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En Sion, capital del cantón del Valais, quienes hayan cometido una infracción de tránsito, además de pagar la multa en francos también pueden hacerlo en farinets, esa moneda local que lleva el nombre del falsificador de dinero más célebre de Suiza.
Tal vez haya llegado el momento de revisar la imagen de la relación que las suizas y los suizos mantienen con su dinero. No cabe duda de que su creencia en la solidez del franco suizo es inquebrantable. Pero en el Valais, además de los francos, desde hace un año también circula el farinet. El pasado otoño, Sion, capital del cantón del Valais, reconoció oficialmente esta moneda complementaria, al decretar que los servicios gubernamentales también pudieran pagarse en farinets. Los farinets ahora se aceptan incluso para transacciones con la policía. El tipo de cambio entre el franco y el farinet lo simplifica todo: un farinet equivale exactamente a un franco.
A esta decisión de las autoridades cantonales no le falta su pizca de sal, pues la moneda local del Valais debe su nombre a la peor pesadilla de los poderes públicos: el contrabandista y falsificador Joseph-Samuel Farinet (1845–1880). Quien otrora fuera perseguido por las autoridades y la policía, es el falsificador suizo más famoso y una leyenda en el Valais. De ahí que su nombre no represente en modo alguno la ley, el orden o el respeto a la autoridad pública. Entonces, ¿cómo es que ahora los billetes de banco –aceptados incluso por la administración local– llevan precisamente el retrato de Farinet?
David Crettenand es uno de los padres de la moneda del Valais. Para él, su nombre es sinónimo de arraigo local: “Todo el mundo conoce a Farinet”. Pero el nombre de Farinet también nos obliga a plantearnos un problema de fondo: “¿Qué es una moneda real?” Porque tras la muerte violenta de Farinet, las monedas falsificadas permanecieron en circulación: ni la Confederación ni el cantón de Valais quisieron asumir la responsabilidad de retirar del mercado la enorme cantidad de monedas. De acuerdo con Crettenand, “el dinero falsificado se convirtió en dinero de verdad, únicamente porque la gente lo consideraba como tal y confiaba en su valor”.
Sin embargo, la moneda complementaria del Valais no se puso en circulación con el fin de rendir homenaje al difunto falsificador. El objetivo era más bien fortalecer la economía local y a la comunidad regional, afirma Crettenand. A través de la moneda local se anima a la industria de Valais a que forme una red con los proveedores de la región y, al mismo tiempo, a que se aproxime a los consumidores locales: “Sin la moneda complementaria y sin una nueva red se reducen las posibilidades de supervivencia de la industria local.” El farinet es, por lo tanto, una respuesta optimista a la pregunta de cómo podría ser una vida económica y social sostenible en los tiempos de la globalización: el pequeño circuito monetario complementario fortalece a cuantos participan en él. Aquel que desee tener un farinet tiene que ir a Valais. Aquel que quiera gastárselo, también puede hacerlo únicamente en Valais.
No cabe duda de que gracias al aura del legendario falsificador, este original y totalmente legal medio de pago adquiere una importante plusvalía afectiva y humorística. Así, los billetes de farinet se protegen de los falsificadores con diversos elementos de seguridad para evitar que en Valais se desate una segunda oleada de dinero falsificado al estilo de Farinet.
En comparación con el volumen monetario de Suiza, el farinet es una moneda marginal. Sin embargo, es típico de Suiza, donde están en circulación numerosos medios de pago alternativos. Algunos de ellos son extremadamente populares; por ejemplo, con sus cheques Reka, la Caja suiza de viajes [Schweizer Reisekasse] pone anualmente en circulación unos 600 millones de dinero propio (con tendencia al alza). El mayor sistema de moneda paralela es el Wirtschaftsring WIR, con 45 000 empresas participantes y un volumen de negocios de 1 300 millones (aunque con tendencia a la baja). Por el contrario, los farinets (Valais), los lémans (Ginebra), los bonobos (Berna), los NetzBons (Basilea), los eulachtaler (Winterthur) y los drachen (Friburgo) son, en comparación, fenómenos exóticos y, en ocasiones, de corta duración. Ello explica por qué todas las monedas alternativas no sacan de quicio a las autoridades monetarias nacionales, aunque la principal autoridad en la materia, la Autoridad Federal Suiza para la Supervisión de los Mercados Financieros (FINMA, por sus siglas en alemán) no deja de supervisar el mercado monetario alternativo. En cualquier caso, los expertos financieros consideran que el riesgo que plantean estas microdivisas –por ejemplo, en términos de lavado de dinero– es muy moderado. De ahí que los proveedores de monedas alternativas estén en gran medida exentos de las obligaciones legales destinadas a evitar el lavado de dinero, siempre y cuando mantengan su volumen de ventas por debajo de los umbrales establecidos.
La tendencia a usar medios de pago alternativos no se limita a Suiza: desde la crisis financiera han surgido en el mundo entero un número creciente de monedas paralelas y complementarias.
En el Bajo Valais, el contrabandista y falsificador Joseph-Samuel Farinet (1845–1880) ya era una leyenda en vida. Farinet falsificó monedas de 20 céntimos a gran escala. En el medio rural, éstas gozaban de más confianza que el papel moneda del Banco Cantonal, por aquel entonces en crisis. Esto permitió a Farinet proseguir tranquilamente con su “oficio” durante años. En determinado momento, un tercio de todas las monedas que circulaban en el Valais eran “farinets” falsificados, lo que terminó incitando al Consejo Federal a ordenar el arresto del falsificador. Perseguido por los gendarmes, Farinet murió en circunstancias inexplicadas en Saillon en el año de 1880, lo que contribuyó a amplificar su leyenda. Farinet se ha convertido desde hace mucho tiempo en fuente de inspiración para los artistas. Charles-Ferdinand Ramuz le rindió un homenaje literario con “Farinet ou la fausse monnaie” (1932) y Max Haufler uno cinematográfico con “Farinet – Die sanfte und die wilde Freiheit” (1936). En 2008, Willi Wottreng escribió una novela basada en su vida, que Markus Keller llevó al escenario con “Farinet der Falschmünzer”.
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Mais je bloque sur l'expression : le run valaisien. LE RUN... c'est bien moche pour un titre...