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No sólo la famosa ciudad italiana de Venecia registra una afluencia masiva de turistas. En ciertas localidades suizas, como Lucerna e Interlaken, también puede hablarse de “sobreturismo”. En cambio, otras regiones del país siguen a la espera de visitantes y no pocos hoteles se ven obligados a cerrar.
Gracias a sus maravillosos paisajes alpinos y sus ciudades que invitan a la compra, Suiza es un destino atractivo para los viajeros. En 2018, la hostelería suiza registró un récord de 38,8 millones de pernoctaciones, lo que demuestra que el turismo suizo se ha recuperado tras unos años difíciles. Desde 2008 se habían hecho sentir los estragos de la crisis económica y financiera, a lo que se sumó, hace cuatro años, el shock del franco suizo: tras el abandono del tipo mínimo de cambio frente al euro por parte del Banco Nacional y la revaluación del franco, Suiza se había vuelto demasiado cara, sobre todo para los visitantes europeos. Los responsables del turismo hacían previsiones sombrías. Sin embargo, el número de turistas ha vuelto a aumentar, y en algunos lugares este auge ha sido tan intenso que la población empieza a manifestar su descontento.
Es justamente lo que ocurre en Lucerna, junto al lago de los Cuatro Cantones, con vistas a las montañas y con su famoso Puente de la capilla. Aquí se cuentan más de 20 000 visitantes al día en temporada alta, entre ellos muchos norteamericanos y grupos de turistas asiáticos. En mayo, 12 000 turistas chinos llegaron casi simultáneamente a la ciudad. Fue el grupo de visitantes más grande que ha llegado hasta ahora a Suiza. La afluencia tiene ventajas, como lo demuestra un estudio de la Escuela Superior de Lucerna. Tan sólo en las tiendas de relojes, joyería y souvenirs ubicadas en la plaza central de Lucerna, donde se estacionan los autobuses, los grupos de turistas generaron en 2017 ingresos de 224 millones de francos: una cifra impresionante, incluso para Suiza.
Pero mientras que los ingresos se disparan, los habitantes se molestan por el tráfico y el bullicio en el casco urbano. Se quejan de que la oferta en las tiendas sólo se orienta a los turistas. La situación se ha convertido en asunto político. El Parlamento de Lucerna aprobó hace poco una iniciativa de los Verdes que prevé medidas drásticas, como una regulación a través de los precios y un tope en el número de camas de hotel. El gobierno municipal pronto deberá definir su concepción del turismo para el año 2030, pues es probable que la afluencia continúe en aumento. ”La causa principal del turismo de masas son los crecientes flujos de turistas a nivel global”, comentó Jürg Stettler, investigador de turismo de Lucerna, en una entrevista que concedió a Panorama Suizo (ver página 8).
También en la cercana montaña Rigi, los habitantes sienten el peso de las masas. El año pasado, los trenes del monte Rigi transportaron casi a un millón de personas, otro nuevo récord. Además de los suizos, también grupos de turistas de China y Corea del Sur visitan el Rigi. Los ferrocarriles tienen planes de ampliación, pero esto suscita resistencias. En una petición, miles de personas, entre ellos algunos famosos como el humorista Emil Steinberger, pretenden evitar que el Rigi se convierta en un “Disney World” (véase también Panorama 4/2018). La protesta tuvo éxito. Los vecinos, los municipios y los responsables del turismo firmaron hace poco la Carta “Rigi 2030”, en la que se comprometen a adoptar un desarrollo sostenible para esta popular montaña.
Interlaken, en el Oberland Bernés, también ha experimentado en los últimos años un notable incremento de su afluencia turística. Además de los asiáticos que viajan cómodamente en tren hasta el Jungfraujoch –Patrimonio Mundial de la Unesco– a 3 000 m de altitud, llegan muchos árabes a este popular destino situado entre el lago de Thun y el de Brienza. Los adinerados turistas procedentes de los países del golfo Pérsico viajan individualmente: un turista árabe gasta 420 francos al día, sin contar el hospedaje. En comparación, un visitante chino gasta 380 francos, y uno suizo, 140. Casi el noventa por ciento de quienes trabajan en Interlaken viven del turismo. No es de sorprender que se busque afanosamente el lucrativo mercado de Oriente Próximo.
Sin embargo, aquí la población también muestra “efectos de saturación”, como indica un estudio de la Universidad de Berna. Algunas turistas árabes llaman la atención por su velo integral. A diferencia de lo que ocurre en el Tesino, en el cantón de Berna no está prohibido el nicab, aunque sí provoca asombro. Para evitar malentendidos interculturales, la organización turística de Interlaken apuesta por la información: el personal turístico recibe una formación especial, los visitantes árabes que desconocen las costumbres locales disponen de un punto de contacto y una guía informativa en la que se les explican, entre otras cosas, las reglas de tráfico, ya que suelen viajar en coches de alquiler.
