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El Consejo Federal desea que Suiza se integre en el sistema europeo de defensa antiaérea Sky Shield. Esto va más allá de la adquisición conjunta de armas defensivas. Los críticos ven en ello una amenaza a la neutralidad de nuestro país.
El ataque de Rusia a Ucrania ha arrojado una cruda luz sobre la falta de armamento que padecerían los países europeos para repeler una agresión de este tipo. La guerra puso de relieve la importancia de la defensa antiaérea. En otoño de 2022, quince países europeos lanzaron la iniciativa European Sky Shield, a propuesta de Alemania. Este proyecto apunta a reforzar el sistema europeo de defensa antiaérea y a paliar algunas de sus deficiencias.
En verano de 2023, la Ministra suiza de Defensa, Viola Amherd, firmó una declaración de intenciones para participar en la iniciativa de adquisición. En declaraciones a los medios, la Consejera Federal declaró que el objetivo era la adquisición conjunta de armamento y la “interoperabilidad”, es decir, la mejor interacción posible entre los distintos sistemas de defensa. Suiza, subrayó, puede decidir por sí misma en qué medida participará en la iniciativa. El objetivo es evitar que exista un agujero en el escudo aéreo que protege Suiza.
También en Suiza, la agresión rusa ha hecho tambalearse las certezas: cada vez se es más consciente de que la seguridad de un país pequeño no puede asegurarse sin forjar alianzas con países amigos. Sin embargo, esto no es ninguna novedad. Al principio de la Segunda Guerra Mundial, por ejemplo, el general Guisan hizo preparativos para colaborar con el ejército francés en caso de invasión alemana.
Con su participación en Sky Shield, el Consejo Federal pisa el delicado terreno de la neutralidad. La Ministra de Defensa Amherd recalcó que Suiza no se entrometería en los conflictos de otros países. En una declaración complementaria a la iniciativa, Suiza formuló reservas en materia de neutralidad, excluyendo explícitamente cualquier participación en conflictos internacionales. También Austria, otro país neutral, tiene previsto adherirse a este proyecto.
Sin embargo, esta declaración no bastó para apaciguar a los críticos. La UDC, en particular, teme que Suiza esté dando un paso más hacia la OTAN y advierte ante un posible fin de su neutralidad. Es verdad que Sky Shield acerca a nuestro país a la OTAN: a través de este proyecto, que se integrará en las estructuras de la OTAN, los países participantes desean reforzar el pilar europeo de la alianza occidental. Además, hablar de “interoperabilidad” significa que Suiza y los países de la OTAN se entrenarán para llevar a cabo operaciones conjuntas. Por tanto, el proyecto va más allá de una simple asociación de compra para adquirir material bélico en condiciones ventajosas.
Quienes comparten una interpretación menos estricta de la neutralidad acogen con satisfacción los planes de Viola Amherd. Para ellos está claro que Suiza no podría defenderse sola en caso de emergencia. Actualmente ya cuenta con el escudo de defensa antiaérea de la OTAN, sin haber contribuido de forma concreta a la seguridad del continente, que atraviesa su mayor crisis de los últimos decenios.
En esta dirección apunta también la reorientación del ejército suizo presentada por su jefe, Thomas Süssli, unas semanas más tarde: debe recuperar su capacidad de repeler ataques con todos los medios, como en los tiempos de la Guerra Fría, pero adaptándose a la realidad actual.
Si Suiza entrara en guerra, quedarían sin efecto sus obligaciones legales en materia de neutralidad. Debemos estar preparados para esta eventualidad, afirma el informe que esboza la reforma básica del ejército de aquí a 2031. Este cuerpo debe ser capaz de asumir la defensa, incluso en colaboración con otros ejércitos. No se puede actuar en solitario, por lo que resulta fundamental la cooperación internacional, también en materia de adquisiciones.
Sin duda, los planes del Ministerio de Defensa suscitarán intensos debates sobre el ejército y la neutralidad.
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