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Dinero del Estado para todos, y además sin condiciones: esto es lo que propone la Iniciativa Popular a favor del ingreso básico incondicional, sobre la que se decidirá en las urnas este próximo 5 de junio.
De acuerdo con esta iniciativa cada persona, independientemente de que tenga un trabajo remunerado o no y sin atender a su situación económica, debe recibir un ingreso básico. Los promotores de la iniciativa consideran que este monto debe ser de 2 500 francos mensuales para cada adulto; los niños y los menores de 18 años percibirían 625 francos.
No explican cómo se financiaría exactamente esta medida; pero en la documentación adjunta se encuentran reflexiones al respecto: si alguien percibe 6 000 francos al mes, cobraría directamente del empresario solamente 3 500, mientras que 2 500 se destinarían al fondo general del ingreso incondicional, del que el trabajador percibiría los restantes 2 500 francos. Asimismo, la idea es que el ingreso mínimo incondicional sustituya ciertas prestaciones sociales. Cómo se financiaría el resto es una cuestión muy polémica, incluso entre los partidarios del ingreso mínimo incondicional (IMI).
El debate está muy influido por la pregunta siguiente: ¿en esencia al ser humano le gusta trabajar? Los iniciadores, en su mayoría artistas, publicistas e intelectuales, tienden a pensar que sí. Con un ingreso de tan sólo 2 500 francos mensuales casi nadie estaría conforme, opinan; así pues, se mantendría la motivación económica del trabajo remunerado. Sin embargo el Consejo Federal rechaza la iniciativa porque tendría “repercusiones cruciales no deseadas, en particular sobre el régimen económico y la cohesión social”. Una clara mayoría del Parlamento opina lo mismo. En el Consejo Nacional la portavoz del PDC, Ruth Humbel, califica la iniciativa de “experimento sociorromántico”. Incluso entre los miembros del PS y del Partido Verde la iniciativa no se ve con buenos ojos, a excepción de unos cuantos.
El rechazo no sorprende, ya que con el IMI se invalidaría el modelo del trabajo remunerado como piedra angular de la economía y la sociedad. Para muchos de la izquierda, esta iniciativa constituye además un ataque frontal al Estado social, ya que con una renta mensual única de 2 500 francos no se pueden cubrir los seguros sociales a la medida para hacer frente a los imprevistos de la vida. Asimismo, se teme que el Parlamento pueda aplicar drásticos recortes sociales a la hora de la configuración concreta del ingreso mínimo incondicional, adoptando un salario mínimo incondicional lo más bajo posible y suprimiendo el resto de los seguros sociales. Y eso es justamente lo que algunos neoliberales encuentran atractivo en el IMI, porque de esta manera esperan poder desmantelar el sistema de seguros sociales.
No sólo en Suiza se discute el tema. En Finlandia quieren llevar a cabo, en 2017, un experimento limitado con un ingreso básico incondicional. Por su parte, Francia y Holanda barajan asimismo propuestas similares.
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