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El 12 de febrero, tres proyectos de ley fueron sometidos a votación.El rechazo a la 3.a reforma del impuesto sobre sociedades pone a Suiza en una situación muy delicada. En cambio, la simplificación del proceso de naturalización y el fondo para carreteras NAF fueron aprobados.
Había que decidir en las urnas sobre tres proyectos de ley; sin embargo, sólo la 3.a reforma del impuesto sobre sociedades (USR 3) suscitó acaloradas discusiones. La izquierda calificó el asunto de “patraña fiscal”, que los municipios y cantones pagarían con una pérdida fiscal de miles de millones, lo que generaría recortes en las prestaciones estatales y desangraría a la clase media. Por el contrario, el frente conservador, favorable a la reforma, advirtió que un rechazo a ésta supondría pérdidas de miles de millones; además, los grandes consorcios podrían irse de Suiza si se eliminaban ciertos privilegios fiscales sin ofrecer compensaciones. En su opinión, el proyecto de ley sólo produciría pérdidas fiscales a corto plazo; en cambio, a largo plazo los ingresos se incrementarían; además, si Suiza seguía siendo fiscalmente atractiva, los empresarios continuarían invirtiendo, e incluso se establecerían nuevas empresas en nuestro país.
La reforma fiscal era imprescindible, porque ciertos privilegios de los que gozan los consorcios ya no se toleran a nivel internacional. Para ofrecer una compensación a estas empresas, se consideró necesario concederles nuevas deducciones fiscales. Pero de acuerdo con el PS, el Parlamento había incorporado innecesariamente desgravaciones fiscales adicionales en el proyecto de ley inicial del Consejo Federal, por lo que el PS promovió un referéndum.
La izquierda salió victoriosa de la enconada disputa electoral: el proyecto de ley fue rechazado con un 59,1 % de los votos en contra: un resultado que no deja de sorprender, porque inicialmente sólo el PS, los Verdes y los sindicatos rechazaban la USR 3. El resto de los partidos, el Consejo Federal, prácticamente todos los cantones, así como las grandes asociaciones económicas, la apoyaban. Aun así, durante la campaña electoral fue desarrollándose una dinámica que jugaba a favor de la izquierda: varias grandes ciudades se unieron al campo de los detractores.
Unas tres semanas antes de los comicios ocurrió un evento inesperado: la ex Consejera Federal Eveline Widmer-Schlumpf, quien como ex Ministra de Finanzas es considerada la “madre” de la USR 3, expresó abiertamente, en una entrevista, su descontento ante el proyecto de ley. Esta militante del Partido Burgués Democrático (PBD), muy apreciada por el pueblo, declaró que el paquete fiscal había sido recargado por el Parlamento, por lo que estaba desequilibrado. Asimismo, otros miembros de los partidos conservadores se declararon contrarios a la reforma y la criticaron.
Si bien la desconfianza ante al proyecto de ley era perceptible en la base de todos los partidos, fue el PS el que apareció como el gran vencedor de la campaña electoral. El presidente del PS, Christian Levrat, señaló así que el resultado era un “claro mensaje del pueblo” contra la “embriaguez de poder y la arrogancia de los conservadores”; añadió que desde la victoria electoral de la UDC y el PLR, en 2015, éstos ya no estaban dispuestos a hacer concesiones.
Efectivamente, los conservadores han perdido el referéndum popular probablemente más importante de su actual mandato. Para el Ministro de Finanzas, Ueli Maurer, se trata asimismo de un doloroso revés personal. Como Ministro de Defensa, este Consejero Federal de la UDC ya había sufrido una derrota en los comicios sobre la adquisición de los aviones de caza Gripen; ahora, con la USR 3, acaba de sufrir una segunda derrota con un proyecto de ley de vital importancia. Lo cual no deja de ser un problema para Suiza también, que ahora necesitará más tiempo para armonizar su legislación fiscal en materia empresarial con los requisitos vigentes a nivel internacional.
