Editorial
Editorial
Editorial
Editorial
Editorial
Editorial
Editorial
Editorial
La situación es delicada. Hace cinco años la Consejera Federal Doris Leuthard anunció, tras la catástrofe de Fukushima, que Suiza abandonaría la energía nuclear –y el mundo entero se hizo eco de esta valiente decisión–. Suiza, ¿pionera de las energías alternativas? La estrategia para el año 2050, sobre la que se pronunciará el Parlamento en verano, apunta en esta dirección.
Pero entretanto las cosas han cambiado. Desde hace mucho tiempo el efecto Fukushima se ha disipado, incluso en Suiza. Si bien en nuestro país sigue vigente la prohibición de construir nuevas centrales nucleares, las existentes no serán desmanteladas mientras sean “seguras”. Y tampoco se reducirá la vida útil de las cinco centrales nucleares suizas.
Numerosos indicios apuntan a que podría darse marcha atrás, aunque sea parcialmente, a este programa de retiro –si no fuera por los últimos sucesos: mientras que el Parlamento se ha negado a reducir la vida útil de las centrales, ahora son los operadores mismos quienes han empezado a “apartarse de la energía nuclear” y por primera vez han confirmado aquello que desde hace tiempo se rumoreaba y se suponía, a saber, que la energía nuclear no es rentable en Suiza. En 2019 se desconectará la central nuclear de Mühleberg –y eso de manera voluntaria, por motivos económicos.
En el artículo “Tema clave” de esta edición analizamos en profundidad la situación actual: ¿qué pasará con Beznau I, la central nuclear más antigua del mundo? ¿Quién sufragará los gastos de las centrales nucleares no rentables? ¿Y cuánto tiempo dura realmente la desconexión y el desmantelamiento de una central nuclear?
Lo que está claro es que el camino hacia una Suiza sin energía nuclear todavía es largo y pedregoso, pese a la valiente declaración de hace cinco años.
Comentarios