Debido al impacto de las redes sociales, hasta los lugares más alejados alcanzan fama mundial. Tal es el caso del hostal alpino Aescher-Wildkirchli, en el cantón de Appenzell Rodas Interiores, fotografiado por turistas Instagram del mundo entero. El pequeño hostal sucumbió ante la afluencia de turistas, obligando a sus gerentes a cerrarlo en 2018. Debido a situaciones como ésta, el llamado “sobreturismo” y sus efectos negativos ocupan cada vez más el centro de los debates. Incluso la Asociación Suiza de Turismo, que representa los intereses de este sector, elaboró hace poco una declaración de posición al respecto. Pero el representante de la asociación, Robert Zenhäusern, relativiza el problema: “El fenómeno sólo se presenta en Suiza de forma puntual, en unos pocos lugares”.
Zenhäusern afirma que los turistas se distribuyen en Suiza de forma desigual. Ciertas zonas montañosas del Valais y de los Grisones, apartadas de los circuitos de los operadores turísticos internacionales, todavía no atraen a suficientes visitantes. La demanda de los europeos sigue siendo menor que antes de la crisis. Según Zenhäusern, esta situación debe revertirse, pues la otra cara del “sobreturismo” se ve claramente en algunas regiones. Según datos de Hotelleriesuisse, cada año cierran casi cien hoteles en Suiza, debido al parecer a sus márgenes de ganancia demasiado reducidos. Además, en algunos lugares faltan inversores para sanear la infraestructura turística. No cabe duda de que cuando un hotel o un tren deja de operar, esto afecta gravemente la economía de un área montañosa. Se exige un mayor apoyo estatal, pero el sector turístico opina que Suiza también debe estar preparada para hacer frente al auge mundial del turismo. Para evitar aglomeraciones excesivas en las horas pico y no abusar de la tolerancia de la población, el sector apuesta por una mejor gestión de los flujos de turistas: en lugar de hacer de Suiza un destino exclusivo de invierno o de verano, por primera vez se promueve ahora la temporada otoñal.
El crecimiento económico y la mayor libertad para viajar hacen que cada vez más chinos se desplacen por el mundo. Este fenómeno se percibe también en Suiza. En 2005, los turistas chinos reservaron 17 500 noches de hotel, y en 2018 casi 147 300. Los expertos en turismo esperan que esta tendencia continúe, pues actualmente sólo el diez por ciento de los 1 400 millones de chinos cuentan con un pasaporte. (SWE)
No todos quienes viajan a Suiza buscan lo nuevo; también hay muchos que buscan lo antiguo. O, dicho de otra manera, visitan su antigua patria. Entre los visitantes hay decenas de miles de suizos en el extranjero que viajan para refrescar su relación con Suiza. No hay cifras exactas, ya que las estadísticas turísticas registran el país de origen de los viajeros, mas no su relación con Suiza.
Sin embargo, una encuesta realizada por la Organización de los Suizos en el Extranjero entre 35 000 personas arroja valiosa luz sobre este punto: el 68 por ciento de los encuestados respondieron que viajan a Suiza una o varias veces al año; casi la tercera parte afirmó viajar tres veces o más a Suiza; y una décima parte visita Suiza, como mínimo, cinco veces al año. Con una cifra actual de 760 000 suizos en el extranjero, cualquier extrapolación permite concluir que la “Quinta Suiza” forma un grupo de visitantes muy nutrido.
Desde el punto de vista económico, los huéspedes de la “Quinta Suiza” representan, sin duda alguna, un factor muy importante para la industria turística. Mientras que los turistas extranjeros permanecen menos de tres noches en Suiza (2,1 noches en 2017), los de la “Quinta Suiza” se toman más tiempo. Una mayoría clara permanece ocho días o más, la cuarta parte más de dos semanas. Su comportamiento en cuanto a souvenirs es “clásico”: compran sobre todo chocolate, queso, vino y relojes. No son tan importantes para la hostelería, pues la mayoría de ellos duermen en casa de amigos o de parientes.
