos la cordial calidez del hogar de los Heinrich, con su estufa y sus haces de leña apilados en el cuarto de baño, y nos dirigimos hacia Filisur.
Más al norte nos encontramos con Georg Blunier y su esposa Claudia. Su granja, que alquilan a un campesino, domina el Rin y ofrece estupendas vistas sobre este río. El frío es cortante y el sol irrita los ojos. Bienvenidos a Dusch, a 850 metros de altitud. La vida en común de esta pareja arrancó en la ciudad. Pero después de pasar dos veranos en las praderas alpinas del Valais y de los Grisones, ¡decidieron lanzarse a la agricultura! Georg Blunier era diseñador gráfico y artista en Biena. Ahora lo vemos con los pies en el barro, trabajando 70 horas a la semana. “En el arte, creas problemas para encontrar soluciones. En la agricultura, sigues el ritmo que te impone la naturaleza y ves los resultados concretos de tu trabajo.”
Los campesinos de Dusch –una granja que adoptó la agricultura ecológica en 1989– cultivan cereales y fruta. Pero el nicho comercial que explota la granja es la carne de la vaca gris rética, que representa en torno al 30 % del volumen de negocio. En 2018, por primera vez en Suiza, se le concedió a Georg el derecho de matar a sus becerros en su propia granja, donde un carnicero se encarga de aturdir y desangrar a los animales. Está práctica evita el estrés que genera su traslado al matadero. Aquí, los becerros se alimentan con la leche de sus madres durante doce meses y se matan a la edad de dos años. La carne empaquetada se entrega a domicilio.
Siguiendo el curso del Rin llegamos a la granja de Malans, con sus viñedos orientados al sur. Aquí, la nieve se ha retirado de las plantaciones. Valérie Cavin, valdense que se crio en Zúrich, y su cónyuge grisón Roman Clavadetscher cultivan media hectárea de viñas. Sus botellas de Pinot noir biológico se venden como pan caliente; pero aquí, el nicho de mercado son los pollitos machos que, en vez de sacrificarse tras su eclosión, se crían junto con las hembras, en cuatro pequeñas granjas móviles. “Los restaurantes gastronómicos nos compran los pollos machos, y eso les permite contar una historia a los clientes sobre este manjar. Otros consumidores eligen esta opción por razones éticas y compran nuestros huevos a un precio más elevado para ayudar a financiar esta avicultura”, explica Valérie Cavin.
Otro nicho es la producción de ajos biológicos, que requiere un intenso trabajo manual. En 2020, la granja de Malans produjo tres toneladas. Valérie, agrónoma diplomada al igual que su marido, señala que solo el 10 % de los ingresos proviene de subsidios públicos. La pareja, que llegó a Malans en 2003, ha conservado sus empleos anteriores: ella como docente en el ámbito agrícola y él como asesor para cultivos biológicos. “Esta opción nos ofrece más libertad y seguridad, por si acaso nuestras papas se estropearan, por ejemplo, debido a una helada”, señala Valérie.
Gracias a un mayor apoyo por parte de la Confederación, el movimiento ecologista está extendiéndose de valle en valle. “Pero la elección de adoptar este enfoque sigue siendo una decisión del corazón”, considera Claudio Gregori. En cualquier caso, los campesinos entrevistados en los Grisones comparten la misma opinión: la agricultura no tardará en morder la mano que le da de comer si continúa recurriendo a insumos químicos. Los cultivos biológicos tienen mayor resiliencia. Y sobre todo, el costo real de la agricultura ecológica sería más bajo si se tomaran en cuenta los costos externos de la agricultura intensiva, con todo y sus estragos. “Al final, son las elecciones alimentarias de los consumidores suizos las que decidirán sobre el ritmo de esta transición”, concluye Georg Blunier.
A finales de 2019, los Grisones contabilizaban 1291 explotaciones ecológicas, de las cuales 1255 (sobre un total de 2 067 granjas) llevan el sello “Yema Biológica”, de Bio Suisse. Por tanto, el porcentaje de granjas biológicas se eleva al 62,5 %. Es un récord suizo, tanto en términos absolutos, como relativos. En Suiza, lo ecológico representa un 10 %, aproximadamente, del mercado alimentario.
