Política
Política
Política
Política
Tema Clave
Política
Política
Política
Suiza pugna por un mundo sin armas nucleares. A pesar de ello, de momento el Consejo Federal no quiere firmar el Tratado de la ONU sobre la Prohibición de las Armas Nucleares. Entre otras cosas, esta negativa tiene que ver con el acercamiento de Suiza a la OTAN.
Forma parte de la autopercepción de Suiza su compromiso con la solución de conflictos, el desarme y la paz en el mundo. Con estos objetivos en mente, el Consejo Federal solicitó un escaño temporal en el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas. Hasta finales de 2025, Suiza seguirá siendo miembro de este órgano internacional, donde debatirá con las grandes potencias sobre las crisis políticas, las sanciones o misiones de paz. Por tanto, sería lógico que el Consejo Federal firmara sin vacilar el Tratado de la ONU sobre la Prohibición de las Armas Nucleares (TPAN). Suiza participó en las negociaciones y aprobó en 2017, aunque con ciertas reservas, este documento. Pero aún no lo ha ratificado.
Este tratado va mucho más allá de los acuerdos existentes. Prohíbe la fabricación, posesión, uso y transferencia de armas nucleares; también prohíbe amenazar con este tipo de armas y realizar ensayos con ellas. La base del actual orden nuclear mundial la constituye el Tratado de No Proliferación de Armas Nucleares (TNP), negociado en 1968. En aquel entonces, este tratado reconocía a Estados Unidos, Rusia, Gran Bretaña, Francia y China como naciones poseedoras de armas nucleares.
Sin embargo, los políticos suizos tienen ciertos reparos en relación con el Tratado sobre la Prohibición de las Armas Nucleares. El Consejo Federal considera que colma una laguna, pues a diferencia de las armas biológicas y químicas, las nucleares son la única categoría de armas de destrucción masiva para la que aún no existe un tratado de prohibición general. Además, la adhesión de Suiza al tratado reforzaría también su tradición humanitaria. Sin embargo, el Consejo Federal ha pisado el freno. Tras la aprobación del texto del TPAN, el Ministro de Asuntos Exteriores, Ignazio Cassis, declaró que no era el instrumento adecuado para alcanzar estos objetivos. Esta postura no ha cambiado hasta la fecha.
Sin embargo, el Parlamento está ejerciendo presión; ya ha instado en varias ocasiones al Gobierno a que firme el tratado. Los diputados de todos los partidos quieren prohibir las armas nucleares, aunque por razones diferentes: la izquierda, por razones pacifistas; la UDC, por su parte, espera que la adhesión al TPAN complique el acercamiento de Suiza a la OTAN. Sin duda, este aspecto explica también las vacilaciones del Consejo Federal. Con la guerra en Ucrania, la alianza occidental de defensa OTAN ha adquirido mayor importancia para Suiza. Recientemente, Suiza ha dado un paso más en esta dirección al planear su ingreso en el sistema de defensa antiaérea Sky Shield (véase Panorama Suizo, 5/2023). Desde 1996, Suiza coopera con la OTAN en el marco de la Asociación para la Paz.
Pero la OTAN también coopera con países que han firmado el TPAN, como Austria, argumentan los partidarios de la adhesión a este tratado. Por tanto, la adhesión de Suiza no debilitaría su política de seguridad. Sin embargo, los Estados occidentales están ejerciendo presión sobre Suiza para que desista de firmar el tratado. Lo mismo ocurrió con Suecia, que en su momento era neutral. La OTAN encarece el precio de su amistad.
La Administración Federal se anticipó a estas reflexiones en su documento de 2018. En él se afirma que, en caso de ataque armado, Suiza probablemente cooperaría con naciones o alianzas poseedoras de armas nucleares. Al adherirse al Tratado de No Proliferación de Armas Nucleares, Suiza excluiría la opción de colocarse explícitamente bajo un paraguas nuclear en el marco de tales alianzas. La conclusión de los expertos federales es clara: desde el punto de vista de la política exterior y de la seguridad, no parece aconsejable adherirse a un tratado que no solo cuestiona la doctrina de seguridad de los principales socios de Suiza, sino que incluso la critica y condena directamente.
De 1945 a 1988, Suiza aspiró a desarrollar bombas atómicas por cuenta propia. Esta idea nació solo un mes después del lanzamiento de las bombas atómicas sobre Hiroshima y Nagasaki. A partir de 1946, el Consejo Federal y la recién creada Comisión de Estudio sobre Energía Nuclear trabajaron en secreto con vistas a “desarrollar una bomba suiza u otro medio de guerra adecuado, basados en el principio del uso de la energía atómica”. Hasta 1955, esta comisión había conseguido diez toneladas de uranio, la mitad de las cuales se almacenó como reserva militar de guerra. En julio de 1958, el Consejo Federal afirmó en una declaración de principios:
“De conformidad con nuestra tradición secular de defensa, el Consejo Federal opina que el Ejército debe disponer de las armas más eficaces para preservar nuestra independencia y proteger nuestra neutralidad. Esto incluye las armas nucleares”. Dos iniciativas populares en contra de esta propuesta fracasaron en las urnas, en 1962 y 1963. En primavera de 1964, el departamento militar aprobó la realización de ensayos nucleares en Suiza (!) y planeó la compra inicial de cincuenta bombas nucleares y de otras doscientas más adelante. El cambio de opinión tardó varios años en llegar: en 1969, Suiza firmó el Tratado de No Proliferación de Armas Nucleares y solo en 1988 se disolvió la comisión encargada de desarrollar la bomba atómica suiza. (MUL)
Blog del Museo Nacional sobre el proyecto de la bomba (en alemán): revue.link/atombombe
Acerca de este tema en la Enciclopedia Histórica de Suiza (en alemán): revue.link/atombombe2
Comentarios