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En Suiza viven casi un millón de personas con discapacidad auditiva, muchas de las cuales no pueden participar en la vida social sin un intérprete de la lengua de signos. Por eso, el Consejo Federal plantea la posibilidad de otorgar reconocimiento jurídico a esta lengua.
Brigitte Schökle está sentada en la sala de reuniones de la Walkerhaus, una llamativa casa de ladrillos de 120 años de antigüedad, en el centro de Berna. Frente a ella viene a sentarse Tanja Joseph, con la cara vuelta hacia la luz, para que Brigitte Schökle la vea bien. Tanja Joseph es intérprete de la lengua de signos y está allí para trabajar, pues Brigitte Schökle es sorda. Esta mujer de 50 años es Directora de la Comunidad de Intereses de Personas Sordas y con Discapacidad Auditiva (IGGH), una asociación activa en el cantón de Berna, en la parte germanohablante de Friburgo y en el Alto Valais. Siempre que Brigitte Schökle se reúne con personas que oyen, necesita una intérprete.
Al igual que todos los asalariados sordos, dispone de 1 778 francos mensuales para servicios de interpretación en su puesto de trabajo. La ley suiza sobre el seguro de invalidez les garantiza esta prestación. Pero este importe no permite mucho diálogo: “Da para unas diez horas de interpretación; es muy poco”, afirma Brigitte Schökle.
Este ejemplo ilustra el mayor problema de las personas con discapacidad auditiva: el difícil acceso a la comunicación. Este problema no se plantea sólo en el puesto de trabajo, sino siempre que las personas sordas o con discapacidad auditiva interactúan con personas que oyen, en particular en el sector de la salud y la educación, en la administración pública y en el ámbito cultural.
“Actualmente vivimos en una sociedad dominada por los medios y la comunicación. Sin embargo, aunque Internet ha venido a revolucionar muchas cosas, en numerosas áreas aún faltan vídeos en la lengua de signos o con subtítulos en las tres lenguas del país”, asevera Brigitte Schökle.
Es muy posible que en los próximos años mejore en Suiza la manera de comunicarse con los sordos y que haya más elementos de ayuda para la traducción. A través de tres iniciativas parlamentarias se ha solicitado al Consejo Federal que otorgue reconocimiento jurídico a las lenguas de signos comunes de Suiza (véanse recuadros). Este despertar político ha “suscitado gran alegría” en la comunidad de sordos, declara Brigitte Schökle.
Reconocer legalmente las lenguas de signos podría conducir a que se tomen medidas encaminadas a contrarrestar la discriminación de las personas con discapacidad auditiva. Si bien es cierto que las bases legales contra la discriminación de personas con discapacidad auditiva son ya “muy completas y precisas”, responde la Federación Suiza de Sordos (FSS), estas bases legales se aplican poco. Según la FSS, por ejemplo, el desempleo está tres veces más extendido entre los adultos sordos que entre los que oyen.
En Suiza, casi 10 000 personas han nacido sordas o con alguna discapacidad auditiva grave. Esto equivale al 0,2 por ciento de la población. Y casi un millón de suizos padecen algún tipo de discapacidad auditiva.
Brigitte Schökle está sorda desde los seis años de edad, a causa de una meningitis. “Desde esa época hasta ahora ha habido muchos cambios positivos”, comenta. Ella tuvo que asistir de un día para otro al colegio de rehabilitación para sordomudos en San Galo. “El cambio de colegio fue para mí un shock cultural”.
En esa época, la lengua de signos estaba prohibida en el colegio. Los alumnos tenían las manos atadas en la espalda, para que no pudieran comunicarse por medio de signos. El motivo era que en la pedagogía para sordos imperaba la opinión de que éstos debían aprender el lenguaje oral para poder desenvolverse en la vida. Por eso, debían expresarse con la boca y no con las manos.
A esta conclusión había llegado un congreso internacional de expertos en pedagogía para sordos, el Congreso de Milán, de 1880. Las decisiones de este congreso tuvieron importantes repercusiones en la vida social de los sordos, también en Suiza, incluso hasta la fecha. “Sufrimos mucho durante la era de la ‘pedagogía oral’ ”, afirma Brigitte Schökle.
Sin embargo, pese a la prohibición de la lengua de signos en la escuela de rehabilitación de sordomudos, los alumnos se comunicaban en esta lengua durante el almuerzo y las pausas: “Eran los únicos momentos en que los maestros no intervenían. Así fue como, poco a poco, aprendí de mis compañeros la lengua de signos”, comenta Brigitte Schökle.