(SH)
Comentarios
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Herzliche Grüsse Marlise Kämpfer
Fazit: ein Grossteil der Schweizer Bevölkerung muss offensichtlich auch heute noch gut rechnen, um ihr Monatsbudget einigermassen unter Kontrolle halten zu können. Das heisst eben, unter anderem, auch die Lebensmittel möglich günstig einzukaufen – also im Supermarket und nicht beim teuren Bio-Bauern. Nur ein Bruchteil der CH-Bevölkerung kann sich den Luxus erlauben, täglich teure Bio-Basis-Nahrungsmittel zu kaufen. Kommt noch dazu, das bei vielen Konsumenten der Verdacht besteht, dass Bio-Produkte, die im Supermarket angeboten werden, gar nicht sooo “Bio” sind und nur wegen der Bio-Etiquette zu einem höheren Preis verkauft werden.
Das ist die Situation in der reichen Schweiz. In weniger reichen Ländern in Europa und gar in den armen Entwicklungsländern in Asien, Afrika und Lateinamerika, die den grössten Anteil der Weltbevölkerung stellen, ist der Anteil der nicht-kaufskräftigen Bevölkerung immens höher, als in der Schweiz, und diese Menschen sind nur in der Lage – wenn überhaupt - die allerbilligsten Lebensmittel einzukaufen, um ihre Familien schlecht und recht ernähren zu können
Fazit: Bio-Produkte sind leider vor allem ein Luxus, den sich nur “reiche” Konsumenten leisten können und die Verkaufsmengen der Bio-Produkte werden deshalb beschränkt bleiben und werden aus diesem Grund auch weder das Weltklima noch generell die Essensgewohnheiten der Menschen beeinflussen können.
Very, very encouraging ! I was so surprised to read that almost 2/3 of farmers in Graubuenden farm organically. As a Swiss I am also proud of that. Natural and regenerative farming is the only way forward. It has always been like that and will be so in the future. Short term profit for a few only is not sustainable anymore.
We participate by producing and selling grass fed organic beef here in Montana.
Large scale farming does a poor job on both vegetables and livestock. Instead of letting a crop field rest, chemical fertilizers are simply added to keep it going which exhausts the land. The best thing for the earth would be smaller, largely organic and mixed use farms. On a smaller farm crops are rotated and on a rest year from cash crops that area will be grazing pasture for livestock, who naturally fertilize the land. There is an up and coming generation of farmers with a focus on regenerative practices, who are concerned with sequestering carbon and bringing their farms to a point where they are a net negative in carbon emissions. To do so requires crops and livestock. Is it any surprise that what small farmers were already doing before big industry arrived was maybe the best way for our planet?
I am so glad to see the farming community going full circle in my life time. What commendable farmers. The rewards for them will be so much greater than just the Francs they earn. Thanks to all the organic farmers!
May these wonderful farmers inspire others to follow their example. Beside giving us nutritious food, they are good stewards of precious land now and for posterity. I salute them.
Une fois de plus la Suisse donne l’ exemple. J’ habite la Colombie un des pays andins où se commercialisaient il y a une vingtaine d’années une soixantaine de variétés de pommes de terre. Aujourd’hui, à cause de la politique des hypermarchés, où le capital français est présent, une bourgeoise ne trouve sur les rayons que trois variétés! Heureusement il existe une réaction de la part de la paysannerie et de jeunes ecosensibles qui permet la récupération de variétés laissées en dehors du circuit. Et celles ci se cultivent bio. Ainsi on suit l’exemple suisse de la conservation de la biodiversité associée au bio.
Bonjour, j'ai lu avec beaucoup d'intérêt les articles de Stéphane Herzog relatant les activités de ces courageux agriculteurs de montagne. La tendance de l'alimentation en produits Bio est en nette hausse et c'est très bien. Puissent nos paysans, de montagne ou de plaine, subvenir à leurs besoins par leur seule activité, ce qui sera le cas si la population joue le jeu en payant les produits un peu plus cher à la caisse.
Article très intéressant. Chapeau bas devant cette persévérance! Quelle est en "français fédéral" la définition du verbe "allaiter"? dans mon français, c'est la vache qui allaite son veau et non l'inverse. Bien cordialement.
Dieser Artikel gibt mir Hoffnung und ich bin dankbar für die harte Arbeit von den vorgestellten und allen anderen Biobauern. Meiner Ansicht nach, zusammen mit dem SR-Artikel über die Fungizid-Rückstände im Grundwasser, ist biologischer Anbau "a no-brainer", und ich verstehe nicht, warum man der konventionellen Landwirtschaft soviel Raum zur Erdvergiftung lässt. Das kann nur wirtschaftlichem Druck zugeschrieben werden.
Hut ab von diesen tüchtigen Unternehmer! Es ist für meine Seele eine wohltuende Genugtuung festzustellen, wie hier zusammen mit Natur gelebt und gearbeitet wird! Dafür herzlichen Dank und weiterhin viel Freude und viele Kunden!