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De niña, Rita Soltermann fue víctima de explotación por parte de una familia campesina de Emmental. Desde entonces su vida ha sido la de un “cero a la izquierda”. Si bien estima que son muy importantes las medidas adoptadas por la Confederación para reparar el sufrimiento de los afectados, considera que esta reparación no puede en absoluto borrar las cicatrices del pasado.
En el cuarto de estar de Rita Soltermann, una bernesa natural de Niederönz que pronto cumplirá 80 años, hay flores, flores y flores... y 350 cerditos de porcelana. Es una vista que hace sonreír. Pero los cerditos son un recuerdo de una infancia que fue cualquier cosa menos florida. Rita Soltermann fue explotada con seis años en una familia campesina de Emmental que no tenía hijos. Allí, Rita fue la decimocuarta niña que trabajó esclavizada en las escarpadas laderas de la granja familiar: como mano de obra gratis.
Tenía que levantarse a las seis de la mañana, primero daba de comer a las gallinas, y después a los cerdos. El olor del establo se le pegaba al cuerpo, y después tenía que marcharse corriendo a la escuela sin duchar. Rita Soltermann lo dice abiertamente: “Apestábamos”. Después de la escuela tocaba cambiarse y seguir trabajando. Las tareas escolares no estaban previstas en el día a día laboral, por lo que su bagaje escolar permaneció escaso por el resto de su vida. No pudo aprender ninguna profesión, porque le tocaron las peores cartas: “Cuando empiezas así, haces ‘trabajos temporales’ por el resto de tus días. Toda tu vida eres un cero a la izquierda”.
Dar de comer a los cerdos: esto era el rayo de esperanza en el día a día de la niña. Le gustaban los cerdos. Se convirtieron en sus compañeros, e incluso le proporcionaban momentos de felicidad: “A veces salía del establo cabalgando a lomos de una hembra”. En la escuela la apodaron “Söirittere”: Rita, la jinete de los cerdos.
Rita Soltermann es una de las miles de víctimas de medidas coercitivas estatales. Su destino es el típico para aquellos niños a los que las autoridades robaron su infancia... y lo hicieron por razones “asistenciales”. Muchos hijos de familias socialmente vulnerables fueron explotados; otros fueron llevados a instituciones que los daban en adopción. Los niños de las comunidades yeniches fueron arrancados de sus familias para garantizarles un “buen” futuro. Otras víctimas incluso fueron operadas y esterilizadas por orden del Estado. Desde hace años, Suiza mantiene un debate sobre la reparación de este oscuro capítulo de su historia nacional que duró hasta 1981.
La Confederación ya ha dado un importante paso en este sentido, al abordar el tema de la reparación a través de un intenso diálogo con los afectados. Y se garantizó a las víctimas una contribución solidaria de 25 000 francos suizos. Más de 9 000 víctimas, en su mayoría de avanzada edad, han presentado una solicitud para acogerse al programa (véase también “Panorama” 4/2018). Rita Soltermann es una de ellas.
¿Logra este gesto solidario de la Confederación cambiar la visión del propio destino? Eso no es así de simple, afirma Rita Soltermann. El reconocimiento de la injusticia sufrida es muy importante; pero, a fin de cuentas, la reparación no puede arreglar esto: “La experiencia de haber vivido una niñez sin amor y no haber sido abrazado, nunca no se puede borrar”. Tampoco se puede borrar el recuerdo de la desesperación en la que se sumió cuando era una madre joven y tuvo que defenderse para que no le quitaran a su propio hijo. Si bien la contribución solidaria de la Confederación es importante, “al mismo tiempo es tan sólo una golosina que no hará desaparecer las cicatrices del pasado”.
Hay muchas cosas que la reparación no puede borrar: éste es un dilema que las asociaciones de víctimas también están abordando. Robert Blaser, de la asociación “Fremdplatziert”, dice que el Estado ha hecho mucho, pero también ha subestimado cosas importantes, como el reflejo de defensa contra todo lo que representa a la autoridad: “Para muchos, la autoridad (Estado, cantón, municipio e Iglesia) representa al autor del delito; y no pueden entender por qué el ‘autor del delito’ quiere darles dinero”. Además, la contribución solidaria es más bien “un reconocimiento de la injusticia”, y no una mejora de las condiciones de vida. Para las víctimas que viven en situación precaria, la contribución es incluso “desastrosa”, afirma Blaser: Es “el sueldo de cinco meses por una vida estropeada”. Él no lo llamaría reparación. Luzius Mader, encargado de las actas por parte de la Confederación, no lo contradice por completo: él lo llama gesto de solidaridad y no reparación (véase la entrevista de la página 19).
Werner Zwahlen, miembro de “Netzwerk verdingt”, dice que los pagos solidarios no pueden cambiar la historia de sus vidas. Su organización confiaba en una solución de pensiones en lugar de un único pago. Pequeños subsidios mensuales habrían supuesto “una gran diferencia con respecto al pasado”. Zwahlen y sus colaboradores añaden que no basta con que sólo la Confederación se sienta obligada a reparar la historia. Los municipios, los cantones y las organizaciones campesinas están afrontando su deber de reparación con reticencia. A propósito de los campesinos, Kurt Gäggeler, de “Netzwerk verdingt”, proclama que hay que “rehabilitar las granjas y liberarlas de la maldición del pasado”. A decir verdad, aún no existe una iniciativa en este sentido. Hans Jörg Rüeggsegger, Presidente de la poderosa Unión Bernesa de Campesinos, ha comentado recientemente la reivindicación de Gäggeler con las siguientes palabras: “Yo no sé de ninguna granja que se sienta estigmatizada por el pasado”.
