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El electorado suizo rechazó el 27 de noviembre la iniciativa de los Verdes para el abandono de la energía atómica. No obstante, el abandono de la energía nuclear ya está encarrilado.
La gran conmoción que causó la catástrofe atómica de Fukushima en el año 2011 se ha aplacado notablemente. Al rechazar la iniciativa de los Verdes con un 54,2 por ciento de votos, los electores suizos se han manifestado claramente en contra de un abandono rápido de la energía nuclear. Sólo cuatro cantones de la Suiza francófona (Ginebra, Vaud, Neuchâtel y Jura), así como los dos semicantones Basilea-Ciudad y Basilea-Campiña dieron su apoyo a la iniciativa popular. Desde 1979, los suizos han podido expresar ocho veces en las urnas su opinión acerca de la energía atómica. Y con una sola excepción, siempre se han manifestado a su favor. Sólo en 1990 se pronunciaron a favor de una moratoria de diez años para aplazar la construcción de nuevas centrales nucleares.
Pero esta vez era todo o nada: los Verdes no sólo reivindicaban una prohibición de nuevas centrales nucleares, sino también la desconexión de los –hasta ahora– cinco reactores nucleares existentes en Suiza, lo más tardar en 2029. Tres de ellos deberían haber dejado de funcionar ya en 2017. Los iniciadores advirtieron de las desastrosas consecuencias que podría tener un grave accidente nuclear en Suiza, país densamente poblado. Al fin y al cabo, en Suiza se encuentran los reactores nucleares más antiguos del mundo. Además, con la “Estrategia Energética 2050” el abandono de la energía nuclear es un punto indiscutible; sólo falta fijar plazos aceptables. Asimismo, la seguridad del abastecimiento eléctrico estaría garantizada mediante las energías renovables (hidráulica, solar, eólica y de biomasa) y, a corto plazo, con importaciones de electricidad.
Este último argumento fue rebatido por los opositores, quienes cuentan con una gran solidez financiera. Durante la campaña electoral lograron mermar la confianza en la iniciativa, que al principio había estado bien posicionada en las encuestas. Argumentaron que la hoja de ruta de la iniciativa era demasiado ambiciosa. Muy importante en este contexto fue el tema de la seguridad del abastecimiento: los opositores pronosticaron que se producirían cuellos de botella en el suministro y cortes de corriente, entre otros por la sobrecarga de la infraestructura de la red. Además, Suiza dependería de otros países y tendría que importar energía producida con un alto grado de contaminación en centrales térmicas de carbón o reactores nucleares extranjeros.
También se llevó a cabo un intenso debate sobre los costes del abandono anticipado de la energía atómica. Las compañías operadoras de los reactores habían anunciado al Consejo Federal que exigirían fuertes indemnizaciones por los daños y perjuicios que sufrirían. Durante la campaña electoral estas sumas fueron en aumento; así, el consorcio Axpo mencionó una indemnización de más de 4 000 millones de francos sólo por los reactores de Beznau y Leibstadt.
Otro motivo para el “No” a la iniciativa popular fue la “Estrategia Energética 2050”, aprobada por el Parlamento el otoño pasado. Parecía como una contrapropuesta indirecta a la iniciativa del abandono de la energía atómica, una especie de variante “light” del proceso. Si bien esta estrategia también prohíbe la construcción de nuevos reactores nucleares, permite que las centrales existentes continúen funcionando sin mayores limitaciones mientras la autoridad inspectora las considere seguras. La “Estrategia Energética 2050” incluye además una serie de medidas destinadas a aumentar la eficiencia energética y ampliar el uso de las energías renovables.
Para el periódico bernés “Der Bund”, la negativa a renunciar rápidamente a la energía atómica “no debe considerarse un abandono del abandono, pues el objetivo de esta votación no era decidir si se abandonaría la energía atómica, sino cómo lograr el cambio energético”. Para el diario “Neue Zürcher Zeitung”, el rechazo de la iniciativa no sólo fue una prueba contundente de confianza, “sino también un llamamiento a la Berna federal para que lleve a cabo el cambio energético y el abandono de la energía atómica sin causar perturbaciones ni perjudicar la economía”.
La UDC lo ve de otra manera: este partido ha lanzado un referéndum contra la “Estrategia Energética 2050”, ya que se opone a todo cambio energético dirigido por el Estado y califica este procedimiento de “economía dirigida”. Sólo el mercado debe regularlo, opinan los miembros de este partido. Así las cosas, es probable que le toque pronto al pueblo suizo decidir una vez más acerca de este complejo asunto.
Imagen Las centrales nucleares suizas pueden seguir funcionando de momento, como el reactor Leibstadt, en el cantón de Argovia. Foto Keystone
Comentarios
Comentarios :
Tchernobyl n'a jamais produit de courant pour la Suisse, mais de la pollution oui.
Ce qui m'a toujours surpris avec les verts, c'est leur fixation sur un objectif sans regarder autour. Cela ressemble à la politique française qui voyait le nuage polluant du dit Tchernobyl s'arrêter au Rhin, qui ferment les deux yeux sur les bombes chimiques sans trop de protection qui nous pendent au nez.
C'est vrai que les accidents chimiques sont moins graves que nucléaires, à la Schweizerallee, je serai curieux de savoir comment ils vont récupérer la pollution qu'ils ont déversé dans la mer. C'est chez les autres, cela ne compte plus. Tout comme à Bompal ou Savéso.
Allein das Geräusch treibt Mensch und Tier zum Wahnsinn.