Actualmente, a diferencia de entonces, los niños sordos o con deficiencia auditiva no están obligados a asistir a una escuela especial y pueden integrarse en una escuela regular. Algunos niños (y adultos) con discapacidad auditiva usan un audífono o un implante coclear (colocado en la cóclea) que les permite oír, al menos parcialmente. Sin embargo, estos medios auxiliares no pueden sustituir a un oído sano.
No obstante, Brigitte Schökle, madre de tres niños que no tienen problemas de audición, opina que la nueva tecnología auditiva y la asistencia a una escuela regular no son suficiente estímulo para los niños sordos: “La estimulación temprana es de suma importancia. Los niños con discapacidad auditiva deben aprender la lengua de signos desde pequeños y crecer ‘bilingües’ ”. Gracias a este bilingüismo tendrán mejores oportunidades de obtener una buena educación, porque las materias pueden serles transmitidas también con la ayuda de intérpretes. “Si la lengua de signos obtiene reconocimiento jurídico en Suiza, dice Brigitte Schökle, espero que se tomen medidas para la estimulación temprana”.
Si bien el lenguaje gestual en la infancia y juventud de Brigitte Schökle parecía muy amplio y tosco, actualmente es mucho más fino y diferenciado. Quienes pueden oír no se dan cuenta de que la lengua de signos, lejos de reducirse a una simple mímica y a movimientos con las manos, posee su propia gramática y sintaxis. “No es un simple paliativo, sino una verdadera lengua”, subraya Brigitte Schökle. Esta lengua se ha ido “enriqueciendo” en los últimos decenios y no ha dejado de evolucionar.
Y ha evolucionado tanto que actualmente es posible traducir conciertos enteros a la lengua de signos. Brigitte Schökle, quien ha participado activamente en este ámbito, está convencida de que la traducción de eventos culturales permite tender puentes entre quienes oyen y quienes no pueden oír. Ella misma se ha percatado de que, en los eventos culturales, el público oyente queda fascinado por los intérpretes de la lengua de signos o por los participantes sordos en los recitales de poesía, y acaba centrado por completo en los intérpretes o en los artistas sordos: “Esto se debe a que la lengua de signos permite transmitir mensajes de una forma muy visual, vívida y emocional”.
No obstante, recalca Brigitte Schökle, “si bien es fantástico que la lengua de signos se acepte ahora en el ámbito cultural, nuestro objetivo es participar en todos los sectores de la vida social con los mismos derechos y en forma autónoma”. Por este motivo, entre otros, el reconocimiento jurídico de la lengua de signos por el Consejo Federal constituye, en su opinión, “un importante paso en la dirección correcta”.
Suiza es uno de los últimos países de Europa en los que la lengua de signos todavía no goza de reconocimiento jurídico, si bien es cierto que Ginebra y Zúrich la mencionan en sus constituciones cantonales. Se están realizando esfuerzos para lograr que sea reconocida a nivel cantonal en los cantones de Vaud, Berna y el Tesino. La lengua de signos y la cultura de los sordos también se mencionan en la Ley de Igualdad de Derechos de Basilea.
En Suiza, se usan tres lenguas de signos: la del alemán suizo, del francés y del italiano. Además, en la Suiza alemana existen cinco dialectos regionales de la lengua de signos (ZH, BE, BS, LU, SG).
Los sordos suizos tienen en Christian Lohr (PDC), Regula Rytz (Los Verdes) y Mathias Reynard (PSS) tres consejeros nacionales que pugnan a nivel político por reconocimiento jurídico de las tres lenguas de signos existentes en Suiza. El Consejo Nacional ha recibido favorablemente las iniciativas que han presentado. Además del reconocimiento jurídico, Lohr, Rytz y Reynard exigen que se implementen medidas concretas, acordes con la Convención sobre los Derechos de las Personas con Discapacidad de la ONU, con el objeto de “lograr la participación completa, inclusiva y sin barreras de las personas sordas y con discapacidad auditiva”.
Comentarios
Comentarios :
Merci pour votre témoignage. Où avez-vous fait votre formation ?
J’espère que, dans cette quête, les organisations qui représentent les sourds et malentendants se montrent plus ouvertes aux entendants qu’elles ne l’étaient il y a 30 ans. À cette époque, étudiante en droit en Suisse, j’étais sensible à la nécessité de communiquer en direct avec chacun. J’avais donc décidé d’apprendre la langue des signes. Dans mon entourage, il y avait deux personnes sourdes, elles n’étaient pas de ma famille et je ne les côtoyais pas au quotidien. Deux sésames cumulatifs indispensables pour accéder à une formation en langue des signes.
Demander aux autorités de reconnaître les spécificités des sourds et malentendants me semble respectueux, mais il faut aussi que les instances représentant les sourds et malentendants se montrent ouvertes aux entendants dévoués. Les ponts doivent être créés dans les deux sens.