Ya se perfila la amenaza de nuevas listas negras que podrían publicar la OCDE y la UE: si Suiza figura en una de ellas, es posible que experimentemos graves turbulencias económicas. Hans-Ulrich Bigler, Consejero Nacional del PLR y Director de la Asociación Suiza de Comerciantes, habló la tarde de los comicios de una peligrosa incertidumbre legal para las empresas. El Presidente de Economiesuisse, Heinz Karrer, teme incluso el éxodo de algunas firmas, mientras que para el Consejero Federal Maurer, el resultado “no es una buena señal para Suiza, que se volverá menos atractiva para la implantación de nuevas empresas”.
No obstante, hay un punto en el que están de acuerdo todos los políticos: si Suiza no quiere verse sometida a una enorme presión internacional, es preciso actuar con rapidez. Todas las miradas se vuelven ahora hacia el Consejero Federal Maurer, a quien corresponde elaborar a la mayor brevedad un nuevo proyecto de ley que satisfaga a todos los partidos, los cantones, la economía, la UE y la OCDE y, como no, también al pueblo. Para ello, el proyecto de ley inicial del Consejo Federal puede servirle de base.
La nueva reforma del impuesto sobre sociedades deberá ofrecer a las empresas una fiscalidad competitiva, garantizando al mismo tiempo una sólida financiación recíproca. Para la izquierda también está claro que hay que aumentar la tributación de los dividendos e introducir un impuesto sobre plusvalías. Resulta incierto hasta qué punto la economía y los partidos conservadores estarán dispuestos a hacer concesiones para cumplir estas exigencias. Lo único que está claro es que volverá a haber acalorados debates, que no podrán prolongarse por tiempo indefinido.
La segunda sorpresa del pasado domingo electoral fue la clara aprobación, con un 60,4 % de votos a favor, del proyecto de ley para simplificar la naturalización. Esto beneficiará a la tercera generación de extranjeros residentes en Suiza, es decir, aquellos cuyos abuelos llegaron a Suiza como inmigrantes. Estos extranjeros son, de hecho, suizos sin pasaporte suizo. No obstante, incluso tras la aprobación del proyecto de ley, deben cumplir toda una serie de criterios para obtener la nacionalidad. En estos tiempos marcados por el temor que suscita la inmigración, el hecho de que este proyecto de ley haya sido aprobado después de tres intentos similares en 1983, 1994 y 2004, no era en absoluto evidente. El resultado muestra que el pueblo es capaz de realizar un análisis muy diferenciado en cuestiones de política de extranjería. La campaña promovida por círculos próximos a la UDC, carente de datos concluyentes y dirigida en contra de extranjeros residentes en Suiza desde hace décadas, mediante carteles que mostraban a mujeres con burka, resultó totalmente ineficaz.
También el tercer proyecto de ley, sobre el Fondo para el Tráfico en Carreteras Nacionales y Aglomeraciones (NAF), obtuvo una clara aprobación, con un 62 % de votos a favor. De ahora en adelante se financiarán con este fondo la explotación, el mantenimiento y la construcción de carreteras nacionales y los proyectos relacionados con el tráfico en aglomeraciones urbanas. No prosperó la oposición de la izquierda y de las asociaciones ecologistas. Éstas argumentaban que, al contar el NAF con una cantidad anual de mil millones de francos suplementarios para carreteras, esto provocaría un boom en la construcción de obras, en tanto que este dinero faltaría en las arcas federales. Por el contrario se impusieron los argumentos de los partidarios de este fondo, según quienes la red de carreteras ha llegado a sus límites desde hace mucho tiempo y hay que eliminar los embotellamientos. Ya hace tres años, el pueblo había aprobado el fondo para la infraestructura ferroviaria. Por lo tanto, el “Sí” al NAF puede considerarse como una claro mensaje del pueblo suizo a favor de buenas infraestructuras, incluso en las carreteras.
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