Editorial
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Hoy toca hablar de historia, y para ello nos remontaremos al año 1815. Europa estaba viviendo años muy convulsos: Napoleón intentó modificar de raíz el mapa de Europa; sus tropas invadieron Suiza y pusieron muchas cosas patas arriba. Pero el emperador fue derrotado. En el Congreso de Viena de 1815, las potencias vencedoras redibujaron muchas fronteras. Un territorio fue asignado a Suiza, al cantón de Berna para ser exactos: el Jura.
Muchos habitantes del Jura pronto se consideraron parte de Suiza, pero no de Berna: por motivos lingüísticos, religiosos y culturales. Gran parte de la culpa la tuvo Berna, cuyos políticos a menudo mostraban poca consideración por este nuevo apéndice territorial, al que calificaban peyorativamente de “miserable desván”. El “conflicto del Jura” duró 150 años. Creció la incomprensión mutua y, en los años sesenta aumentó la propensión a la violencia. Por momentos, el conflicto amenazó con degenerar en guerra civil.
Afortunadamente, nunca se llegó a tal extremo y hoy en día el conflicto se considera superado. El gran cambio de rumbo llegó en 1974, hace exactamente cincuenta años: entonces, tres distritos berneses determinaron separarse de Berna y formar su propio cantón. Solo cinco años después, el cantón más joven de Suiza se hizo realidad. Hoy por hoy, nadie cuestiona ya su derecho a existir: el Jura forma parte de la diversidad federalista del país.
Este desenlace no se debe únicamente a la perseverancia de los habitantes del Jura. Fuera del Jura, también fue necesario impulsar la voluntad de solucionar el conflicto para que surgiera un consenso. En 1978, esta determinación dio sus frutos. Entonces, el electorado suizo votó con un 82 por ciento a favor de la creación del nuevo cantón. Incluso en el cantón de Berna, que tuvo que ceder parte de su territorio, la aceptación rozó el 70 por ciento.
En la actualidad, muchos berneses invaden regularmente el Jura, sobre todo los fines de semana y durante las vacaciones. Y no lo hacen para reclamar territorio, sino, simplemente, porque les gusta esta región. Para ellos, el Jura no es un “miserable desván”, sino un lugar donde recargar las pilas gracias a sus bosques y amplios espacios abiertos, sus escarpados desfiladeros y profundas gargantas, sus valientes habitantes y su aroma a libertad rebelde. Descubrir el Jura de hoy: esto es lo que se propuso Panorama, y lo hizo en bicicleta.
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