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La obra “El cuento del último pensamiento” (Le conte de la pensée dernière) de Edgar Hilsenrath, reeditada en francés, ha recibido críticas ditirámbicas, y no sin razón. El autor, un judío alemán nacido en Leipzig en 1926, escribe la novela en forma de cuento, aludiendo al hecho de que la mayor parte de los que vivieron los acontecimientos de 1915 en Turquía ya no están aquí para contarlos. En sus últimos momentos en la Tierra, el armenio Thomva Khatisian, de 73 años, recibe la visita de Meddah, un narrador que le cuenta su trágica historia.
Edgar Hilsenrath se sirve del humor y de elementos grotescos y revive en este relato la vida de los armenios de Turquía antes del cataclismo de 1915. Nos traslada a un pueblo de Anatolia y nos sumerge en la vida de la comunidad armenia. Las alturas son controladas por los kurdos, a los que los armenios pagan impuestos para evitar que secuestren a sus hijas. En las ciudades, los artesanos armenios son conocidos por su habilidad. Y son tan apreciados que, después de las masacres, muchos turcos lamentan profundamente su desaparición. ¿Dónde está el sastre? ¿Dónde está el verdulero? Como los judíos en Alemania, los armenios servirán de chivo expiatorio. En las ciudades, en los pueblos, cunde el temor a las masacres, al «tebk». Edgar Hilsenrath retrata la vulnerabilidad de esta población cristiana, que no tiene derecho a llevar armas. Cuando el Estado turco da señales de querer hacer deportaciones, los armenios se encuentran totalmente a merced del poder público.
Como en sus otras novelas, Le conte de la pensée dernière no describe un mundo en blanco y negro. Hubo turcos que auxiliaron a sus compatriotas armenios. También la población se encuentra atenazada por un Estado que instrumentaliza los miedos – el de una quinta columna armenia acusada de pactar con los rusos. La novela es violenta: en ella hay mujeres embarazadas sedientas conducidas en marchas sin fin hacia los desiertos de Mesopotamia. Pero también es prodigiosamente vital, en el sentido de que resucita la vida de la comunidad armenia antes del cataclismo. «¿El Hayastan? Es ese lugar donde las montañas llegan a tocar las nubes (...). Donde había ovejas de cola grasa, carne de cordero y yogur. ¿Te acuerdas de ese yogur que la abuela solía llamar madsoun? (...)». Así prosigue el cuento recitado a Thomva Khatisian en vísperas de su muerte.
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Plaza & Janés, Barcelona, 2002
Traducción de Mariano Grynszpan y Alejandra Obermeier