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Isabel Bürgin, tejedora | “La inspiración te llega mientras trabajas”

31.01.2025 – Gerlind Martin

Tejer es una de las técnicas culturales más antiguas del mundo. En Suiza, varios centenares de artesanos y artesanas practican este oficio, entre ellos la tejedora y diseñadora textil Isabel Bürgin.

Isabel Bürgin lleva tejiendo desde que comenzó su formación como diseñadora textil y tejedora manual en 1981. Su taller, situado en un edificio trasero del barrio de Klybeck, en Basilea, es alto y luminoso, y cuenta con una larga historia: su abuelo y uno de sus tíos tenían aquí una dulcería. La dulcería y la tejeduría son oficios tradicionales, afirma Isabel Bürgin. “Conmigo continúa la historia familiar”.

El taller de Isabel hace las veces de oficina y sala de exposiciones. En el centro se encuentra la herramienta de trabajo de mayores dimensiones: un telar de tres metros de ancho, que requiere un intenso esfuerzo físico. Foto Lisa Schäublin

Su taller, que alberga tres telares, hace también las veces de oficina y sala de exposiciones. Aquí, los visitantes pueden admirar las alfombras de vivos colores, las coloridas mantas y las suaves bufandas, tocarlas y recibir información. A Isabel Bürgin no le gusta estar sentada en una tienda esperando a los clientes. Necesita estar ocupada, trabajar, moverse. “No puedo estarme quieta”, dice esta ágil mujer, que de joven quería ser bailarina. Los paseos diarios estimulan su creatividad: “Un sonido, una combinación de colores en el atuendo de una mujer que pasa a mi lado, la naturaleza, una atmósfera luminosa: no se puede forzar la inspiración, hay que ser receptivo a ella”. Isabel diseña sus creaciones en el telar. Prueba patrones, examina, descarta, cambia, experimenta con colores e hilos. Así va surgiendo el patrón, que Isabel perfecciona con la ayuda de un programa informático. “La inspiración te llega mientras trabajas”, explica. “Yo plasmo mi oficio en imágenes”.

Una técnica fascinante, pero demasiado difícil

Isabel Bürgin aprendió a tejer en la clase de técnicas textiles de la Escuela Superior de Diseño de Basilea. Al principio no entendía nada de los aspectos técnicos de la tejeduría. “Me parecía fascinante, pero demasiado difícil”. Todo cambió cuando ella y sus cinco compañeras reorganizaron sus estudios en forma de bloques: por fin tuvo tiempo para centrarse en cada tarea. Desarrolló su capacidad de representación espacial y logró comprender la esencia del tejido. “Fue una revelación: comprendí cómo funciona el tejido”.

En su tesis final, Isabel Bürgin trató de responder a las siguientes preguntas: Si fuera ciega, ¿qué me gustaría sentir? ¿qué sentiría al pisar una superficie? “Entonces tejí mi primera alfombra, una alfombra de pasillo”. Poco podía imaginar que tejer alfombras sería su ocupación durante al menos 37 años. “Realmente ha llegado a ser una pasión”.

Junto con las bufandas y mantas, las alfombras son el principal producto de su colección. Foto Lisa Schäublin

Sin miedo al fracaso

En 1986, a los 24 años, Isabel fundó su propio taller. Había concluido un aprendizaje como tejedora manual, poseía un diploma en diseño textil y había adquirido valiosa experiencia en el estudio del diseñador Ulf Moritz, de Ámsterdam. Le atraía especialmente el “estilo holandés” de poner en práctica las ideas de forma espontánea, sin miedo al fracaso. A principios de los noventa, obtuvo dos veces la Beca Federal para Artes Aplicadas, de la Oficina Federal de Cultura. Esto le permitió trabajar sin preocupaciones económicas durante un tiempo. En esta fase creó la alfombra “sch-nur-zufall” (abreviatura de “die Schnurfarbe ist nur Zufall”: “el color del cordón es pura coincidencia”), elaborada con pelo de cabra gris natural y cordón reciclado de colores. “Es la base de mi colección”. Los eventuales compradores podían tocar la alfombra e imaginársela colocada en el suelo de su casa. Hasta la fecha, Isabel teje la “sch-nur-zufall” con entusiasmo. “Es emocionante ver cómo sale, ya que el color del cordón siempre es diferente”.

Tejidos para llevarse a casa

Isabel lleva años exponiendo sus productos en ferias. Sin embargo, allí son pocos los clientes que compran una alfombra cara. Los tejidos para llevar se venden mejor. Así es como ha desarrollado una amplia gama de mantas multicolores de lana: por ejemplo, la manta “wollok”, tejida en siete colores y con exuberantes flecos, una “pieza multifuncional de mobiliario corporal, y no un simple cubrecama”, como la presenta en su sitio web; o su gama de bufandas en alegres combinaciones de colores, suaves y cálidas al mismo tiempo.

“Hay que ser realista”, responde Isabel a la pregunta sobre sus ingresos. Para mitigar las dificultades económicas de su taller de tejidos, ha desempeñado trabajos ocasionales durante veintitrés años, dirigiendo talleres e impartiendo clases en escuelas de arte; en 2005 obtuvo una plaza como docente en la Escuela Superior de Bellas Artes de Kassel. Esta cátedra de tres años le exigió un gran esfuerzo; fue su último “trabajo extra”.

“Sentir el material”

Los diferentes hilos y rebordes, la estructura, el grosor y el diseño contribuyen a la sorprendente diversidad de su colección de alfombras. Y ello a pesar de que su telar solo tiene dos ejes, lo que la obliga a ser extremadamente creativa; además, el manejo de un telar que mide tres metros de ancho supone un gran esfuerzo físico. Esto significa que la tejedora no se sienta a trabajar, sino que va y viene incansablemente delante de su telar. Y por mucho que el cambio de eje se haga con ayuda de aire comprimido, tejer alfombras sigue siendo un trabajo agotador. Algunos le aconsejan que encargue a terceros el tejido de sus productos. Isabel se ríe de esta idea: “¡Ni hablar, porque tejer, trabajar con las manos, sentir el material, es una de las cosas más bonitas que hay en la vida!”.

 
 
Un nuevo libro sobre la tejeduría en Suiza

La semblanza anterior es un extracto abreviado del libro Alle Fäden in der Hand. Weben in der Schweiz [“Todos los hilos en la mano. Tejer en Suiza”], publicado recientemente, en el que las autoras presentan a trece tejedoras y un tejedor de tres generaciones: la mayor tiene más de noventa años, mientras que la más joven acaba de concluir un programa de formación profesional de tres años en diseño de tejidos. A través de sus diferentes experiencias y formas de trabajar se demuestra el potencial de este antiguo oficio. El libro también presenta la evolución de la tejeduría manual en los últimos cien años y, en particular, los esfuerzos realizados para preservar este oficio y convertirlo en una profesión moderna y atractiva. Actualmente hay en Suiza unos 650 los tejedores afiliados a una asociación profesional.

Gerlind Martin, Regula Zähner (eds.): Alle Fäden in der Hand – Weben in der Schweiz. 204 páginas, 145 ilustraciones, en su mayoría a color, tapa dura, 21 x 27 cm. © 2024 Editorial Christoph Merian. CHF 49.– / EUR 49,– ISBN 978-3-03969-035-0

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