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La Confederación ha asignado un millón de francos a la guardia costera libia. Si bien esta medida ha contribuido a frenar el flujo de migrantes, de acuerdo con varias ONG equivale a apoyar involuntariamente su extorsión.
Un millón de francos suizos han sido asignados a la guardia costera libia: ésta es la suma a la que se comprometió Suiza en 2017, en el marco de un programa europeo encabezado por la Organización Internacional para las Migraciones (OIM). “Se han impartido tres módulos de formación destinados a las autoridades competentes en materia de salvamento marítimo y migraciones”, comenta Emmanuelle Jaquet von Sury, portavoz del Departamento Federal de Justicia y Policía (DFJP). “Se ha hecho especial hincapié en el registro de migrantes tras su rescate en el mar, con el fin de garantizar su seguimiento, lo mismo que en los sitios de detención”.
La guardia costera ha recibido 2 500 piezas de material salvavidas que incluye chalecos salvavidas, botiquines de primeros auxilios y mantas, según indica el DFJP. Aunque Suiza no tiene presencia sobre el terreno para comprobar el correcto desarrollo del programa, “la presencia de representantes de la OIM y del Alto Comisionado para los Refugiados (ACNUR) en la mayoría de los puertos situados al oeste de Trípoli permite garantizar la asistencia y cierta protección durante el desembarque y, sobre todo, el registro y la detección de casos especialmente vulnerables”, asegura la portavoz. Con todo, “la situación de conflicto en Libia a veces reduce la movilidad del personal de la OIM y complica la implementación del proyecto”.
Mientras tanto, varias ONG acusan a los guardacostas libios de participar en la extorsión de migrantes. Las tripulaciones de la Guardia Costera de Libia (GCL) habrían llegado incluso a provocar ahogamientos, como se desprende de un informe publicado a finales de 2017 por Amnistía Internacional; este organismo menciona un incidente ocurrido el 6 de noviembre, durante el cual una fragata de guardacostas habría contribuido al ahogamiento de unas cincuenta personas.
La DFJP declara no tener información oficial que confirme este incidente. “Sin embargo, el número alarmante de naufragios que ocurren en el mar Mediterráneo, con 2 832 muertes en 2017, nos obliga a tomar medidas para mejorar la protección de los migrantes. El proyecto de salvamento marítimo puesto en marcha por la OIM persigue este objetivo humanitario”, explica Emmanuelle Jaquet von Sury. Amnistía denuncia un doble rasero. “Los Estados europeos, que conocen perfectamente las graves violaciones de las que son víctimas los refugiados y los migrantes en Libia, han optado por controlar la migración mediante el apoyo a las autoridades libias. Al detener las travesías, bloquean a miles de personas en un país donde se las somete sistemáticamente a abusos y donde no tienen ninguna o pocas posibilidades de encontrar protección”.
“Las personas rescatadas en el mar nos dicen que preferirían morir que volver a Libia detenidas”, informa Caroline Abu Sa’Da, Directora de la asociación “SOS Méditerranée Suisse”, que participa en las operaciones de salvamento con el buque Aquarius. Caroline Abu Sa’Da opina que no se puede confiar en la GCL. “¿Quiénes son esos guardacostas? Son más bien milicias que llevan a cabo detenciones, trasladan a los migrantes a lugares de detención – donde las condiciones son atroces– y a veces impiden la ayuda de una ONG. Suiza no puede cerrar los ojos, conformándose con que esas unidades saquen a la gente del agua”.
Suiza, organizadora de la tercera reunión del Grupo de Contacto para el Mediterráneo central, que se celebró en noviembre de 2017 en Berna, “se alinea con una política europea represiva, cuyo objetivo es impedir el acceso de los migrantes a Europa”, opina Vincent Chetail, Director del Centro de Migraciones Globales del Instituto Universitario de Altos Estudios Internacionales de Ginebra. La Unión Europea (UE) ha destinado 46 millones de euros en 2107 a reforzar las capacidades de intervención de las autoridades libias. Señala que esta política tuvo como consecuencia una disminución significativa de las travesías el año pasado. La estrategia permitió el rescate marítimo de 14 000 personas, asegura el DFJP. “Libia, que no ha ratificado la Convención de Ginebra sobre los refugiados, no es un país de asilo. No ofrece seguridad ni protección. No cuenta con un sistema de gobierno y estos fondos se desviarán”, denuncia el Profesor de Derecho Internacional, quien considera a Europa cómplice del abuso.
El experto denuncia una política ineficiente que podría conllevar un aumento de los riesgos. “Las travesías desde Libia o Túnez se realizan por las rutas más fáciles. Si se bloquean estos accesos, los flujos migratorios se desplazarán a otro lugar, lo que hará aumentar el riesgo de travesías que entrañan peligro para la vida humana”. El fundador del Centro de Migraciones Globales considera que es la visión general sobre la migración la que está distorsionada. “En 2015, el número de solicitantes de asilo que llegaron a Europa ascendió a 1,2 millones de personas, es decir, un 0,2 % de la población de la UE, y fue un récord estadístico. De modo que no podemos hablar de afluencia masiva. El auténtico reto consiste en ayudar a la reconstrucción de Libia y rediseñar las políticas migratorias, sobre todo abriendo vías de acceso legales a Europa”. Según Amnistía Internacional, casi medio millón de personas se adentraron en el mar entre 2015 y 2017, con más de 10 000 muertes. Los exiliados presentes en Libia superan la cifra de 400 000, según la OIM, con un total estimado de 20 000 migrantes detenidos.
El Comité Internacional de la Cruz Roja (CICR), que visita centros de detención de Libia, asistió a la tercera reunión del Grupo de Contacto que se celebró en Berna en noviembre de 2017, junto con ACNUR y la OIM. Este organismo recuerda que “las políticas migratorias también deben aspirar a reducir el uso de las detenciones como medio de gestión de la migración, así como los abusos infligidos a migrantes”. La organización recomienda “reforzar la gestión de los restos mortales y la de los datos sobre los fallecidos, así como facilitar la transmisión de información a las familias de los desaparecidos sobre el suceso y el lugar de la desaparición”, señala su portavoz, Thomas Glass.
En el Mediterráneo, el invierno no ha impedido que sigan las travesías. El martes 16 de enero, las cuadrillas del Aquarius llevaron a cabo cinco operaciones de salvamento consecutivas, que posibilitaron el rescate de 505 personas. El mismo día, la guardia costera italiana, que coordinó un total de 11 operaciones de salvamento —realizadas por varias ONG y buques mercantes— calculó que se había rescatado a 1 400 personas en la costa de Libia. “Es imposible cubrir toda la zona de rescate con los tres barcos de ONG que permanecen en la zona”, comenta “SOS Méditerranée”, a la vez que exhorta a los Estados europeos a que se comprometan a crear una flota de rescate europea para evitar miles de muertes.
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