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  • Literatura

Francis Giauque | “Estás cerca, estás lejos, nunca te alcanzaré”

11.04.2025 – Charles Linsmayer

Algunos creen que estaba poseído por una misteriosa fuerza letal, otros hablan de una fatal maldición. Lo cierto es que la vida y la obra de Francis Giauque, que cruzó “las puertas regias de la Muerte” en el lago de Neuchâtel en 1965, a la edad de 31 años, estuvieron marcadas por la angustia, la desesperación y la soledad. La muerte, que tanto había anhelado, fue para él un consuelo.

Francis Giauque (1934 – 1965)

Francis Giauque, hijo de un cartero, nació el 31 de marzo de 1934 en Prêles, en el Jura bernés francófono, y asistió al colegio de La Neuveville. Más tarde, sin embargo, abandonó la escuela de comercio de Neuchâtel y, aquejado de una enfermedad cutánea, se retiró a casa de sus padres, aislándose del mundo exterior para sumergirse en las obras de Samuel Beckett y del poeta maldito francés Tristan Corbière, que pronto lo inspirarían para escribir sus propios textos y poemas. Durante un tiempo trabajó como librero y corrector de pruebas en Lausana, donde conoció, en 1956, al único amor de su vida: la bella pintora de veinte años Emilienne Farny, a la que nunca olvidaría y a la que celebraría en sus poemas mucho después de que ella lo hubiera dejado.

Atrapado en la depresión

En 1958, cuando era profesor de francés en Valencia (España), sufrió por primera vez una grave depresión que lo trajo de vuelta a Suiza, donde lo internaron en varias ocasiones en las clínicas psiquiátricas de Ginebra, Yverdon y Neuchâtel. Durante su estancia en estos centros fue sometido a terapias de electroshock e inyecciones de insulina. Pero de intento de suicidio en intento de suicidio, oscilando entre la más profunda desesperación y breves instantes de esperanza, empezó a sentir un rechazo cada vez más radical no solo a la vida burguesa “normal”, sino a la vida misma. La escritura fue lo que lo mantuvo en pie, como demuestran las dos colecciones publicadas en vida, “Parler seul” [“Hablando solo”], de 1959, y “L’Ombre et la Nuit” [“La sombra y la noche”], de 1962, mientras que el largamente acariciado proyecto de una edición completa de sus poemas y de su prosa no se materializaría sino hasta cuarenta años después de su muerte, en 2005. Sin embargo, solo lograría concretar su proyecto de suicidio tras la muerte de su madre, el 29 de julio de 1954, quien en más de una ocasión había impedido que su hijo se suicidara, recogiéndolo repetidamente del abismo en el que había caído.

cuando muera mañana de ser posible enterradme en tierra húmeda y pesada de calor que la tapa del ataúd se convierta en la bóveda estrellada de mi sueño que nadie llore yo que no supe vivir al fin podré levantarme en los claros sonidos de la noche

Extracto de Francis Giauque, “Œuvres” [“Obras”], colección “L’Aire bleue”, Éditions de l’Aire, Vevey, 2005.

Conmovedores testimonios de un alma atormentada

El hecho de que Giauque, en el desamparo de su autoexilio y bajo el estricto tratamiento psiquiátrico al que fue sometido, lograra canalizar su tormento en 156 poemas de una fuerza estremecedora, parece un milagro, sobre todo cuando se lee su prosa, como los “Fragment d’un journal d’enfer” [“Fragmento de un diario de infierno”], implacable testimonio de un sufrimiento mitigado por la métrica de los versos: “Alma convulsionada. Salir. Salir. Todas las salidas están bloqueadas. Gruesos muros. Rejas. Puertas cerradas. Ventanas atrincheradas. Un universo donde el miedo se cuela como una serpiente taimada. Sus anillos aprietan. Asfixia. Salida. Salir por las puertas regias de la Muerte.”

Sin embargo, contrariamente a lo que suele afirmarse, no fue solo la enfermedad lo que hizo de Giauque un poeta maldito; también fue su amor no correspondido por Emilienne Farny, a la que dedica uno de sus últimos poemas: “Las horas que agonizan / en la jaula de la angustia / el oleaje invasor / de la más profunda desesperación / y tú, que jamás volverás”.

BIBLIOGRAFÁ: “Œuvres” de Francis Giauque está disponible en la colección “L’Aire bleue”, Éditions de l’Aire, Vevey, 2005.
 

Charles Linsmayer es filólogo y periodista en Zúrich

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