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Martina Schmid no se dedica a susurrar dulces palabras al oído de las vacas. Es experta en interpretar las señales que emiten las vacas. Su lema es: Si el animal está a gusto, el campesino sale ganando.
Martina Schmid, de 31 años, es experta en interpretar las señales que emiten las vacas. Cada vez que habla de su profesión, subraya que no tiene nada que ver con sortilegios, con la humanización de los animales o con una visión ingenua y romántica de la vida campestre en las praderas suizas. Más bien todo lo contrario.
Por supuesto, declara Martina Schmid, le preocupa el bienestar de las vacas; pero siempre tiene en cuenta la situación económica de la granja. A continuación, descarta un típico cliché: “Una vaca de alto rendimiento ordeñada por un robot puede sentirse muy a gusto”.
Martina Schmid es experta en un campo que se desarrolló en los Países Bajos hace veinticinco años. En esencia, se trata de reconocer las señales que emiten las vacas: ¿están apáticas o buscan contacto?, ¿están de pie en vez de tumbadas, como preferirían estar?
“A menudo, pequeños ajustes en la cría pueden marcar una gran diferencia”, señala Martina Schmid. No se considera una activista del bienestar animal, ni mucho menos una “encantadora de vacas”, sino más bien una asesora que utiliza sus conocimientos científicos para explicar a los ganaderos qué necesitan sus vacas y cómo deben criarse.
Martina tiene los pies firmemente plantados en la realidad agropecuaria: tras formarse como enfermera, realizó un aprendizaje profesional agrícola y, después, cursó estudios de agronomía. Actualmente labora en la oficina cantonal de agricultura de Zug y, al mismo tiempo, en la granja de sus padres, en Menzingen. Además, trabaja por cuenta propia como asesora y formadora de expertos en el lenguaje corporal bovino.
La publicidad de boca en boca funciona muy bien y son cada vez más los granjeros que recurren a sus servicios, afirma Martina. Porque apenas hay expertos con estos conocimientos que trabajen de forma independiente y sin publicitar sus servicios. Aunque hay buenos especialistas, reconoce Martina Schmid, a menudo están interesados en vender otros productos. Y no es raro que Martina se desplace a la Suiza francófona para dar conferencias, cursos de formación o consultas en las granjas. Pero también desde el extranjero aumenta la demanda de consultas en línea.
Cuando Martina llega a una granja, ¿cuánto tarda en averiguar cómo se encuentran las vacas? Antes de visitar el establo, siempre se toma su tiempo para conversar con los encargados, para saber dónde aprieta el zapato en la granja. En Suiza, los campesinos sufren una fuerte presión para que sean eficientes (véase Panorama 4/2024). Su carga de trabajo es pesada, y a menudo tienen que hacer frente a pérdidas de ingresos o una excesiva burocracia, por no hablar de problemas personales, como puede ser la sucesión al frente de la granja.
“Las vacas tienen gran afinidad con la gente”, dice Martina Schmid. Perciben si las personas que trabajan con ellas en el establo están tranquilas o preocupadas; pero también a la inversa: “Si las vacas se sienten a gusto, esto alivia la presión que sufren los ganaderos”, incluida la presión económica: un asesoramiento basado en las señales de las vacas tiene un efecto preventivo, de modo que los animales no necesitan antibióticos cuando enferman.
Las vacas más felices son las que pueden llevar en el establo una vida similar a la que llevarían en un pasto natural, independientemente de si están en estabulación libre o confinadas en compartimentos, ya que ambas modalidades están autorizadas en Suiza. Este es el principio fundamental por el que se rige nuestra experta.
“Cuando veo vacas tumbadas en el establo y rumiando tranquilamente, ya es muy buena señal”, declara Martina Schmid. Porque esta es precisamente su ocupación vital: podríamos decir que a las vacas no hay nada que les guste tanto como una vida tranquila y sin grandes cambios. Martina nos explica que las vacas quieren pasar catorce horas al día tumbadas y siete horas comiendo. Dos horas se dedican al ordeño, lo que deja algo de tiempo para socializar. Esta es, a grandes rasgos, la jornada laboral óptima de una vaca.
En cambio, si las vacas se levantan cuando uno entra en el establo, si su comportamiento es agitado, si tienen el pelaje maltratado o el hocico seco, “es señal de que algo no anda bien”, explica Martina. En este caso, su trabajo consiste en sugerir cambios en el establo para mejorar la calidad de vida de los animales.
“No se trata de realizar cambios triviales, sino pequeños cambios que pueden suponer una gran diferencia”, dice Martina, quien en ningún caso quiere proponer mejoras para las vacas que pudieran complicar o alargar la jornada del ganadero. Esto solo aumentaría su estrés, lo que tendría repercusiones negativas en el bienestar del ganado.
En su trabajo, los ganaderos suelen realizar millones de veces el mismo gesto o la misma operación. Si de repente su tarea se complica un poco más, tardarán mucho más en completarla. Por eso, los ganaderos con visión de futuro consultan a Martina para que los asesore a la hora de renovar o construir sus establos. Pero si los establos son antiguos y estrechos, puede resultar difícil encontrar soluciones, aunque no es imposible. “Porque no cabe duda de que las vacas sanas y felices son más productivas y dan más leche”, afirma nuestra experta. Así, atendiendo a sus sugerencias, un ganadero podría tener una vaca menos y de este modo ahorrar esfuerzos, sin que esto merme sus ingresos.
Una explotación media en Suiza suele contar con poco más de veinte vacas: en la comparativa internacional, se consideran explotaciones pequeñas. “Es lógico que los pequeños ganaderos tengan una relación más estrecha con cada animal”, afirma Martina Schmid. Sin embargo, esto no significa que se limite a ofrecer sus servicios de bienestar animal a las explotaciones suizas de tamaño medio.
Entre sus clientes también figuran grandes explotaciones “que anhelan tener animales de alto rendimiento”. Para estos criadores es muy importante que sus vacas sean sanas y productivas: “Las vacas lecheras prosperan si cuentan con luz y aire, y con un espacio adecuado para alimentarse y permanecer tumbadas”.
Las innovaciones técnicas, que contradicen la imagen tradicional de la ganadería artesanal, también pueden tener efectos positivos en el bienestar del ganado. Por ejemplo, los robots ordeñadores permiten a las vacas decidir por sí mismas cuándo y con qué frecuencia desean ser ordeñadas. Algunas vacas prefieren ser ordeñadas tres o cuatro veces al día en lugar de dos, como suelen hacer los ganaderos. De este modo no solo evitan sobrecargar sus ubres, sino también el estrés de tener que esperar a diario a que las ordeñen.
Por supuesto, esto no significa que la robotización sea la solución ideal para todos los establos, aclara Martina Schmid; pero sí lo es la cuidadosa observación de las señales que transmiten las vacas.
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