Sociedad
Sociedad
Sociedad
Sociedad
Sociedad
Sociedad
Sociedad
Sociedad
¿Pertenecerá la ciudad del futuro a los ciclistas? En cualquier caso, muchas ciudades suizas apuestan por introducir más bicicletas, hasta duplicar su proporción del total de los medios de transporte. Este vehículo propulsado por la fuerza muscular no sólo suscita nuevas esperanzas, sino también reacciones de rechazo.
200 años tras la invención de la bicicleta por parte del ingenioso barón Karl von Drais, este vehículo sin motor causa revuelo en la ciudad cosmopolita de Zúrich. No es que esta ciudad acabe de descubrir la bicicleta; lo que ocurre es que una nueva tendencia genera controversia: por doquier se ven innumerables bicicletas de alquiler. Están estacionadas incluso en sitios donde hieren el sentido del orden de los zuriqueses.
Pero Zúrich no es la excepción al respecto: en otras ciudades suizas varias empresas se preparan para inundar los espacios urbanos con sus bicicletas de alquiler, sin tener que crear las instalaciones necesarias para estacionar estos vehículos. En lugar de ello ofrecen aplicaciones para smartphones, que permiten encontrar y desbloquear las bicicletas disponibles. Quien ya no necesite la bicicleta después de usarla, puede dejarla en cualquier sitio. En Zúrich, hasta seis proveedores compiten por el favor de los ciclistas: O-Bike, Limebike, Züri rollt, Züri-Velo, Smide (que ofrece bicicletas eléctricas) y Carvelo2go (que alquila bicicletas para el transporte de mercancías). Asimismo, la empresa danesa Donkey Republic está considerando ofrecer bicicletas de alquiler en Zúrich.
En otras ciudades, Nextbike, Velospot y PubliBike comparten el mercado. La magnitud del revuelo no sólo se debe a la revolución que se está gestando en los medios de transporte. En particular, la empresa O-Bike, domiciliada en Singapur, es blanco de críticas por ofrecer bicicletas de mediocre calidad, por lo que se rumorea que la compañía está interesada ante todo en recopilar datos acerca de sus clientes, con el fin de aprovecharlos y comercializarlos. Pero incluso ciertos temas más triviales calientan los ánimos. Por ejemplo, es muy grande el descontento por la apropiación comercial del espacio público, por su reducción y “desfiguración”, en palabras del periódico NZZ. Por otro lado, están quienes se alegran de ello, pues la invasión de las bicicletas de alquiler confirmaría que la cultura del compartir está ganándole cada vez más terreno a la del poseer.
El revuelo actual en torno a las bicicletas de alquiler no debe ocultarnos una tendencia más general. Puede que las bicicletas de alquiler acaben imponiéndose; puede que varios proveedores acaben desapareciendo. De lo que no cabe duda, es que la importancia de las bicicletas en las ciudades suizas irá en aumento, independientemente del mercado de alquiler. Muchas municipalidades han incluido el fomento de la bicicleta en su agenda política. De hecho, las ciudades están cambiando: desde hace tiempo, la moda de vivir en el campo ha cedido ante el apremio por volver a la ciudad. De ahí que las ciudades se vean confrontadas a nuevos desafíos, entre otros en el ámbito de la movilidad: si no quieren sufrir en mayor grado aún el impacto del transporte motorizado individual, deben fomentar, además del transporte público, el “tránsito lento”, es decir, los desplazamientos a pie o en bicicleta. Todo esto genera un debate ideológico. Para los círculos izquierdistas y ecológicos, la bicicleta es la opción ideal para luchar contra la contaminación del aire, el ruido y la reducción del espacio urbano. En cambio, los partidarios del transporte automovilístico sienten que se les toma como rehenes, pues saben que no pueden crearse más carriles para ciclistas sin que se reduzca el espacio disponible para los automóviles.
