Política
Política
Política
Política
Tema Clave
Política
Política
Política
En materia de lucha contra el tabaquismo, Suiza ocupa uno de los últimos puestos en la clasificación europea. En 2022 se aprobó una iniciativa tendiente a prohibir la publicidad dirigida a menores. La prevención choca contra el poderío de la industria tabaquera.
“Es un avance significativo.” Con estas palabras, Camille Robert, Codirectora del Grupo de Estudios de las Adicciones de Romandía (GREA, por sus siglas en francés), recuerda su satisfacción cuando se aprobó, en febrero de 2022, la iniciativa popular “Sí a la protección de niños y jóvenes contra la publicidad del tabaco”. Este artículo constitucional podría entrar en vigor en 2024. “Desembocaría en una prohibición casi total de la publicidad, porque son pocos los lugares o los medios a los que no tienen acceso los menores”, opina el Consejo Federal. Estas disposiciones se incorporarán a la ley sobre los productos tabaqueros. Presentada en 2015, esta ley pretende regular una amplia gama de dispositivos cuyo denominador común es suministrar nicotina a los consumidores: cigarrillos, tabaco calentado, cigarrillos electrónicos, tabaco que se coloca en las encías (snus) o sustitutos nicotínicos.
A pesar de este avance, los profesionales de la prevención siguen desconfiando. “Mientras que la Organización Mundial de la Salud (OMS) recomienda la prohibición total de la publicidad, la ley suiza solo prevé una lista de prohibiciones en materia de publicidad y patrocinio, con lo cual se dejará cierto margen a las tabacaleras”, considera Vanessa Prince, encargada de proyectos en Unisanté (Vaud). Pascal Diethelm, Presidente de la asociación OxySuisse, advierte un gran defecto en esta nueva norma: “Al centrar su atención en los menores de 18 años, esta ley conlleva el riesgo de que lo prohibido resulte más atractivo para la juventud.”
“El precio de los cigarrillos es inusualmente bajo en Suiza si lo comparamos con otros países.”
Director Médico del Centro de Información y Prevención del Tabaquismo
Diethelm pone el ejemplo de un estand que la compañía British American Tobacco instaló en el último Montreux Jazz Festival, al que solo podían acceder los mayores. “Es exclusivo, y eso atrae a los jóvenes”, advierte. Estos mensajes que normalizan el tabaco también están presentes en las redes sociales. “El tabaquismo es una enfermedad infantil que se transmite ampliamente a través de las redes sociales”, comenta, por su parte, el médico suizo Reto Auer, que colabora con Unisanté. Para las asociaciones de prevención, la mejor manera de proteger a los jóvenes contra el tabaquismo consiste en prohibir la publicidad por completo. Es lo que recomienda el convenio marco de la OMS para la lucha contra el tabaquismo, firmado por Suiza en 2004, pero cuya ratificación aún sigue sin agendarse.
A este retraso contribuye el poderío de la industria tabaquera en Suiza, país en el que tienen su sede Philip Morris (PMI), Japan Tobacco International y British American Tobacco Suiza. PMI fabrica en Neuchâtel más de 20 mil millones de cigarrillos cada año, entre los que se incluyen los pequeños cigarrillos para sus dispositivos de tabaco calentado IQOS. “La industria tabaquera ha conseguido aliarse con la economía y los partidos más conservadores”, afirma Pascal Diethelm. Tal es el caso, por ejemplo, de la Unión Democrática del Centro (UDC). Así, uno de sus consejeros nacionales —Raymond Clottu (Neuchâtel)— declaró en 2016 que “la publicidad para los cigarrillos no tiene el objetivo de incitar a fumar, sino que es un simple instrumento de competencia legítimo entre los mercados”.
Así las cosas, Suiza se clasifica en el 35.º puesto de la Escala de Control del Tabaquismo de 2021 en Europa, es decir, en el penúltimo lugar, aventajando únicamente a Bosnia-Herzegovina. Logra tan solo 35 puntos en el marcador, frente a los 82 de Irlanda, que obtiene buenas notas en ocho categorías distintas, entre las que se encuentran el aumento del precio de la cajetilla y las medidas que prohíben fumar en los espacios públicos. En el ámbito de la publicidad, países como Finlandia o Noruega consiguen la máxima puntuación (13), debido a que la prohíben por completo. Suiza, en cambio, solo obtiene dos puntos. “En algunos países, las cajetillas son neutras y ni siquiera están a la vista en los puntos de venta, lo que reduce su atractivo comercial”, recalca el Presidente de OxySuisse. ¿Qué impacto tendrá la futura ley en los productos de tabaco, con esta estrategia de prevención? “Suiza podría alcanzar unos diez puntos, pero no la calificación máxima, porque se seguirá permitiendo la publicidad para los mayores de 18 años”, estima Jean-Paul Humair, Director Médico del Centro de Información y Prevención del Tabaquismo en Ginebra.
“Mientras que la Organización Mundial de la Salud (OMS) recomienda la prohibición total de la publicidad, la ley suiza solo prevé una lista de prohibiciones en materia de publicidad y patrocinio, con lo cual se dejará cierto margen a las tabacaleras.”