Hay un motivo principal para los viajes de los miembros de la “Quinta Suiza”: nada fortalece más los lazos con Suiza que visitarla regularmente, como se desprende claramente de la encuesta. Para mantener estos lazos, el segundo puesto corresponde a la lectura de“Panorama Suizo”. El tercer puesto le corresponde a la participación política, aunque debe tenerse en consideración que la encuesta se realizó antes de que se cuestionara la votación electrónica. (MUL)
Leer más: “Todos quieren ir a los mismos lugares”
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Doch während die Einnahmen sprudeln, stören sich Einheimische am Verkehrsaufkommen und am Gedränge in der Innenstadt. Das Ladenangebot richte sich nur noch an Touristen aus, klagen sie. Die Situation ist zum Politikum geworden. Das Luzerner Parlament stimmte kürzlich einem Vorstoss der Grünen Partei zu, in dem auch einschneidende Massnahmen wie eine Steuerung über den Preis und eine Obergrenze für Hotelbetten vorgeschlagen werden. Nun muss die Stadtregierung einen Bericht ausarbeiten, wie sie sich den Tourismus im Jahr 2030 vorstellt. Denn der Andrang dürfte weiter zunehmen. «Hauptursache für den Massentourismus sind die global wachsenden Tourismusströme», sagt der Luzerner Tourismusforscher Jürg Stettler im Interview mit der «Schweizer Revue» (siehe Seite 8).
Auch beim unweit von Luzern gelegenen Ausflugsberg Rigi bekundet die Bevölkerung Mühe mit den Massen. Letztes Jahr beförderten die Rigi-Bahnen knapp eine Million Personen, neuer Rekord auch dies. Neben den Schweizern selber zieht es Gruppenreisende aus China und Südkorea auf die Rigi. Die Bahnen hegen Ausbaupläne, doch dagegen formierte sich Widerstand. In einer Petition wandten sich Tausende, darunter Prominente wie der Kabarettist Emil Steinberger, gegen die Rigi «als Disney World» (siehe auch «Revue» 4/2018). Der Protest fruchtete. Einheimische, Gemeinden und Tourismusverantwortliche unterzeichneten vor Kurzem die Charta «Rigi 2030». Darin bekennen sie sich zu einer nachhaltigen Entwicklung des begehrten Bergs.
Interlaken im Berner Oberland erlebte in den letzten Jahren ebenfalls ein markantes Tourismuswachstum. Neben Asiaten, die bequem per Bahn auf den Dreitausender Jungfraujoch – Unesco-Welterbe – fahren, kommen viele Araber in die Top-Destination zwischen Thuner- und Brienzersee. Die aus den Golfstaaten stammenden Touristen reisen individuell, und sie sind kaufkräftig. 420 Franken gibt ein arabischer Tourist pro Tag aus, Übernachtung nicht einberechnet. Zum Vergleich: Ein chinesischer Gast lässt 380 Franken liegen, ein schweizerischer 140 Franken. Fast neunzig Prozent der Beschäftigten in Interlaken leben vom Tourismus. Kein Wunder, bemüht man sich intensiv um den lukrativen Nahost-Markt.
Doch auch hier zeigen sich bei der Bevölkerung «Sättigungseffekte», wie eine Studie der Universität Bern festhält. Nicht zuletzt fallen gewisse arabische Touristen wegen vollverschleierter Frauen im Strassenbild auf. Anders als im Tessin gibt es im Kanton Bern kein Verbot, den Niqab, also den Gesichtsschleier, zu tragen. Befremden löst er trotzdem aus. Die Interlakner Tourismusorganisation setzt auf gegenseitige Aufklärung, um interkulturellen Missverständnissen vorzubeugen. Touristisches Personal wird speziell geschult, für die mit den hiesigen Gepflogenheiten unvertrauten arabischen Gäste gibt es neu eine Anlaufstelle und einen Info-Guide. Darin werden ihnen unter anderem die Schweizer Verkehrsregeln erklärt, weil sie oft im Mietauto unterwegs sind.
Durch die Wucht sozialer Netzwerke im Internet erlangen mitunter auch abgelegene Plätzchen internationale Berühmtheit. Wie das Berggasthaus Aescher-Wildkirchli im Kanton Appenzell-Innerrhoden, das bei Instagram-Touristen aus aller Welt zum Fotosujet wurde. Das winzige Gasthaus hielt dem Andrang nicht stand, die damaligen Pächter gaben 2018 auf. All dies führt dazu, dass negative Begleiterscheinungen des Massentourismus in der Schweiz vermehrt unter dem Begriff «Overtourism» öffentlich diskutiert werden. Sogar der Schweizer Tourismus-Verband, der die Interessen der Branche vertritt, erarbeitete jüngst ein Positionspapier dazu. Doch Verbandsvertreter Robert Zenhäusern relativiert: «Das Phänomen tritt in der Schweiz nur sehr punktuell an einigen wenigen Hotspots auf.»