Sin embargo, la tendencia ya está trazada, aunque sea a grandes rasgos. Ante la presión de la iniciativa popular que exige anclar el fomento de la bicicleta en la Constitución Federal, no tardó en intervenir el Consejo Federal, y aunque su contrapropuesta es menos ambiciosa que la iniciativa a favor de la bicicleta, reconoce la importancia de ésta y de fomentar su uso. Después del Consejo de los Estados, el Consejo Nacional respaldó asimismo en marzo la propuesta del Consejo Federal a favor de la bicicleta. El pueblo tendrá la última palabra.
Como quiera que sea, puede que la política vaya a la zaga de la realidad, pues la movilidad urbana está evolucionando desde hace mucho tiempo. Así, en varias grandes ciudades suizas, menos de la mitad de los hogares poseen todavía un automóvil propio: una austeridad que se debe, ante todo, a la notable eficacia del transporte público. Sin embargo, la ampliación del transporte público es costosa y se ve limitada por la densidad urbana. Por consiguiente, si las municipalidades promueven la bicicleta como medio de transporte, el objetivo de esta política no es sólo reducir el transporte motorizado individual, sino también aliviar la frecuente congestión de autobuses y tranvías.
Con ese planteamiento concuerda Evi Allemann, Presidenta de la Asociación Suiza de Tránsito y Ambiente y Consejera Nacional socialista, que acaba de ser elegida al gobierno cantonal de Berna. Si bien considera que el transporte público reviste suma importancia en Suiza, afirma que la proporción de bicicletas se duplicará, en particular en los espacios urbanos, hasta representar más del 20 % del total de los medios de transporte. Sin embargo, Suiza aún está muy lejos de alcanzar los niveles de ciertas ciudades eminentemente ciclistas como Copenhague, debido a que el transporte público suizo es demasiado eficaz. Como quiera que sea, para descongestionar las ciudades será preciso fomentar el uso de la bicicleta.
Para lograrlo, ¿qué medidas deben adoptarse? Según la especialista en política de transporte se necesitan ciclovías y carriles bici claramente reconocibles y seguros; asimismo, hay que paliar la congestión de los puntos neurálgicos. Con frecuencia, la sensación de inseguridad impide que la gente use la bicicleta a diario. A tenor de Allemann: “Demasiada gente reconoce que, simplemente, tiene miedo”. Además, se necesitan suficientes lugares para estacionar las bicicletas. ¿Es esto una alusión indirecta a los problemas que ocasiona la invasión de las bicicletas de alquiler que carecen de estacionamiento fijo? “La anarquía en el uso de la bicicleta desvirtúa la imagen de este medio de transporte”. Todos necesitamos acatar unas “reglas del juego muy claras”, además de unos acuerdos vinculantes entre proveedores y autoridades municipales. Ella misma se sujeta a reglas muy claras en materia de movilidad: nunca se pone al volante, ni siquiera tiene licencia de conducir: algo que, como ya lo hemos mencionado, ya no resulta tan extraño en las ciudades suizas.
De los casi cuatro millones de suizos que todos los días van de su casa al trabajo y viceversa, un 54 % lo hace en coche o en moto, y un 31 % usa el transporte público; un 9 % se desplaza a pie, mientras que un 7 % recorre el camino en bicicleta. También entre los jóvenes en formación son 7 % los que se dirigen a su centro de estudio en bicicleta. La proporción de hogares sin automóvil va en aumento, especialmente en las ciudades: hoy por hoy Berna encabeza la lista con un 56,8 %, seguida de Zúrich con un 52,8 %, Basilea (52,1 %) y Lausana (46,3 %). La última posición entre las grandes ciudades le corresponde a Ginebra, con un 40,9 %.
Imagen Las bicicletas de alquiler de proveedores como O-Bike o Limebike causan polémica en las calles de Zúrich. Fotografía Keystone
Comentarios
Comentarios :
https://www.mibici.net/en/