Eencargada de proyectos en Unisanté
Las organizaciones exigen una ley más contundente. En particular, lamentan el hecho de que Suiza no disponga de una encuesta global sobre la salud, que solo se realiza cada cinco años. En realidad, sería necesario seguir de forma ininterrumpida la prevalencia del tabaco —y del vapeo— entre la juventud. Un estudio realizado en 2020 y 2021 entre alumnos de enseñanza secundaria de grado superior demuestra que el 12?% de los jóvenes entre 15 y 18 años de edad fuma todos los días, mientras que el 2 % vapea. Aunque las comparaciones por grupos de edad con otros países son difíciles, en términos generales un 27 % de la población suiza fuma, frente a un 15 % en Australia, donde la lucha contra el tabaquismo es feroz.
Otra medida preventiva consistiría en subir los precios de la cajetilla, lo cual repercutiría en una disminución proporcional del consumo entre los jóvenes, declara Jean-Paul Humair: “El precio de los cigarrillos es inusualmente bajo en Suiza si lo comparamos con otros países.” En eso coincide también el último informe de la Comisión Federal para Asuntos relacionados con las Adicciones. Nueve francos cuesta la cajetilla en Suiza, frente a 15 en Irlanda. Cada cajetilla aporta 4,6 francos al SVS y 2,6 céntimos al Fondo para la Prevención del Tabaquismo, idéntica cantidad esta última que por unidad se destina anualmente a la subvención del cultivo de tabaco. “El impuesto para el SVS plantea un problema de justicia social, porque recauda cotizaciones de todo un conjunto de personas, algunas de las cuales nunca recibirán una pensión del SVS debido a las enfermedades causadas por el tabaco”, señala Camille Robert. Este es un aspecto que el proyecto de ley pasa totalmente por alto.
Las campañas antitabaco disponen de muy escasos recursos, opina también GREA. “En general, tienen poco impacto en los jóvenes. Se obtendrían mejores resultados actuando sobre la oferta y la demanda u ofreciendo a los jóvenes la posibilidad de comprender los mecanismos que utiliza la publicidad”, comenta Jean-Paul Humair. Es lo que hace Unisanté con una aplicación para tablets que enseña a los adolescentes cómo descubrir los mensajes publicitarios ocultos en las imágenes que se publican en los hilos de Instagram.
Detrás del debate sobre el cigarrillo se esconde otro sobre el acceso a la nicotina, que divide a los profesionales de la prevención: mientras que la Asociación Suiza para la Prevención del Tabaquismo defiende la idea de una Suiza “sin tabaco y sin nicotina”, otros profesionales de la salud ven en el cigarrillo electrónico (con nicotina) una herramienta para reducir los riesgos. Es el tabaco lo que mata a más de 9 000 personas cada año, no la nicotina, insisten. El problema es que estos mensajes divergentes conducen a enmarañar la prevención.
Comentarios
Comentarios :
Sobre la Ley Antitabaco.
Creo que la Ley de No Fumar, va demasiado lejos.
Me parece que ya cayó en un "nivel neurótico" por parte de los no fumadores.
Reconozco y acepto el daño que provoca el fumar; pero también me queda claro que todo esto comenzó por el gasto que implica en salud para los gobiernos, el que la gente fume.
En estricto sentido surge de una cuestión económica y no, de un genuino interés por la salud de las personas. Si fuera así, también debería prohibirse el alcohol, los hornos de microondas, los antitranspirantes, las bolsas de plástico, los refrescos, los envases de plástico en todos los productos, todo lo transgénico, el glifosato, los pañales desechables, etc., etc., etc., etc., etc...Porque todo eso contamina la tierra y el agua y/o, nos enferma.
No estoy muy segura de que destinar espacios para fumadores en restaurantes, bares y hoteles, sea una buena decisión; porque la neurosis de los no fumadores y la incomodidad de los fumadores no son compatibles. Quizás sea mejor que existan restaurantes, bares y hoteles para no fumadores y restaurantes, bares y hoteles para fumadores. Y que cada quien decida a cual va.
¿Cómo se manejaría esto en los espacios públicos? Francamente no lo sé. ¿Alguien tiene una solución coherente para esto, que no pase por la imposición a unos y otros?
En lo personal, cuanto más me dicen que no se puede fumar, más ganas de fumar me dan. Esto surge de que viví y sufrí una dictadura militar y rechazo "visceralmente", todo tipo de imposición.
El tabaquismo es una adicción y debe tratarse como tal. No con métodos cohercitivos al estilo de La Inquisición. No puede educarse a través del terror. Y esto lo digo, por las imágenes espantosas que vienen en las cajetillas de cigarrillos, en donde vivo. Que además, no son todas ciertas.
¿No soy políticamente correcta? ¿Estoy transgrediendo la política de cacería de brujas que se está instaurando en todo el mundo, en muchos sentidos? No me importa en lo más mínimo. ¿Debería sentirme culpable por ser fumadora? No me siento culpable.
Los fumadores existimos y esa es una realidad.
Leticia Dino-Guida