Zenhäusern sagt, die Touristen seien in der Schweiz ungleich verteilt. Berggebieten im Wallis und Graubünden abseits der von internationalen Pauschalanbietern angesteuerten Ziele fehlten nach wie vor Gäste. Die Nachfrage bei den Europäern liegt immer noch unter dem Stand von einst. Sie gilt es laut Zenhäusern zurückzugewinnen. Denn die Kehrseite des «Overtourism» zeigt sich in gewissen Gegenden durchaus deutlich. Nach Angaben von Hotelleriesuisse machen Jahr für Jahr rund hundert Schweizer Hotels dicht. Vor allem enorm geschrumpfte Margen scheinen das Problem zu sein. Manchenorts fehlt es auch an Investoren für eine sanierungsbedürftige touristische Infrastruktur. Klar ist: Muss ein Hotel oder eine Bahn schliessen, trifft dies eine Bergregion wirtschaftlich stark. Politische Forderungen nach mehr staatlicher Unterstützung liegen auf dem Tisch. Auf die weltweit wachsende Reisetätigkeit muss sich die Schweiz aber auch nach Einschätzung ihrer Touristiker vorbereiten. Um Belastungsspitzen zu vermeiden und die Toleranz der Einheimischen nicht überzustrapazieren, setzt die Branche auf eine Lenkung der Touristenströme, auch zeitlich: Statt sich nur als Winter- und Sommerdestination zu empfehlen, wird jetzt erstmals der Herbst als eigenständige Saison vermarktet.
Wirtschaftswachstum und erleichterte Reisebestimmungen führen dazu, dass immer mehr Chinesinnen und Chinesen auf Reisen gehen. Das bekommt auch die Schweiz zu spüren. Im Jahr 2005 sorgten chinesische Touristen erst für rund 17 500 Logiernächte, 2018 waren es schon rund 147 300. Tourismusexperten erwarten, dass sich der Trend fortsetzt. Denn bisher besitzen erst zehn Prozent der rund 1,4 Milliarden Chinesen einen Reisepass. (SWE)
Nicht alle, die die Schweiz besuchen, suchen das Neue. Etliche suchen das Alte. Oder anders gesagt: Sie besuchen ihre alte Heimat. Unter den Feriengästen sind nämlich Zehntausende von Auslandschweizerinnen und Auslandschweizern, die reisenderweise ihre Beziehung zur Schweiz auffrischen. Exakte Zahlen fehlen, denn touristische Statistiken erfassen zwar das Herkunftsland der Gäste und fragen aber nicht nach ihrem Bezug zur Schweiz.
Eine Umfrage der Auslandschweizer-Organisation bei 35 000 Personen liefert aber klare Anhaltspunkte. 68 Prozent der Antwortenden gaben an, einmal oder mehrmals pro Jahr die Schweiz zu besuchen. Ein knappes Drittel sagte, sogar dreimal oder häufiger in die Schweiz zu reisen. Ein Zehntel besucht die Schweiz mindestens fünfmal pro Jahr. Bei aktuell 760 000 Auslandschweizerinnen und -schweizern führt jede Extrapolation zum Schluss: Die Schweizerinnen und Schweizer aus der Ferne sind für ihre alte Heimat eine beeindruckend grosse Gästegruppe.
Aus volkswirtschaftlicher Sicht sind die Urlauber aus der Fünften Schweiz durchaus ein ökonomischer Faktor. Während ausländische Touristen im Schnitt keine drei Nächte in der Schweiz verweilen (2017: Ø 2,1 Nächte), nehmen sich Urlauberinnen und Urlauber aus der Fünften Schweiz Zeit. Eine klare Mehrheit ist acht Tage oder länger auf Besuch, ein Viertel länger als zwei Wochen. Gehts um Souvenirs, verhalten sie sich «klassisch»: Sie kaufen als Mitbringsel primär Schokolade, Käse, Wein und Uhren. Nicht gar so stark ins Gewicht fallen sie für die Hotellerie: Eine klare Mehrheit übernachtet bei Freunden und Angehörigen.
Ein Motiv der Urlauberinnen und Urlauber aus der Fünften Schweiz sticht heraus: Nichts stärke die Bindung zur Schweiz besser als ein regelmässiger Besuch. Dies geht aus der Umfrage deutlich hervor. An zweiter Stelle steht punkto Bindung zur Schweiz übrigens die «Schweizer Revue». An dritter Stelle folgt die Möglichkeit zur politischen Partizipation, wobei anzumerken ist, dass die Erhebung erfolgte, bevor die elektronische Stimmabgabe in Frage gestellt wurde. (MUL)
Weiterlesen: «Alle wollen an die gleichen schönen Orte»
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as stated earlier in the article we are high value customers and this is what is needed in the rural areas, it seems like a perfect fit. sightseeing and nightlife can be had anywhere, local based activities are whats wanted and the food experience is second to none, ho the cheese, bread and bundnerfleisch. can't wait to go again.