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La era digital estremeció el mercado suizo del libro y las ventas disminuyeron. Pero el mundo del libro desafía las tormentas: con pasión y creatividad, desde abajo.
Una luz tenue, procedente del exterior, cae sobre mesas cubiertas de libros. Las habitaciones son altas, la decoración es moderna y de agradable efecto: en la librería Buchzeichen de Langenthal (cantón de Berna), el libro se expone como un bien cultural y se celebra su valor estético. Con la apertura de esta librería esta primavera, tres mujeres han cumplido un sueño. La trayectoria profesional de todas ellas se relaciona con el libro, aunque provienen de distintos horizontes. Beatrix Stuber renunció a su empleo mejor remunerado como profesora de enseñanza media: “Claro que dar el paso requirió valor, pero las librerías están otra vez de moda”. “A las personas les gusta permanecer entre libros, en un lugar agradable”, añade Susanna Paoletti. Como comerciante, tiene presente la marcha del negocio.
El caso de estas mujeres no es único. Por primera vez desde hace mucho tiempo, tras un largo periodo de cierres y crisis, estos últimos dos años han visto abrirse nuevas librerías, señala la Asociación Suiza de Libreros y Editores (SBVV, por sus siglas en alemán). En 2007 se eliminó la práctica del precio fijo para los libros; grandes vendedores en línea, como Amazon, hicieron acto de presencia. El volumen de ventas de las librerías suizas se hundió. Tan sólo en la Suiza alemana tuvieron que cerrar unas cien librerías; hoy en día hay todavía doscientos establecimientos. El que se trate de un movimiento opuesto, constituye para Dani Landolf, Director de la SBVV, “una buena señal”. El sector del libro fue una de los primeros ramos en percibir el potencial explosivo de la digitalización. “Pero aquí seguimos”, afirma Landolf, “y ya nos va algo mejor”.
En esta afirmación puede percibirse quizá un poco de optimismo forzado; pero las cifras la apoyan. En Suiza, la proporción de libros vendidos en línea se ha estabilizado en torno a un 25 %. En otras palabras: los bibliófilos continúan adquiriendo tres cuartas partes de sus libros en las tiendas. Recientemente, el descenso del volumen de ventas del sector del libro también se ha atenuado. Dependiendo de las ventas de Navidad, en 2018 podría producirse incluso un modesto superávit. Sin embargo, la esperanzadora transformación no ha ocurrido por sí sola. Muchos libreros lo tenían claro: para atraer nuevamente a la gente a las librerías ya no bastaba con colocar libros en las estanterías. Las librerías se han convertido en lugares de encuentro con cafeterías, salones, acontecimientos y clubes de patrocinadores. Los surtidos se atienden con esmero. “Nuestra selección está muy escogida”, dice Beatrix Stuber, “la clientela valora las sugerencias y asesorías”.
Carol Forster, dueña de una “tienda de libros” en Appenzell, reaccionó muy pronto. Lleva nueve años ofreciendo varias veces por semana una operación llamada “Encerrarse y disfrutar”: grupos o simples particulares pueden reservar la librería por la noche y enfrascarse en las existencias. “Siempre se agotan las entradas”, dice Forster. También apuesta por las compras locales. Los libros que le encargan a través de la tienda virtual los suministra a tiendas de los alrededores de Appenzell. Allí ya no quedan librerías, pero ahora la pequeña tienda Volg, la panadería, la boutique de productos ecológicos y la cafetería tienen pequeñas secciones de libros. “De esta manera los comercios de los pueblos se ayudan entre sí”, dice Forster. Y los consumidores conscientes, los consumidores cansados de la globalización, pueden contribuir a darle vida a su lugar de residencia.
Las editoriales llevan dos años recibiendo fondos culturales de la Confederación. Pero incluso entre ellos la creatividad debe –mejor dicho: desea florecer. “Estamos afinando nuestro perfil”, dice Matthias Haupt en la sala de reuniones de la editorial Haupt, en el barrio de Längass de la ciudad de Berna. Dirige la empresa familiar de tercera generación. Hoy, la editorial Haupt publica principalmente libros de divulgación científica sobre naturaleza y medioambiente, así como de manualidades y diseño. La editorial apuesta por la calidad, incluso en materia de concepción de sus libros. El editor publica Steine Berns [“Piedras de Berna”], una nueva guía de excursiones geológicas por la capital federal. Acaricia la áspera cubierta casi con ternura: “El papel parece piedra arenisca”. La sensación táctil es para Haupt una ventaja imbatible del libro impreso.
