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Una nueva construcción tras otra: Basilea, “ciudad de los museos”, no escatima esfuerzos en la construcción de museos; pero una vez construidos, éstos carecen de fondos para funcionar.
Este otoño, mientras Marc Chagall y Paul Klee dominan el panorama artístico en Basilea, “ciudad del arte y los museos”, un terremoto político-cultural sacude la urbe: su política de museos está paralizada. Ante la escasez de fondos, Josef Helfenstein, desde hace casi un año Director del Museo de Arte, se ha dirigido al público en busca de ayuda. Al museo le faltan 2,5 millones de francos para garantizar su funcionamiento en 2018.
La gran exposición de otoño en el nuevo edificio del Museo de Arte se centra en los “años clave” de Chagall y tematiza la creación artística del pintor galo-ruso en la segunda década del siglo XX. Al mismo tiempo, la “Fondation Beyeler” muestra en Riehen la manera como Klee trató la abstracción en el arte. Ambas exposiciones son de exquisita belleza y presentan verdaderas obras maestras, puestas a disposición tanto por los organizadores como por museos y coleccionistas de todo el mundo. Basilea es, una vez más, el centro del arte en Suiza.
La exposición de Klee es también el punto culminante de un año de exposiciones, en el que la Fondation Beyeler celebra sus veinte años de existencia. Con sus 300 000 a 350 000 visitantes al año, este museo privado, que deberá ser ampliado por el arquitecto Peter Zumthor, tiene más éxito que todos los demás museos de arte suizos. El proyecto se construirá en un parque y ampliará considerablemente el espacio existente. Su financiación correrá exclusivamente a cargo de mecenas particulares. “Chagall: los años clave” es la cuarta gran exposición que el Museo de Arte presenta en su anexo diseñado por los arquitectos basilienses Christ y Gantenbein. Es la primera exposición que organiza su conservador Josef Helfenstein, un lucernense que fungió antes como Director de la Menil Collection de Houston.
En abril de 2016, la inauguración de la imponente construcción que recuerda a una fortaleza y que, con su fachada de ladrillo claro, es una interpretación moderna del antiguo edificio del año 1936, fue motivo de una gran fiesta popular. Esta ampliación, cuyo interior puede parecer un poco frío, fue financiada por Maja Oeri, accionista de Roche, y por el cantón de Basilea-Ciudad, cada uno de los cuales aportó cincuenta millones de francos. Con ella, el museo ha ganado un tercio más de espacio, lo que también simplifica su funcionamiento. Así, ya no es necesario colgar y descolgar la obras maestras con cada exposición temporal. No obstante, el museo se enfrenta a grandes desafíos.
Una mayor superficie implica más personal para vigilar los cuadros y para encargarse del contenido y de la organización de las exposiciones, las que han llegado a ser muy numerosas. Sin embargo, los gastos adicionales no se ven compensados por un incremento de los ingresos. El presupuesto de 2018 presenta un déficit de 2,5 millones: un importe que el Parlamento evita mencionar, incluso en la acomodada ciudad de Basilea, entre otros motivos porque se les reprocha a los planificadores y al ex alcalde Guy Morin haber reducido intencionadamente el cálculo de los costes operativos para que se aprobara el proyecto.
El déficit del Museo de Arte no es el único problema de la política cultural de Basilea, que ha tocado techo con una serie sin precedentes de proyectos. Así, se planea reconstruir el edificio principal del antiguo cuartel con vista al Rin, para convertirlo en un taller de creación artística dotado de varias tiendas, por un coste de 45 millones de francos. También está previsto que el Museo de Historia Natural, cuyo edificio actual en la colina Münsterhügel está a punto de rebosar, se mude junto con el Archivo Nacional de Basilea, a un nuevo edificio del barrio de St. Johann, que costará nada menos que 190 millones de francos. Asimismo, algunos museos privados, como el Museo Suizo de Arquitectura (Schweizerisches Architekturmuseum), la Casa de las Artes Electrónicas (Haus der elektronischen Künste) y el Museo del Deporte (Sportmuseum), enfrentan problemas financieros, debido a que la Confederación ha reducido o les ha retirado por completo su apoyo.
La mala planificación en el Museo de Arte ha dado lugar a dudas, no sólo sobre la seriedad de los cálculos de los demás proyectos, sino también sobre la competencia del Departamento de Cultura del Ayuntamiento, encabezado hasta hace poco por Philippe Bischof, el nuevo Director de Pro Helvetia. En todo caso, el Gran Consejo de Basilea exige que Elisabeth Ackermann, Presidenta de Gobierno sucesora de Morin, elabore una estrategia definitiva para los museos, lo que nunca hicieron Morin ni Bischof.
Se requiere una estrategia política global para la “ciudad de los museos” que, además del Museo de Arte de renombre mundial, cuenta con cinco excelentes museos estatales, que le cuestan a Basilea Ciudad casi cincuenta millones de francos al año. No sólo se han incrementado los gastos de explotación del Museo de Arte, sino también los del Museo de Historia Natural, del Museo de Historia, del Museo de Arte Antiguo y del Museo de las Culturas.
No obstante, cabe señalar que el Museo de las Culturas (anteriormente Museo Etnológico de Basilea) se mudó en 2011 a una nueva construcción diseñada por Herzog y de Meuron. El Museo de Arte Antiguo tampoco tiene planes de ampliación. Sin embargo, todos los museos quieren saber si están destinados a albergar colecciones, a cuidarlas y exponerlas –lo cual queda cubierto, en mayor o menor medida, por los gastos de explotación–, o si el Estado desea que desempeñen también un papel como centros de exposición y mediación que tengan una proyección local, regional o, incluso, internacional. Esto último supondría mayores gastos.
En las obras de acondicionamiento del Museo de Historia Natural se han invertido ya once millones de francos. Si la mudanza realmente se lleva a cabo, uno de los museos más amplios y más representativos de Basilea simplemente se quedará vacío. El edificio, construido por Melchior Berri en 1849 y declarado monumento nacional, no es apto para viviendas ni para oficinas, debido a la gran altura de sus salas. Por eso, Morin pretendía que el Museo de Arte Antiguo se trasladara a este edificio para reunir en un mismo lugar las obras originales y las copias en yeso del pabellón de esculturas. Sin embargo, el Museo de Arte Antiguo declinó la propuesta: al parecer, los pisos de madera no soportarían las monumentales esculturas de mármol. Ahora, Basilea se enfrenta a un “problema de lujo”: ¿quién podría ocupar el museo vacío? Hasta ahora, nadie tiene una respuesta.
Por último, también el Museo de Historia envía señales de socorro a la nebulosa política cultural de Basilea. El nuevo Director del museo, Marc Fehlmann, ha tenido que rendirse ante la evidencia: a él también le hace falta dinero con urgencia. Puesto que, a diferencia de Helfenstein, Fehlmann tiene pocas posibilidades de obtener más dinero del Estado, ha decidido cerrar el Museo de Música, alojado en una antigua cárcel municipal, como recurso de emergencia. Además, urge reformar los antiguos muros del Haus zum Kirschgarten, que también pertenece al Museo de Historia.
Como se advierte, no todo es color de rosa en la “ciudad de los museos” y la nueva Presidenta de Gobiero quisiera saber por dónde empezar para poner orden en el costoso caos que ha heredado de su predecesor.
Fotografía Keystone El imponente edificio del Museo de Arte de Basilea se inauguró hace un año y medio.
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