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Suiza, país de cuatro lenguas y culturas: una fórmula consagrada, aunque inexacta. Porque desde hace poco los yeniches y los sintis se consideran oficialmente como minorías lingüísticas y culturales de Suiza. Asimismo, los romaníes empiezan a recibir mayor atención.
De repente se les saltaron las lágrimas y se abrazaron. Estos hombres visiblemente conmovidos eran yeniches y sintis, reunidos en Berna para celebrar su tradicional encuentro cultural. El Consejero Federal Alain Berset, invitado al evento, pronunció el discurso de bienvenida. Ya sus primeras palabras desataron las emociones: “Queridos yeniches y sintis…”.
Un saludo banal, podría decirse. Pero desde la perspectiva de los yeniches y los sintis, este evento marcó un importante hito en su existencia: por primera vez un gobernante ya no se dirigía a ellos con el término genérico de “comunidad itinerante”. Berset prosiguió: “Reconozco su demanda de ser llamados por su nombre y haré todo lo posible para que en adelante la Confederación los designe como yeniches y sintis”. Poco antes de fin de año, el Consejero Federal reiteró su promesa y explicó cómo se imaginaba “el fomento de la cultura de los yeniches, los sintis y los romaníes”. Pese al carácter incipiente y aún fragmentario del plan de acción propuesto, las propias palabras usadas por el Consejero hacían de esta declaración un evento altamente significativo. Pero además de los yeniches y los sintis, el Consejero Federal mencionó casi de pasada por primera vez en público a los romaníes, considerándolos parte de la diversidad cultural de Suiza.
Con este nuevo paso, Suiza prosigue sus esfuerzos para contrarrestar la discriminación de las minorías. De esta manera ratifica su compromiso, contraído ya desde 1995 con la firma del Convenio Marco del Consejo de Europa para la Protección de Minorías Nacionales. Sin embargo, entre la firma de un convenio y el reconocimiento explícito de una minoría media a veces un abismo –al menos desde el punto de vista de los afectados–. Todavía la primavera del año pasado, los portavoces de los yeniches y los sintis se quejaban de que las autoridades no comprendieran la esencia de esa minoría tan polifacética, al catalogarla informalmente de “comunidad itinerante”. La inmensa mayoría de ellos son sedentarios, lo cual no cambia nada de su identidad como yeniches o sintis. Entretanto, la Radgenossenschaft der Landstrasse, principal organización de las minorías en parte itinerantes, pero en su gran mayoría sedentarias, se deshace en elogios y declara que el Consejo Federal acaba de dar un paso decisivo.
Reconocer a las minorías equivale a aflojar las fuertes tensiones que durante siglos han caracterizado a la relación entre las autoridades estatales y los “gitanos”. Pero el proceso no ha concluido. Así, tras el gesto del Consejero Federal la Radgenossenschaft se apresuró a recordar que a la larga no puede existir realmente una minoría nacional si los manuales escolares suizos no la mencionan en ninguna parte: éste es un hecho del que las autoridades federales también son conscientes, por lo que se han dado a la tarea de seguir impulsando el proceso de reconocimiento y reconciliación. Y es que desde 1926 hasta bien entrados los años 1970, muchos yeniches y sintis fueron víctimas de injusticias por parte del Estado y las instituciones sociales. Así, numerosos niños fueron arrebatados a sus familias y confiados por separado a otras familias o internados en instituciones. El argumento en favor de esta política era que los “vagabundos eran genéticamente inferiores”, una característica que era preciso erradicar.
Sin embargo, los errores del pasado también están a punto de enmendarse: el 1.o de abril entrará en vigor la “Ley Federal sobre la Revisión de las Medidas Coercitivas de Asistencia y Adjudicación de Niños a Familias de Acogida, anteriores a 1981”. Pese a su denominación algo rimbombante, esta ley permitirá indemnizar a las víctimas de tales abusos. Para estas compensaciones se dispone de un fondo de 300 millones de francos, y el número de beneficiarios (estimado entre 12 000 y 15 000) evidencia la magnitud de las heridas que les han sido infligidas durante medio siglo. Los damnificados con derecho a indemnización podrán solicitarla hasta el 1.o de marzo de 2018.
