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“Siento decirlo, pero Suiza no puede negociar con el virus”

09.04.2021 – Entrevista: SUSANNE WENGER

La pandemia del coronavirus azota el planeta desde hace un año. ¿Cómo enfrentó Suiza esta crisis? Para contestar esta pregunta, el psicoanalista Peter Schneider nos habla de la Isla de los Bienaventurados, la confianza perdida y su hastío personal ante tal situación.

Nos reunimos con el muy atareado Peter Schneider un domingo de febrero, por videollamada. Suiza andaba entonces por su segundo confinamiento a nivel nacional: desde mediados de enero estaban cerrados los restaurantes, las tiendas, así como los centros culturales y de ocio. Antes de imponer este nuevo confinamiento, la Confederación vaciló durante meses y las medidas fueron menos drásticas que en los países vecinos. Las estaciones de esquí y los trenes de montaña siguieron funcionando, también para turistas. Simultáneamente se inició la mayor campaña de vacunación que jamás se había realizado en el país. Las infecciones bajaron, aunque las mutaciones del virus provocaron un aumento de contagios, lo que preocupaba a las autoridades. A pesar de ello, las fuerzas conservadoras del Parlamento exigieron el fin del confinamiento e intentaron arrebatar al gobierno la gestión de la crisis. Hasta febrero habían fallecido casi 9000 infectados por covid, principalmente durante la segunda ola. A sus 63 años, Peter Schneider, psicoanalista en Zúrich, catedrático, autor de libros, satírico y columnista, es un personaje conocido, de voz mordaz. Durante la entrevista se fumó un puro.

Peter Schneider. Foto: Ursula Markus

“Panorama Suizo”: Señor Schneider, ¿cómo le va, a casi un año de haber iniciado la pandemia?

Peter Schneider: No muy mal, pero esto es ante todo cuestión de suerte. Algunas de mis conferencias y lecturas se cancelaron, impartí mis clases en línea, lo que no me molestó porque me ahorró muchos desplazamientos. En el consultorio, todo ha seguido igual y he podido escribir como he querido. Las restricciones no me afectan demasiado, ya que no suelo salir mucho de casa.

¿Y a Suiza, cómo le va?

No podemos hablar de “Suiza” en general. No tienen la misma suerte que yo quienes trabajan en jornada reducida, han perdido su empleo o temen por su negocio: en su caso, naturalmente, la situación es distinta. No quiero decir que el país esté dividido en afortunados y desafortunados. Solo que no podemos partir de un “nosotros” homogéneo. Habría que ver a quién le va muy mal y por qué.

La primera ola tenía todavía un cierto aire de campamento scout.

Peter Schneider

Suiza controló bien la primera ola; pero en la segunda, llegó a ser uno de los principales focos de contagio en Europa. Esto sorprendió a muchos. ¿A usted también?

Sí. La primera ola y el confinamiento tenían todavía un cierto aire de campamento scout. En la televisión suiza se mostraba a la gente aplaudiendo al personal sanitario o dando conciertos en los balcones. Eso tenía, sobre todo en un país como Suiza, un cierto sabor a aventura. Tras ver las conferencias de prensa del Consejo Federal, uno se sentía en buenas manos. Pero después, mucho de lo que la población había apreciado de esta forma tan serena de manejar la pandemia, de pronto se vino abajo.

¿Por qué?

Marcharon mal un sinfín de cosas. Resultó que ya en la primera ola se habían cometido graves errores. Las autoridades dudaban de la efectividad de las mascarillas; pero, en realidad, se trataba de una mentira piadosa, porque no había suficientes. A partir del verano se empezó a percibir que ciertos grupos de presión lograban imponer su voluntad obstinada por encima de la sensatez epidemiológica. No era posible realizar suficientes pruebas, los datos sobre los lugares de contagio a veces eran incoherentes, además no faltaron las querellas políticas. Ahora, la gente no solo está fastidiada por las numerosas restricciones, sino también por esa falta de orientación. Creo que se ha perdido mucha confianza.

Con su sistema de salud pública de alta calidad, su gobierno estable, su bienestar generalizado, Suiza tiene condiciones favorables para combatir una pandemia.

Sí, y durante el primer confinamiento pensé que estábamos en la Isla de los Bienaventurados –algo injusto, pero que da tranquilidad–. Pero luego me quedé asombrado. Con frecuencia defiendo Suiza cuando escucho críticas sobre lo que ocurre aquí, pues muchas son superficiales y se deben a la falta de información acerca de los mecanismos políticos. Pero en el caso de la pandemia, no puedo contradecirlas.

¿Por qué llegó Suiza a experimentar tantas dificultades?

