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Ser o no ser: ¡ésa es la cuestión! Los Verdes Liberales y el Partido Burgués Democrático corren peligro de desaparecer si no logran recuperar un número significativo de votos de aquí a 2019.
Fue un breve ascenso al que siguió una caída en picado. Desde entonces se vuela a la vista, siempre con un elevado riesgo de estrellarse. Así puede resumirse, en pocas palabras, la breve historia de los dos pequeños partidos suizos PBD (Partido Burgués Democrático) y PVL (Partido Verde Liberal). Las elecciones al Consejo Nacional de 2011 aportaron al PVL una espectacular victoria electoral que le permitió pasar de tres a doce escaños. En 2015 siguió el gran desplome: el número de escaños, sólo siete, se redujo casi a la mitad.
También el PBD, en 2011 uno de los triunfadores, sufrió un revés en 2015: su cifra de escaños se redujo de nueve a siete. Desde entonces, la posición de ambos partidos es muy tambaleante. El PVL se ha estabilizado ligeramente, ganando la no despreciable cifra de dos escaños más en los parlamentos cantonales desde las elecciones de 2015. En cambio, el PBD sigue descendiendo, y en el mismo periodo ha perdido ocho escaños en los parlamentos cantonales.
Al principio, ambos jóvenes partidos de centro aportaron un poco de colorido en la vida política. El PBD, que nació en 2008 de la escisión de la Unión Democrática de Centro (UDC), se nutría al principio del apoyo de los electores de la UDC que consideraban demasiado áspero el tono de dicho partido. Y el PVL, fundado en 2007 como partido nacional, desea hasta ahora conciliar la economía liberal y la política social con una política sostenible de protección medioambiental. Con ello, ambos partidos se sitúan en el centro, donde ya antes regía una dura lucha de desplazamientos. Por tanto, uno de los grandes desafíos para ambos grupos es “el posicionamiento temático en la competencia por captar la atención de los electores”, como explica a Panorama Suizo el historiador, politólogo y Presidente del Consejo de Administración del Centro de Investigación del GfS de Berna, Claude Longchamp: “Lo fundamental es que se asocie a un pequeño partido al menos con un tema, en el cual ejerza el liderazgo. Si no, su imagen se reduce al papel de quien hace posible la mayoría: un papel que si bien no deja de ser atractivo desde el punto de vista del poder político, conduce pronto al reproche del oportunismo”.
Entre los problemas principales, señala Longchamp, está la creación de estructuras cantonales de partido y el reclutamiento de personal. Y opina que en ese aspecto ambos partidos experimentan dificultades, si bien el PBD tiene una ligera ventaja, ya que puede recurrir en parte a estructuras de la UDC, sobre todo en los cantones de Berna, los Grisones y Glaris, donde ha sido desde el principio un partido gubernamental. No obstante, el poder local en estos tres cantones no fue suficiente para conseguir más escaños en los gobiernos cantonales. Y el PBD se nutría en gran parte del carisma de su popular Consejera Federal, Eveline Widmer-Schlumpf, quien dimitió a finales de 2015 tras ocho años en el Gobierno central.
Ambos jóvenes partidos de centro tienen asimismo un problema de confianza. Un estudio sobre procesos electorales del Centro Suizo de Competencias de Ciencias Sociales, en Lausana, ha descubierto que existe un abismo entre los políticos y los electores del PVL y el PBD: “Este efecto es especialmente llamativo en el caso de los Verdes Liberales, cuyos electores se clasifican a la izquierda del centro, y sus candidatos a la derecha del centro”, escribe el Tages-Anzeiger. “También los candidatos del PBD se sitúan más a la derecha que sus electores”.
A esto hay que añadir que el PVL dio un paso en falso con su primera iniciativa popular. El referéndum quería ser una locomotora de la campaña electoral, pero el tiro acabó saliéndole por la culata, justamente en el año electoral 2015. Con un 92 % de votos en contra, la idea del PVL de remplazar el IVA por un impuesto sobre las energías no renovables, fracasó estrepitosamente –fue lo que podría denominarse una derrota histórica –. “Con ello arruinó sus posibilidades de un triunfo electoral en Zúrich y a nivel federal. Todavía resuena el eco de aquella derrota”, dice Longchamp, quien piensa que ambos partidos aún tienen posibilidades de aquí a las elecciones federales de 2019, pero advierte: “Si vuelven a sufrir una derrota electoral, corren peligro de desintegrarse”.
El presidente fundador de los Verdes Liberales, Martin Bäumle, ya no guiará a su partido en esta etapa decisiva. En mayo presentó su dimisión para el próximo agosto. Bäumle construyó el PVL con gran pasión, pero se le consideraba un tecnócrata excesivamente dominante.
Imagen Se avecinan tiempos difíciles para los Verdes Liberales, presididos por Martin Bäumle, quien ha anunciado ya su dimisión. Foto Keystone
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