Gracias a su elevada calidad, los libros especializados también encuentran un público dispuesto a pagar por ellos. Entretanto, Haupt va ya por la sexta edición de la guía botánica Flora Helvetica. En ella figuran prácticamente todas las flores silvestres de Suiza, aunque sus casi dos kilogramos representan una carga muy pesada para los aficionados a las flores. Ahora, la editorial combina el libro con tecnología del siglo XXI: una aplicación para dispositivos móviles. Aunque ésta también tiene su precio, según Haupt se vende muy bien. A diferencia de las editoriales de periódicos, las de libros nunca han cometido el error de ofrecer sus productos gratuitamente en línea. Haupt, más optimista de lo que era hace cinco años, afirma: “Nos movemos sobre un hielo muy fino, pero el hielo aguanta”.
Un tercio de los libros que se venden en Suiza son obras de ficción: novelas y novelas policiacas regionales. Las biografías –y no sólo las de celebridades– también tienen buena acogida, aunque no necesariamente salgan a la venta. A través del proyecto cultural Edition Unik, las personas como tú y yo podemos poner la historia de nuestra vida por escrito: una aplicación informática de desarrollo propio nos orientará a través de un programa de escritura y al final recibiremos dos ejemplares de un libro impreso. “Hoy como ayer, la fascinación por el libro sigue siendo grande cuando se trata de regalar la propia autobiografía a los niños, la familia o los amigos”, dice Martin Heller, el promotor y empresario cultural. Los autores saben que han producido algo valioso, “y sienten que lo valioso de su producción se expresa mejor en un libro elegante y sensual que en un frío archivo”.
El libro impreso está vivo. Y eso debería ser algo más que una simple moda retro, como la de los discos de vinilo. Mientras que se escucha cada vez más música en línea, el libro electrónico todavía no ha conseguido realmente abrirse camino en Suiza: su cuota de mercado ronda el 10 %. A todas luces, el libro impreso tiene algo a lo que el ser humano no está dispuesto a renunciar, ni siquiera en la era digital: la interacción física con él, la serena inmersión en la experiencia de la lectura. “Las personas ya pasan demasiado tiempo ante el ordenador”, dice la librera Carol Forster, “por lo que disfrutan mucho haciendo una pausa con un libro entre las manos”. Su colega, Beatrix Stuber, subraya que “no tiene ganas de ser una mera administradora de datos”. Por su parte, Dani Landolf, Director de la SBVV, cita al escritor Umberto Eco: “El libro es como la cuchara: un invento simplemente inmejorable”.
Imagen: La librería Buchzeichen, en Langenthal, es emblemática de una nueva tendencia: tras años de imparables cierres, vuelven a abrirse en Suiza lugares de encuentro alrededor del libro. Fotografía: Matthias Schneider
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Comentarios :
I tried the electronic book. I lost interest soon also I think the electronic books are over priced. I prefer the feel of the printed book. I can easily go back to reread a passag, I can pass the book on in the family or give it to charity.
My dad in Switzerland was a great book collector and the books found the way to Australian. This collection is part of my youth and an electronic book collection could never have the same meaning to me.
Zudem habe ich als junge Erwachsene ein KV-Praktikumsjahr in Langenthal absolviert. Die Besuche im Stadttheater sind mir in bester Erinnerung geblieben. Ich selbst arbeite so viel am Computer, dass ich ebenfalls sinnliche Leseerlebnisse mit gedruckten Büchern vorziehe. Trotzdem biete ich neben den gedruckten Romanen und Kurzgeschichten auch E-Books an (Romane und Abenteuermärchen für Kinder) und finde, dass die beiden Formate sich wunderbar ergänzen, ebenso wie das Hörbuch für Menschen, die lieber zuhören oder sehbehindert sind. Eine liebe Bekannte nutzt als Pendlerin die Bus- und Zugfahrten, um auf ihrem Handy E-Books zu lesen, während sie zuhause ein Taschenbuch vorzieht. Das gedruckte Buch wird es hoffentlich immer geben, und der optischen und haptischen Kreativität sind keine Grenzen gesetzt …
Einen kuscheligen Leseherbst und friedliche Adventszeit wünscht Ihnen
Annina Boger