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Art Basel suma un récord tras otro. Con el olfato necesario para captar el espíritu de la época, la principal feria de arte del mundo surgió de una charla en un bar de la relativamente pequeña Basilea.
Afuera quemaba el sol de diciembre en el firmamento; en el interior del Convention Center de Miami Beach brillaba mucho oro en los pabellones de la feria. El oro es un material en pleno auge en el arte contemporáneo. Con él, los artistas expresan la necesidad de exclusividad y glamour, se burlan de las apariencias del mercado y a veces recuerdan asimismo una tradición: en la galería Meile de Lucerna se expuso una enorme cantidad de barquitos de papel hechos con láminas de pan de oro, obra del joven artista chino Hu Qingyan. Las formas dobladas a mano eran como una moneda en la dinastía Ming, hoy se echan al río para que la corriente las arrastre, en una especie de saludo a los antepasados. Pero el oro también se presta como casi ningún otro material para expresar el estándar exclusivo que encarna Art Basel en el mercado global del arte, con sus tres sedes de Basilea, Miami Beach y Hong Kong. Es la reina de las ferias del arte moderno hasta el contemporáneo.
Muchos galeristas quieren presentar su programa a Art Basel e insisten en que sus obras se deben exponer allí. Los coleccionistas saben que quien compra aquí se equivoca mucho menos. Las obras no sólo dan alegrías, conservan además un cierto valor. Numerosos museos envían allí a sus comisiones. Para directores, comisarios de exposiciones, asesores artísticos y otros expertos, la feria es un punto de encuentro. Su amplio espectro de público puede ver tanto y tan diverso arte como en casi ningún otro lugar del mundo.
Fue impresionante comprobar esta relevancia en diciembre de 2014, en Miami Beach. Todos los expositores del año anterior volvieron a inscribirse para la 13ª edición. Galerías de gran tradición a las que, durante muchos años, esta metrópolis de playa ofreció demasiados bikinis y tequila como para ocuparse del arte serio y permitirse pedir precios muy elevados, ahora se afanan por participar en la feria. Jóvenes comerciantes de países emergentes luchaban por un puesto. 267 expositores de 31 países de cinco continentes tuvieron finalmente la suerte de participar.
En cinco días acudieron a la feria 73.000 visitantes. Todo esto constituye un récord absoluto en un paisaje urbano que durante mucho tiempo sólo aparecía en los titulares por sus inmobiliarias, la diversión en sus playas y la inmigración.
Ni en sueños habrían podido imaginar tal éxito los fundadores de Art Basel en 1969, si bien ya entonces les movió el impulso del mercado del arte que se internacionalizaba a ojos vista. Según la leyenda, todo empezó en 1969, cuando dos amantes del arte sentados en un bar hablaban sobre cómo abrir Basilea al arte contemporáneo. La galerista Trudl Bruckner propuso establecer una feria de arte y pidió ayuda a sus colegas Ernst Beyeler y Balz Hilt. Beyeler ya era conocido a nivel internacional porque había vendido la legendaria colección de arte del magnate del acero George David Thomson, de Pittsburgh. Beyeler se convirtió así, de golpe, en uno de los principales comerciantes de arte del siglo XX. Se creía que gracias a sus contactos internacionales se podrían cosechar grandes éxitos con una nueva feria. La dirección de la entonces Feria Suiza de Muestras dio luz verde.
El momento era propicio. La época de la posguerra pertenecía ya al pasado. Una nueva clase media disponía de fondos libres. El pop art facilitó la comprensión del arte, haciéndolo portador de un estilo de vida contemporáneo. En 1967 abrió sus puertas en Colonia el primer mercado de arte, y otras ciudades alemanas empezaron a hacer planes similares. Los iniciadores de Art Basel recibieron ofertas de dichas ciudades para participar, pero ellos apostaron por la independencia y la calidad. Querían que Art Basel fuera mejor y más internacional que la competencia alemana, y mantenerse al margen de la política de asociaciones y su nepotismo.
Este concepto de foro cosmopolita para el mejor arte del momento convenció a galeristas y amantes del arte: Art Basel fue un rotundo éxito desde el principio. En 1970 expusieron en ella 90 galerías y 30 editores de 10 países, más de 16.000 visitantes vieron su oferta. El ambiente era distendido. Las palomas volaban entre los viejos pabellones de la feria y asustaban a los galeristas, que temían por sus obras de arte. En la explanada, las máquinas de Jean Tinguely salpicaban y mojaban a los visitantes. La feria de arte se convirtió en un gigantesco evento.
En 1973, la feria ya tenía las dimensiones actuales. 281 comerciantes atrajeron a 30.000 visitantes. Art Basel ocupó dos plantas del histórico pabellón Rundhofhalle, que aún hoy le confiere un ambiente muy especial. El atractivo continuó, varias crisis convulsionaron el negocio del arte sin apenas afectar a la feria de arte de Basilea. En 2014 se registró una cifra récord de visitantes: 92.000 personas pudieron apreciar las obras de más de 4.000 artistas.
