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Dos representantes de pequeñas editoriales suizas, Jean Richard, de «éditions d’en bas», de Lausana, y Madlaina Bundi, de la editorial «hier + jetzt», de Baden, comparten para «Panorama Suizo» sus impresiones de la Feria del Libro.
«Usted, con esa bonita „R“ sonora, es de Suiza, ¿verdad? ¡Ah, los suizos! Ellos sí que hacen bien las cosas. En su país todavía está viva la democracia. Se ve en el ejemplo de la iniciativa contra la inmigración masiva. Yo, como conservador nacionalista, la apoyo totalmente. Debería emigrar a Suiza …» Todo esto me lo cuenta en el metro, muy entusiasmado, un asistente de la Feria del Libro en Leipzig, sin percatarse de la ironía de su afirmación. No tengo ganas de explicarle que, quizá muy pronto, ya no será posible emi-grar a Suiza, todavía estoy demasiado abrumada por los resultados y me temo lo peor para nosotros en Leipzig: que nosotros, los que trabajamos en el sector editorial y nuestros autores, seamos señalados por los colegas y el público como antieuropeos, como isleños provincianos aislados del mundo. La «salida a escena de Suiza» de la Feria del Libro, pensaba antes del viaje, llega en el momento más inoportuno.Nos preparamos intensivamente y durante mucho tiempo. Ya hace un año se pidió a todas las editoriales que presentaran ideas y propuestas para lecturas, conversaciones y discusiones. Se planificó una presentación variada y en varios idiomas, donde estuvieran presentes las más diversas corrientes culturales, políticas y sociales, y desde luego también tendríamos que entretener al público. Mis temores no se hicieron realidad. Cuando el consejero federal Alain Berset subió al podio de los oradores la tarde de la apertura, se ganó la simpatía del público en pocos minutos. Discernimiento, humor y autoironía caracterizaban su discurso. Y esta autoironía fue una constante, una especie de hilo conductor del programa a lo largo de los siguientes días. Tanto las presentaciones de lucha libre suiza (Schwingen) como las miniaturas „Spoken-Word“ en el tranvía o el viaje literario al cantón de África, el Oberland bernés, los invitados suizos recurrieron a todos los estereotipos para ponerlos aún más profundamente en tela de juicio en sus representaciones. El público acogió agradecido todo esto, como yo misma comprobé en la presentación de nuestro libro «Die Schweizer Kuh» (La vaca suiza). En base a muy diversas fotos, mostré el culto y la comercialización de nuestro oficioso animal heráldico. Y la idea tuvo éxito, porque las fotos dicen muy poco sobre la vaca, pero mucho más sobre nosotros, los suizos. Llevaba las de ganar.También me alegro de que Suiza se presente en Leipzig como un país muy alejado de los estereotipos de una nación con complejas relaciones a nivel nacional e internacional. Es difícil saber si este mensaje llega a todas partes. Pero lo que es seguro es que la «salida a escena de Suiza», vista en retrospectiva, llega en el momento más oportuno.
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