No lo sé exactamente. Hemos visto, sin duda, los peores aspectos del federalismo, aunque no quiero echarle toda la culpa. La mayoría política hizo un llamado a la responsabilidad individual, en un ámbito en que esto no tiene sentido. Combatir una pandemia es un cometido público. Cuando viajo de Zúrich a Berna, no me toca a mí pavimentar la carretera.

Peter Schneider. Foto: Ursula Markus

El Consejo Federal se esforzó por encontrar una vía suiza para gestionar la pandemia. ¿No es eso legítimo?

Hay muchas vías suizas que me gustan, aunque a fin de cuentas no me satisface el desenlace político. Gracias al sistema actual, las decisiones cuentan al menos con amplio respaldo. En una pandemia, no todo es asunto de emergencia absoluta: también intervienen cuestiones políticas. Pero... ¿creer que se pueda encontrar una vía específicamente suiza para negociar con un virus? Siento decirlo, pero Suiza no puede negociar con el virus.

¿Se han priorizado los intereses económicos en detrimento de la protección a la vida humana, como afirman algunos? ¿Ha venido la pandemia a poner al descubierto un conflicto de valores?

Yo no entiendo cómo se pueden contraponer la economía y la vida humana. ¿Acaso florece la economía cuando se enferma tanta gente y se dispara el número de muertes? En una pandemia, la economía no es un universo paralelo, en el que regirían leyes distintas. Ya volvemos a escuchar voces que reclaman que a la brevedad posible todo se abra de nuevo. Estoy cansado de esos mismos argumentos que niegan las pruebas empíricas. Esto es lo que me fastidia del coronavirus.

Me parece como si una parte del país y algunos políticos se hubieran convertido en adolescentes llorones a los que, noche tras noche, hay que repetir: “No, no puedes llevarte mi automóvil para irte de fiesta”. Hay momentos en los que dan ganas de decir: “Está bien, bebe todo lo que quieras, aquí están las llaves, haz lo que te dé la gana”.

La gente no solo está fastidiada por las numerosas restricciones, sino también por la falta de orientación”.

Peter Schneider

Durante mucho tiempo no se habló del elevado número de muertes por covid. ¿Usted, cómo lo explica?

Solo poco a poco salió a la luz que las residencias de ancianos eran trampas mortales. Me pareció alarmante el cinismo de las declaraciones que escuchamos a posteriori. Nos enteramos, a través de los doctos filósofos que aparecieron en los medios de comunicación, de que todos somos mortales. Se exhortó a los ancianos a que redactaran sus voluntades anticipadas, para evitar que llegaran al triaje de las unidades de cuidados intensivos, donde las camas se habían vuelto escasas. Se les preguntaba: “¿Quién desea someterse voluntariamente a la tortura de la intubación? Más vale morir de covid en paz”. Por mi parte, debo confesar que me dejé llevar por la presión y que llené el formulario de voluntades anticipadas.

¿Puedo preguntarle cuál era su contenido?

Lo que digo en ese documento, es que quiero seguir con vida, pase lo que pase, y que no deseo que me atienda personal infectado de covid. Nunca está de más pensar de vez en cuando en la eventualidad de la propia muerte. Sin embargo, en el presente caso solo era una forma de desviar la atención del escándalo que suponía no haber tomado a tiempo las medidas adecuadas contra una segunda ola. Se decía que la población no aceptaría un segundo confinamiento, aunque el primero no había socavado precisamente la solidaridad. Pues nadie decía: “La covid solo afecta a los ancianos o a los fumadores. A mí, ¿qué me importa?”. Pero en Navidad, el debate sobre la mortalidad sufrió un cambio radical. De repente, todos querían abrazar de nuevo a sus abuelos y no podían hacerlo. Los periódicos no hablaban de otra cosa. Una cursilería increíble.

Suiza no hizo tan buen papel combatiendo la pandemia como muchos pensaban. ¿Cómo afecta eso a la imagen que tenemos de un país en el que todo funciona siempre?

No mucho. A los que tengan una apreciación excesiva de su propio ego no les importará demasiado; más bien creerán que los compromisos nos desviaron de la vía suiza correcta. Y los demás probablemente no tengan una imagen tan idealizada de su identidad suiza como para estar sorprendidos. Lo que sí puede ocurrir es que no resulte fácil recuperar la confianza perdida cuando se presenten nuevas crisis. Porque hay más pandemias en puertas.

¿Cambiará esta crisis del siglo la convivencia en Suiza?