Art Basel debe su éxito a la elevada calidad del arte que expone, a la estricta selección de los expositores y a las continuas adaptaciones de la presentación de la feria. Para la selección de los solicitantes se creó ya en 1974 un comité internacional formado por galeristas, que tuvo que elegir a unos 290 participantes de entre más de mil candidaturas. Se adaptaron el equipamiento técnico de los puestos y el diseño de la feria, para satisfacer las crecientes expectativas. A elevados precios, Art Basel ofrece a sus clientes, los comerciantes, el mejor de los servicios – y a sus visitantes, nuevas formas de presentación, una y otra vez. Se empezó por la presentación del arte de diversos países, en 1973; en 1974 le siguió el programa “Neue Tendenzen” y en 1979 “Perspective”, un espacio para los desarrollos más recientes. Se crearon sectores de arte gráfico y fotografía, y las secciones “Young Galleries” y “Statements” que ofrecían pequeños puestos a precios reducidos para artistas individuales y se convirtieron inmediatamente en los primeros puntos de información para coleccionistas y comisarios internacionales.
Cuando un número creciente de artistas quiso escapar del corsé de galerías y museos y empezó a crear obras en formato gran tamaño (Supersize Format), Sam Keller, recién nombrado Director de Art Basel en el año 2000, reaccionó enseguida, y creó Art Unlimited en el gran pabellón de Theo Hotz, de 10.000 m2 que, desde hacía tiempo, era una parte imprescindible de la feria. Bajo el nombre de “Art Feature” se considera la necesidad de localización histórica en vista de las modas tan cambiantes en el mercado global del arte y se fomenta el diálogo entre el arte contemporáneo y la historia del arte.
Quien no sólo quiera contemplar el arte sino también obtener información adicional puede perderse en el amplísimo programa complementario de conferencias, paneles de expertos y discusiones. Y aquí es donde se recurre a la presencia de muchos especialistas en arte y se da a entender al público que Art Basel no sólo es un lugar de tránsito para obras de arte cada vez más costosas, sino también un acontecimiento cultural. A la expansión de la feria contribuyó últimamente el nuevo pabellón de los arquitectos Herzog & de Meuron, que ha marcado una impronta indeleble externa. Art Basel es, en el mercado del arte contemporáneo, una especie de transatlántico navegando por el mar de un sinfín de ferias de arte, desde hace tiempo enormemente confuso.
Reconocer las tendencias de la época es uno de los puntos fuertes de la gestión de Art Basel, por ejemplo en lo relativo a la globalización. Cuando el subcontinente latinoamericano empezó a liberarse de las implicaciones de dictaduras y organizaciones mafiosas y surgió una nueva generación de artistas y una nueva clase de coleccionistas con recursos financieros, Art Basel fundó en 2002, con Sam Keller, su primera filial de la feria en Miami Beach, que rápidamente se convirtió en la plataforma principal del comercio del arte de ambas Américas. El cono sur de Florida era el sitio ideal. Allí no sólo viven muchos exiliados cubanos, sino que los latinoamericanos se sienten casi como en casa, y a los pudientes de la costa este de Norteamérica les gusta pasar unos días al sol y disfrutar de los atractivos culturales, mientras cruje la escarcha en su tierra.
Cuando la atención del mercado empezó a orientarse hacia Asia y surgieron allí nuevos círculos de coleccionistas con sus propios museos, Annette Schönholzer y Marc Spiegler, el sucesor de Sam Keller, recomendaron asumir primero la mayoría, y luego la totalidad de las cuotas de propiedad de Art Hong Kong, una feria que, capitaneada por Marc Renfrew, está sólidamente implantada en la zona asiática del Pacífico como primera dirección. Art Basel le transmitió sus conocimientos técnicos y prácticos, le facilitó su red de contactos, y contrató a Marc Renfrew. Este especialista del mercado del arte en Asia contribuyó en gran medida a que la transición fuera fluida y a que la feria despertara el interés de muchos coleccionistas. En esa zona se prefiere tradicionalmente las subastas, las ferias de arte son un fenómeno nuevo.
Ambas ciudades, Hong Kong y Miami, utilizaron la feria de arte para corregir su imagen ante la competencia global. En los años 90, Miami era conocida como antro de corrupción y centro de blanqueo de capitales de los cárteles sudamericanos de la droga, y su paisaje urbano era penoso. Ahora se ha restaurado el distrito Art-Deco. Prestigiosos arquitectos como Herzog & de Meuron o Frank O. Gehry construyen aquí, y proliferan como hongos las torres de departamentos con vista al mar para multimillonarios. Coleccionistas privados muestran su arte en sus propios museos, y Hong Kong aspira a ser el lugar de tránsito del arte del Pacífico asiático. Para ello se ha creado, en 40 hectáreas de tierra recubierta en el extremo sur de Kowloon – frente al famoso skyline – un descomunal proyecto cultural con teatros, salas de conciertos y un gigantesco museo dedicado a la cultura visual. El núcleo será el Museo M+, de cuya construcción se encargan Herzog & de Meuron. El coleccionista suizo Uli Sigg legó ya en 2012 su singular colección de arte contemporáneo chino al museo proyectado.
La ciudad de Hong Kong es un colosal puerto franco con excelentes servicios, la situación jurídica garantiza hasta finales del periodo de transición (2048) unas prácticas en gran medida liberales y un sistema estable. ¿Pero qué pasará con Art Basel, ya establecida en la zona, si la situación cambia? “Bueno, ¿sabe usted? El arte es una mercancía móvil rápidamente desplazable” afirma holgadamente uno de los galeristas suizos que exponen su oferta en Hong Kong. Como los barquitos del chino Hu Qingyan hechos de láminas de pan de oro. Pase lo que pase, Art Basel está preparada para todo.
Comentarios
Comentarios :
Sehr gute Biographie der ART Basel !
We visited Art Basel long before moving to the U.S.
Inspiring experience for emerging artists and art lovers alike.
Mignon
<http://Naegeli.net>
Naegeli.net