Mientras el proceso de revisión del pasado va al parecer por buen camino, la “mejora de las condiciones de vida de los itinerantes”, que quiere implementar la Confederación, así como el “fomento de la cultura de los yeniches, los sintis y los romaníes” siguen siendo una compleja asignatura pendiente. Paradójicamente, los representantes de las minorías que llevan una vida itinerante cuentan en la actualidad con menos plazas de aparcamiento que hace diez años: en vez del prometido progreso, esto significa un claro retroceso. Fue justamente gracias al debate sobre la falta de plazas como la sociedad mayoritaria empezó a apoyar ampliamente el reconocimiento de los yeniches y los sintis como minorías de Suiza. En cambio, para los cerca de 80 000 romaníes que viven en Suiza, la situación y el largo camino que les queda por recorrer son mucho menos claros, dado que constituyen la mayor de las tres minorías itinerantes, pero al mismo tiempo la más invisible. La sociedad mayoritaria ha desbancado en amplia medida a los romaníes suizos, olvidando que tienen a sus espaldas una historia de 600 años de residencia en el país. Como lo demuestran las fuentes históricas, entraron en Suiza a principios del siglo XV.
Por una grata casualidad, el reconocimiento explícito de los yeniches, los sintis y los romaníes por parte del Consejo Federal coincide con un evento cultural: el estreno en los cines del documental “Unerhört Jenisch”, de Karoline Arn y Martina Rieder, uno de cuyos protagonistas es el cantante Stephan Eicher, que llena las salas de conciertos de la Suiza germanófona y francófona. Eicher juega desde hace tiempo con la imagen del “gitano”, basada en unos supuestos antecedentes yeniches. La película va en busca de sus verdaderas raíces yeniches en los Grisones, lo que depara al público una experiencia maravillosa. Hasta ahora, el apego de Eicher por los gitanos franceses y por el músico bosnio que toca melodías gitanas, Goran Bregovi?, era interpretado como un coqueteo algo impostado, una especie de juego con una cultura ajena. Sin embargo, al término de su búsqueda queda claro que Eicher no finge, sino que se siente totalmente en casa dentro de esta cultura. Su mensaje es perfectamente claro, sobre todo para los yeniches y los sintis sedentarios: el reconocimiento de las raíces puede convertir de la noche a la mañana algo encubierto, vergonzante y oculto, en algo profundamente auténtico.
Los yeniches son un grupo étnico procedente de clases sociales marginadas en la temprana Edad Moderna; han desarrollado sus propias tradiciones y su propia lengua. ¿Cómo suena el yenich en la actualidad? Aproximadamente así: “De Oberflotschergaaschi holcht em Fludi naa und linst, dass loori gflotschet wird – denn zum Flotschne biharchts e Fläppe. Wer loori Fläppe biharcht, wird gschräpft”. Lo que significa: “El vigilante de pesca pasea junto al río y se asegura de que no se pesque –porque para pescar se necesita una licencia y al que no la tiene se le multa–”. Por su parte, los sintis son una rama de los romaníes europeos. En Suiza, los yeniches y los sintis (llamados “manouches” en la Suiza francesa) están estrechamente emparentados. Los sintis hablan una variante de la lengua indoaria, llamada romaní. De los aproximadamente 30 000 yeniches y sintis, cerca de un 10 % lleva una vida itinerante.
Imagen Las largas reivindicaciones a favor del reconocimiento de estas minorías nacionales están dando sus frutos: representantes de los yeniches y los sintis ante el Palacio Federal de Berna. Foto Adrian Moser
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SO hat es dass Parlament 1998 beschlossen und so wird es umgesetzt.
https://www.edi.admin.ch/edi/de/home/fachstellen/frb/internationales/europarat/schutz-nationaler-minderheiten.html