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Con “Land Ho!”, los Lovebugs lanzan su primer álbum en cuatro años. Entrevista con su líder, Adrian Sieber, sobre las ventajas y desventajas de ser suizo en la música pop y sus expectativas con respecto al extranjero.
“Panorama Suizo”: Tras cuatro años de pausa los Lovebugs lanzan ahora su nuevo álbum –entretanto, una banda de padres de familia hechos y derechos–.
Adrian Sieber: Sí, entretanto, incluso nuestro batería, Simon Ramseier, también es padre; los otros cuatro ya lo éramos. Hace unos meses que tuvo una hija.
¿Y por qué tanto tiempo para lanzar este nuevo álbum?
En realidad, hace ya un año que “Land Ho!” estaba listo. Pero entonces nos dimos cuenta de que ciertas partes de las grabaciones no nos convencían del todo. Así que volvimos a mezclar los elementos del álbum que habíamos grabado en Berlín y aprovechamos la ocasión para grabar cuatro canciones más: aquí en Basilea, en el estudio de nuestro guitarrista, Thomas Rechberger.
Primero fuisteis al “Funkhaus”, un antiguo estudio radiofónico de Berlín oriental a hacer las grabaciones. ¿Por qué justamente Berlín?
Nuestro productor, Marco Jäger, vive allí. Es bernés, pero hace unos años que se fue a Berlín.
Pero en Suiza hay estudios tan buenos con en Berlín…
Sí, desde luego, el Funkhaus es un estudio extraordinario, pero en Suiza se puede grabar igual de bien. Siempre ha sido así. Grandes figuras como Queen, David Bowie o Deep Purple venían a grabar a Suiza hace decenios. Al revés, para una banda suiza puede ser muy estimulante grabar en el extranjero. Sobre todo cuando se tiene familia es estupendo hacer un hueco de dos semanas y poder concentrarse totalmente en la música día y noche. En casa hay que llevar al niño a la guardería, estar siempre pendiente de las obligaciones de la vida cotidiana. En el extranjero uno se sumerge completamente en la música y al hacerlo conoce nuevos lugares y nuevas personas. Por eso nos fuimos a Berlín.
“Land Ho!” también se vende fuera de Suiza, como la mayoría de los álbumes anteriores de Lovebugs. Las casas discográficas siempre han intentado colocar a la banda en los grandes mercados, pero hasta ahora no ha funcionado del todo. ¿Por qué?
Tras lograr situarnos varias vece en el número uno de los principales hits en Suiza y representar a nuestro país en el Festival de Eurovisión, lógicamente muchos esperaban que el salto al extranjero fuera el siguiente paso en nuestra carrera. Como este paso no fue tan espectacular, enseguida se dijo que los Lovebugs “no lo habían conseguido” – aunque teníamos miles de fans en todo el mundo–. Esta actitud siempre me ha molestado un poco, porque hay que ser realistas con las propias expectativas: Suiza es un país muy pequeño, con una diminuta industria musical. Lanzarse a una carrera internacional desde aquí sigue siendo extremadamente difícil para una banda–los requisitos son, sencillamente, desmesurados–.
Es una desventaja ser una banda suiza por la situación geográfica.
Sin lugar a dudas, si hubiéramos sido consecuentes con nuestro deseo de ser famosos a nivel internacional, habríamos tenido que emigrar hace veinte años a Londres o Nueva York. En ese caso, nuestra carrera hubiera discurrido de otra forma.
¿Sentís que habéis perdido una oportunidad?
No, ¡nuestra trayectoria ha sido muy positiva así como ha discurrido! Y para ser totalmente sincero, nunca nos planteamos seriamente emigrar. Nuestra red de contactos estaba en Basilea y no queríamos renunciar a ella. Además, hicimos algunas experiencias nada positivas con casas discográficas en Alemania. Teníamos la sensación de que querían tomar decisiones sin consultarnos, sin comprender nuestra música. Y los cambios de personal eran continuos. Por eso, muy pronto decidimos que preferíamos construir algo en un entorno fiable y con gente que conocemos, en vez de apostar por el extranjero. En Suiza tuvimos la posibilidad de crecer a nuestro ritmo –por eso seguimos teniendo el mismo manager desde hace 20 años–.
¿Entonces las excursiones a Alemania no aportaron nada en absoluto?
¡Sí, claro que sí! Las casas discográficas organizaban conciertos y giras para nosotros y gustábamos mucho al público. En Alemania nos consideraban una nueva banda internacional, y como tales nos incluyeron incluso en “Bravo”. Disfrutamos mucho
¿Se os tomó en serio como banda suiza?
Está claro que los alemanes nos encontraban graciosos, porque veníamos de Suiza. Y lo cierto es que en aquel entonces éramos en cierto modo graciosos (se ríe). Pero nunca tuvimos la sensación de que no nos tomaran verdaderamente en serio como músicos.
Pero para una banda de pop no es muy “hipp” ser de Suiza –a diferencia de Islandia o Dinamarca, por ejemplo, que también son países pequeños–.
Claro, y eso molesta. Hay que reconocer que Suiza tiene pocos éxitos a sus espaldas en este sector, ése es nuestro destino. En cambio, los Lovebugs siempre hemos tenido en el extranjero ese extra de ser considerados exóticos, en el sentido positivo de la palabra.
Las bandas suizas de pop no están consideradas especialmente audaces ni peculiares.
Probablemente, los suizos no somos excéntricos natos. Y para descollar en el mercado del pop habría que serlo. Vivimos en un país neutral en el centro de Europa y siempre queremos caerles bien a todos. Esta mentalidad se trasluce en muchos ámbitos, no se puede negar –mientras por ejemplo los islandeses producen en su isla, en la periferia del continente, en medio de todo tipo de fuerzas de la naturaleza, una música muy peculiar–. Lo que además nos falta a los suizos es estar dispuestos a asumir grandes riesgos. Queremos tener al mismo tiempo la suerte de graduarnos, de trabajar y de ganar dinero.
Ya se sabe que Suiza es un país próspero que, además de música, ofrece muchas otras perspectivas.
Y yo también aprecio mucho esta característica de nuestro país. Vivo en Basilea, una ciudad internacional y muy abierta, que además me ofrece estabilidad y seguridad financiera y social, valores muy importantes. Y a mí personalmente también me agrada la mentalidad suiza. Me gusta el retraimiento suizo.
Los Lovebugs son una de las bandas de pop más exitosas de Suiza. Este quinteto con su cantante y compositor-letrista, Adrian Sieber, se formó en 1992 en Basilea –en aquella época aún era un trío–. Los Lovebugs se convirtieron rápidamente en el grupo de indie pop más popular del país. No sólo escribían buenas canciones, sino que además eran muy atractivos, por lo que los “Liebeskäfer” –o virus del amor, como se les llamaba en alemán– se granjearon la fama de ser un “boygroup”. Hasta ahora, esta banda ha grabado diez álbumes, tres de los cuales se colocaron en el número uno de las listas suizas de los mayores éxitos. En 2009 los Lovebugs alcanzaron el mayor nivel de popularidad como representantes de Suiza en el Festival de Eurovisión, con la canción “The Highest Heights”. Su nuevo álbum, “Land Ho!”, saldrá al mercado el 7 de octubre en Suiza y en el extranjero, editado por Sony Music.
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