Editorial
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En una visión quizá algo ingenua, pero no por ello menos hermosa, imaginemos por un instante que pudiéramos cambiar el mundo desde nuestra cocina, de forma a la vez placentera y sensual. Como quiera que sea, lo cierto es que aquello que cocinamos y comemos puede incidir directamente en algunos graves problemas actuales.
Por ejemplo: cómo reducir el desperdicio de alimentos, o nuestra enorme huella ecológica. Nuestros platos también son pequeños campos de prueba en materia de desarrollo sostenible. Esto nos lleva a nuestro tema clave: la pequeña revolución en las cocinas suizas. Las conversaciones en la mesa van evolucionando: nunca giran en torno al hambre, un fenómeno que realmente desconocemos en estos tiempos de abundancia; pero cada vez más giran en torno a la cuestión de cómo alimentarnos bien sin comprometer el futuro del planeta. Y al respecto, Suiza tiene algunas sugerencias innovadoras que proponer.
Inicialmente teníamos la intención de ofrecer a nuestros lectores un par de recetas capaces de cambiar el mundo. Pero el día de cierre de redacción, una noticia de última hora nos quitó el apetito: prácticamente de la noche a la mañana se había desplomado Credit Suisse. La caída de este gran banco es un evento inquietante. Credit Suisse, fundado originariamente bajo el nombre de Schweizerische Kreditanstalt, fue un hito en el desarrollo industrial de Suiza, a partir de 1856. La Suiza de hoy se ha venido forjando gracias a la visión de futuro de este banco de ayer. Pero ahora, lo único que nos queda de esta institución pionera son malos recuerdos. La combinación de deudas heredadas, riesgos insostenibles, malas decisiones, abusos de confianza, mal comportamiento de algunos individuos y beneficios exorbitantes que a sí mismos se concedían los directivos, resultó ser demasiado tóxica. Los daños son cuantiosos. Todo el país debe pagar el precio. La Confederación y el Banco Nacional deben respaldar con miles de millones de dólares a UBS, que se ha visto obligada a absorber a Credit Suisse.
Y quien vea a Credit Suisse como la prueba de lo desafortunado que es depender de bancos demasiado grandes, no dejará de sorprenderse al constatar que ahora está surgiendo un banco único y aún más poderoso, un banco que el Neue Zürcher Zeitung, cuya sede se encuentra en la metrópoli bancaria de Zúrich, describiera así el día siguiente: “Suiza se ha librado de un banco zombi; pero el lunes despierta con un auténtico monstruo bancario”. Tras la absorción de Credit Suisse, el balance total de UBS será casi el doble de grande que toda la producción económica suiza: es este un plato que, para nosotros, será de muy difícil digestión.
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