Política
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Georg Kohler, Catedrático honorario de Filosofía Política de la Universidad de Zúrich, observa y analiza para los suizos en el extranjero la campaña electoral suiza de 2015.
Comencemos con tres constataciones sobre las elecciones parlamentarias federales del otoño de 2015: desde que existen dichas elecciones (mediante el sistema proporcional), es decir desde 1919, nunca había logrado un partido un porcentaje tan elevado de votos como ahora la UDC – casi un 30 %, lo que merece ser mencionado como un hito histórico.
En segundo lugar, pese a todo, la mayor parte de los resultados, incluso en estas elecciones, sigue encuadrándose dentro de la normalidad federal. Aumentos y pérdidas de aproximadamente un 3 % no son nada extraordinario, incluso en nuestro estable panorama político. Algo distintas son las pérdidas de escaños. Once escaños más para la UDC, es decir, un incremento del 20 %, representa indudablemente algo muy especial para un gran partido y es atribuible en gran parte a circunstancias favorables en el reparto del resto de los escaños, la llamada “suerte de la proporcionalidad”. Lo que sin embargo resulta familiar es la participación electoral: sólo un escaso 50 % de los que tienen derecho a voto acudió a las urnas.
Tercero – y esto es lo principal – estas elecciones no aportan nada decisivo para los asuntos clave del país, más bien al contrario, ya que cuestiones como la relación con la UE, el derecho internacional, las instituciones supranacionales que se ocupan de la aplicación de los derechos humanos, siguen tan en el aire como si se hubieran fijado en una vuelta de destornillador que siguiera decidiendo entre dos alternativas. ¿Por qué? Sencillamente porque el segundo del frente de la mayoría del Consejo Nacional llamada “conservadora”, el partido liberal radical (PLR), justamente en los puntos mencionados se siente tan cercano a su socio a la derecha como las cerezas a las patatas. O sea, de manera más bien informal y bastante compleja.
¿Pero qué significa esto para los próximos cuatro años? A corto plazo, las previsiones son simples. Todo apunta a que la UDC logrará el codiciadísimo segundo escaño en el Consejo Federal y Eveline Widmer-Schlumpf, si bien ha trabajado muy seriamente, ya no formará parte del próximo Gobierno suizo. Pero para ello lo determinante no es la actitud del PLR, sino el hecho de que el encogidísimo “centro” (sobre todo el PDC y el PVL) no apoyará en bloque una tercera candidatura de Widmer-Schlumpf – con lo que no se cumple la condición que sería necesaria para que esta Consejera Federal de Los Grisones venza.
Tampoco es demasiado difícil hacer un pronóstico a mediano plazo que puede definirse simplemente – por la relación de votos en el órgano máximo del poder ejecutivo suizo –: en todos los asuntos que conciernen la relación de nuestro país con los vínculos jurídicos internacionales, respectivamente transnacionales y comunidades contractuales, por ejemplo el extremadamente importuno problema de seguridad de la hasta ahora predeciblemente sostenible vía bilateral entre Suiza y la UE, parece que en el Consejo Federal ya no sería 1:6, sino 2:5, en todo caso 3:4. Pero la mayoría seguirá situándose – pese al éxito electoral de la UDC en 2015 – en el “centro-izquierda” – para forcejear una vez más con este esquema de distribución en realidad inadecuado.
¿Qué se desprende de este análisis? Dado que el PLR es perfectamente consciente de su responsabilidad en este asunto, no hace falta seguir discutiendo sobre él y a cambio deberíamos reflexionar sobre la posibilidad de que la UDC se encuentre en un desapacible callejón sin salida para ella misma – y para nuestro país –. Con su desaforada y arriesgada política de renacionalización de las atribuciones soberanas estatales y todos los problemas estratégicos de la política exterior, contará seguramente con un tercio de los votos del electorado. Este constituye un poder de veto que en esta década se puede aplicar una y otra vez – recurriendo a plebiscitos de la democracia directa – siguiendo el modelo suizo aislacionista y que el partido propaga y defiende con cada vez mayor tenacidad.
Pero sólo se puede actuar así en detrimento de esa concordancia de contenido que, en su momento, cuando se estableció la fórmula mágica en 1959, constituía el requisito que se daba por sentado. Resumiendo: la concordancia aritmética a la que se remitirá con éxito la UDC en las elecciones al Consejo Federal en diciembre, en principio sólo es la negación de aquella concordancia que caracterizó a Suiza en la posguerra y permitió que nuestro país prosperara. Pero como ahora la receta del éxito de la UDC, el partido que ha obtenido el mayor número de votos en toda Suiza, se basa justamente en lo contrario, queramos o no tendremos que prepararnos para los tiempos difíciles y las fuertes turbulencias que no dejarán de producirse.
Comentarios
Comentarios :
Es ist deshalb unseriös, dies als unerhörten Affront abzuqualifizieren. Von einem Polit-Professor darf man seriösere Artikel erwarten, auch wenn Sie mit Links sympathisieren.