No. La pandemia y temas afines son cuestiones tan amplias que todo el mundo lleva el agua a su molino y ve reforzada su opinión. Espero que al menos a nivel institucional se aprenda algo, por ejemplo para desarrollar una app de seguimiento más eficiente. No obstante, la decepción de no haber encontrado la gloriosa vía suiza tampoco debe llevarnos al otro extremo. A veces existe una tendencia a enorgullecerse de los pecados. Es cierto que Suiza no se lució en absoluto en la pandemia, pero aparte de eso muchas cosas funcionan muy bien. Y otros países que tuvieron más éxito durante un tiempo sufrieron también una segunda o tercera ola. Justo es mencionarlo también.

Todos los artículos de “Panorama Suizo” sobre el tema de la pandemia del coronavirus se reunieron en un dosier que puede consultarse al dosier: revue.link/coronavirus

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    Gilbert Barbezat, Dunedin, New Zealand 17.04.2021 At 07:03

    What an insightful and honest comment from a Swiss colleague. Living in New Zealand, we have been successful in eliminating the virus from our population, but it has come despite the clamour of some nay-sayers who took up the views of many Swiss and their leaders. The authorities held their nerve and followed scientific advice. Viruses need to be treated as infectious agents and do not make exceptions for commerce or personal preferences. As said by Dr Schneider you cannot have a healthy workforce if they play second fiddle to business interests. Refreshing to read!

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  • user
    Lic. Mariana de los Santos. Argentina 17.04.2021 At 01:44

    Es interesante pensar lo que acontece en el mundo cuando TODOS están sumergidos en el mismo mal y surge cómo imposible de evitar reveer la posibilidad de la finitud del otro reflejada en uno mismo. Pensar eventualmente y cada tanto en la muerte podría llevar a un mundo más conciente de las otras muertes, de aquellas pérdidas inevitables diarias que simbolizan los límites de los unos y los otros en una pandemia.

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  • user
    Marie Françoise Maag, Paris 16.04.2021 At 18:24

    Je suis étonnée de lire cet article, moi qui pensait que la Suisse était au dessus de tout soupçon ..il y a du laisser aller, ça ne lui ressemble pas. Mais aujourd'hui il faut s' attendre à tout hélas. Mais après tout, nous sommes tous faillibles, l' important c'est de reconnaitre ses erreurs et de faire mieux au prochain pépin . Maüs.

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    Christiane Pogany, France 15.04.2021 At 08:42

    Enfin un point de vue aussi objectif que possible ! MERCI. Vivant en France, j'ai suivi les mesures prises en Suisse contre l'épidémie en parallèle des restrictions imposées en France. A de moult occasions, je me suis dit "ils ne prennent pas sérieusement ce virus, ils veulent protéger l'économie, le gouvernement fédéral tergiverse, alors que l'épidémie avance , ce pays si riche n'en fait pas assez pour aider les restaurateurs et commerçants,... Etc .." Encore aujourd'hui, je suis sidérée de voir que les gens se déplacent, vont manger dans un restaurant du canton voisin, vont dans les commerces, et peuvent se retrouver à 10 personnes, voire plus dorénavant sur les terrasses, dans les musées, au cinéma ! C'est pas sérieux !

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    Daniel Chollet, France 14.04.2021 At 19:05

    Merci pour cet article, cet homme est d'une grande lucidité. Je n'ai pas a jugé du choix de chaque pays dans la gestion de ce virus, la vie de chacun doit rester la primauté.

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  • user
    Isabelle Hehlen, Mexiko 14.04.2021 At 14:51

    Ich fand den Artikel interessant und stellte fest, dass was mir hier in Mexiko z.T. zu übertrieben vorsichtig vorkommt während der ganzen Pandemie in der Schweiz ev. nicht genug Vorsicht geboten wird. Einmal mehr erlebte ich das Gefühl, dass es keinen "richtigen Weg" gibt, doch am Ende der Wert eines Menschenlebens eigentlich an erster Stelle stehen sollte. Alle anderen Herausforderungen, nicht um sie herunterzuspielen, sind am Ende eben einfach Hürden die zum Leben dazu gehören.

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  • user
    Mariarosa Sclauzero, New York - USA 13.04.2021 At 16:43

    The review was not treating the subject (the virus) with a profound understanding. It seems lacking human understanding, the pain, the uncertainties and not knowing what a new future will bring to the generations to come. It has changed the life of most of us, and this is a reality. I wished I had a better understanding of how the country feels. Thank you.

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    • user
      Kosta Y. Mumcuoglu, Israel 14.04.2021 At 10:39

      Ich hatte eher erwartet zu lesen, was mit der Aggression passiert, wie wir es aus anderen Ländern kennen: die ganze Zeit zusammen zu Hause zu sein, der Verlust des Kontakts zu Familienmitgliedern wie Grosseltern und Freunden, die Schwierigkeiten beim Lernen durch Zoom, sowie die Sorgen um die unbekannte Zukunft.

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