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Este fotógrafo grisonés consagra su carrera a cuestionar la producción y la lectura de las imágenes. En el Foro de Davos volvió la cámara de vigilancia hacia los vigilantes. En los Alpes, confronta el mito alpino con la era del “fun park”. Retrato.
No hay que dejarse instrumentalizar por las imágenes, ni hay que manipular a quien mira una foto: éste podría ser un lema del fotógrafo grisonés Jules Spinatsch, para quien la calidad de una foto se mide por su ambigüedad. “No quiero que me digan lo que debería ver exactamente en una imagen, ni siquiera lo que no debería ver en ella; esto es para mí un insulto”, dice.
Lo encontramos sentado en la terraza del restaurante Fédéral, justo frente al palacio del mismo nombre. Este mes de mayo, el zuriqués de adopción ha venido a participar en la convocatoria de un concurso para decorar la larga sala oblicua situada bajo el “Salón de los pasos perdidos”, donde se encuentran los mandatarios, los “lobistas” y los periodistas. “Es la primera vez que invitan al arte contemporáneo al Palacio Federal”, dice el fotógrafo muy satisfecho, y aprovecha la ocasión para burlarse de una historia de palmeras que fueron retiradas del Salón de los pasos perdidos a petición de los parlamentarios de la UDC, que aducían que esas plantas no eran suizas.
La ironía y el distanciamiento gracias a la perspectiva son dos de los recursos de Jules Spinatsch, quien conjuga en su trabajo la precisión de un ingeniero y el desconfiado análisis de un periodista. En Temporary Discomfort, premiado en 2005, en Arles, como el mejor libro de fotografía documental, Jules Spinatsch exploró la política desde el punto de vista de la vigilancia. Para realizar este vasto estudio, asistió sucesivamente a las cumbres de los G8 en Génova y Evian, a la edición neoyorquina del Foro Económico de Davos en 2002 –evento desplazado a esta ciudad en homenaje a las víctimas de los atentados del 11 de septiembre de 2001– y al Foro Económico de Davos en 2003.
La parte alpina de este ensayo fotográfico se desarrolla en la ciudad de Davos, blindada frente a los altermundistas, donde se sigue un plan elaborado por Peter Arbenz, ex “Sr. Asilo”, quien había preconizado la creación de espacios de diálogo con los anti FEM. Jules Spinatsch zigzaguea entre los cinco hoteles de lujo de esta ciudad de altitud y retrata chóferes y guardaespaldas. Instalado en las pistas de la estación de esquí con un objetivo de 1 200 mm, fotografía el Centro de Congresos de Davos, epicentro del Foro. En otros casos se sitúa a una distancia media del objeto y fotografía elementos de la ciudad sobre un trípode. “Estas imágenes no son más auténticas que otras; pero ofrecen tres perspectivas, y por tanto tres visiones de una misma cosa, lo que aporta profundidad y permite no ser instrumentalizado por la policía ni los altermundistas”, dice el artista.
En las fotografías nocturnas de la estación de esquí se descubren lugares iluminados por los proyectores: chalets de madera, una pista de esquí de fondo, así como el Centro de Congresos. En este contexto de vigilancia, la luz vuelve sospechosos incluso a los elementos más anodinos. “Una imagen por sí sola no vale nada, se necesita un contexto, un público, una leyenda”, subraya este artista de 52 años, quien cita como ejemplo el famoso cliché de Robert Capa tomado durante el Desembarco de Normandía. “El acceso al negativo no está disponible. Pero si uno se diera cuenta de que tenía la misma imagen tres veces en la película, ya no habría un momento decisivo. El momento que cuenta sería aquel en que el fotógrafo presiona el obturador”, dice Spinatsch.
De la época de su aprendizaje en Davos en una empresa de reparación de radios y televisores y de sus estudios en la Escuela de Ingeniería en Buchs, este hombre conserva un gusto marcado por la técnica, que utiliza para cuestionar la fotografía. Explorar un campo visual durante horas para capturar imágenes de forma continuada es el sistema que utiliza en varios lugares, comenzando por el Foro de Davos. En una de esas imágenes panorámicas se registraron 1 740 fotos, realizadas de las 13: 56 h a las 17: 15 h, el 25 de enero de 2003. De ellas se desprende una profunda calma. Resulta que la tarde en cuestión debería haber habido una manifestación altermundista en este lugar. De hecho, la mayoría de los manifestantes fueron bloqueados en la estación de ferrocarril de Küblis por miembros del Black Bloc. En una de esas fotos aparece un hombre solitario portando una pancarta.
¿Qué nos dice esta panorámica? Habría bastado que esta persona pasara unos segundos más tarde para que toda la escena careciera de manifestantes. “La cámara sigue su propio ritmo. Es una mezcla entre controlar y no controlar lo que pasa. Cada imagen es documental y precisa, pero lo que ocurre allí se debe al azar. Por eso tratar de interpretarla es mera especulación”, concluye. Spinatsch retomó esta idea para evocar una velada emblemática de la vida vienesa, el baile de la Ópera, de donde sacó 71 fotos –de las 10 008 que tomó de la noche a la mañana–, cuya belleza se ve realzada por su índole aleatoria.
Otro trabajo de larga duración es una serie de seis capítulos dedicada a la energía nuclear, llamada “Asynchronus I-X”. Una de las partes se desarrolló en la central nuclear austriaca de Zwentendorf, cuya puesta en marcha se detuvo en 1978, cuando estaba lista para empezar a funcionar. El artista hizo descender una cámara dentro del reactor, exactamente en veinte minutos, realizando a través de la imagen lo que habría debido ser el recorrido del combustible nuclear. Otro tema de esta serie es la iconografía en torno a los Mirages, esos jets de combate que el ejército suizo quería acondicionar para transportar bombas atómicas hasta Moscú. El objetivo de sus imágenes es “desinterpretar el material didáctico original, sus fotos, sus presentaciones, utilizados para promover la tecnología nuclear”.
En Snow Management Complex, publicado en 2014, el artista suizo explora la montaña iluminada por pisanieves y muestra la geografía modificada por los lagos artificiales, necesarios para los cañones de nieve. Allí, los Alpes se han convertido en un parque de atracciones. En el mismo libro, propone una selección de postales impresas a partir de 1897, año de la consagración del nacimiento de los deportes de nieve y la utilización de postales para promover estos destinos. ¿Es un nostálgico? “No tengo intención de juzgar”, dice. De niño, Jules Spinatsch vivía encaramado a 2 590 metros de altitud, en el restaurante panorámico Jakobshorn que dirigían sus padres. “Por la noche pegaba la nariz a los cristales del restaurante y miraba las luces de Davos que centelleaban en la oscuridad nocturna”, recuerda. Quizá fuera durante esos momentos de soledad cuando aquel chico empezó a forjar su gusto por la visión fotográfica marcada por la distancia.
Jules Spinatsch nació en Davos en 1964. Estudió en el ICP de Nueva York en 1993/1994. El libro de fotografía documental Temporary Discomfort fue galardonado en Arles en 2005. Diez años después, en 2015, el Photo Festival Mannheim/Ludwigsburg/Heidelberg le ofreció siete espacios de exposición.
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