La reparación estatal no basta por sí sola, dice también Daniel Huber, de la organización “Radgenossenschaft der Landstrasse”, que lucha a favor de los yeniches y los sinti. El dinero como gesto de solidaridad es “bueno y justo”. Sin embargo, en la vida diaria las comunidades itinerantes yeniches y sinti perciben poca comprensión. “El espacio vital para los nómadas, dice Huber, se reduce cada vez más, los campesinos se ven cada vez más presionados para no concederles ninguna facilidad para acampar”. Sencillamente, el contraste entre la actitud benévola de la Confederación y la realidad cotidiana es demasiado grande.
De vuelta a Niederönz, Rita Soltermann describe otras facetas de una vida sin infancia. Conoció a su hermana menor a la edad de 68 años, lo cual demuestra hasta qué punto los niños explotados “somos parte de una familia sin una historia común”. Y cuenta lo fácil que es transmitir la violencia sufrida y las groserías: “Con el tiempo me he dado cuenta de que fui una madre muy severa y que también repartí golpes”. Ahora se siente mal, pero uno lleva dentro de sí la crueldad que sufrió. No obstante, también habla de una gran felicidad: hoy en día se siente protegida junto a su marido, sabe que le rodea una amada familia.
Obviamente, hay motivos para el optimismo: la jinete de los cerdos de aquel entonces se dedica en la actualidad a cuidar de sus flores con amor y se ha convertido en “Margritli-Grosi” [la abuelita de las flores]: así llaman los nietos a su abuela, cuando Rita Soltermann les sonríe entre grandes ramos de flores.
Comentarios
Comentarios :
très dur pour ces deux soeurs et la maman ,c'était ainsi .
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There would have been thousands of children like me, a typical "Puurebueb" of the late 1940's and 1950's. In summer, get out of bed at 4:30 am, in Winter at 5:30 am, the boys to help milking the cows, put out the manure, take the milk down to the dairy or down to the street where the Milk Truck collected it, wading through the snow drifts. The girls, just like Rita Soltermann, would help mother to feed the pigs, suck the calves, tend to the chicken, shake out the hay and clean the house. And yes, sometimes, particularly in winter, we didn't necessarily wash thoroughly before going to school (not enough time to heat up water on the wood stove). And in summer, on a rare day that was both hot AND dry, father would often stipulate that we couldn't go to school at all, sometimes for multiple days, because the hay had to be brought in before the rain came again.
So, where do I apply for "compensation"?
Perhaps if the names of the farms that benefited from what effectively was slave labor were made known, the farmers and the "major farmers' association" would not be so light-hearted about this sickening history.
I have tested the translation from german to english via Google-Translator. It's really very simple:
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As for the article, I found it fascinating, as I had never heard of this dark chapter while living and growing up in Geneva from the fifties, until I left for Canada in 1971.
Merci Jeanne pour votre commentaire, J'apprécie les articles de la revue et particulièrement celui-ci mais je reste frustré de ne pouvoir avoir la traduction directe des commentaires des autres compatriotes. Quant à Rita je suis d'accord avec elle, Le traumatisme est bien réelle et ne peut-être effacé par de l'argent même si c'est une juste compensation. Je trouve l'idée d'un montant mensuel plus compensatrice si je puis me permettre. Merci d'avoir partagé cet épisode obscur de notre histoire.
Ein Übersetzungsmodul, wie vorgeschlagen, ist wünschenwert.
Unfortunately, "Swiss Review" currently cannot offer a translation tool. However, we will check the possibilities for a suitable improvement. As an interim solution we recommend the free translation service of "deepl": Even longer texts can be translated on www.deepl.com in satisfactory quality.
Liebe Leserinnen und Leser,
Leider kann die «Schweizer Revue» derzeit keine Übersetzungsfunktion anbieten. Wir werden aber die Möglichkeiten für eine entsprechende Verbesserung prüfen. Als Zwischenlösung empfehlen wir den kostenlosen Übersetzungsdienst von «deepl»: Auch längere Texte können auf www.deepl.com in zufriedenstellender Qualität übersetzt werden.
First of all, I was born and risen in german part of Switzerland (Winterthur near Zurich). Then, there is absolutely NO SPECIFICATION regarding language here in this fórum. Third: Swiss Revue is written in French, German and like you stated, English. And by the way: Swiss oficial language, spoken in the Government, is French, only in case you didn't know.
Sincerely
Christian E. R. Noll
keinem Verhältnis mit den Beträgen, die man an Flüchtlinge zahlt, die ohne einen Finger zu krümmen fürstlich abgegolten werden. Wo ist da die Verhältnismässigkeit? Weiter möchte ich die äussert langsame Abwicklung der Prüfung der Anträge und, als Konsequenz, die späte Auszahlung der "Solidariatszahlungen" beanstanden. Viele der "Opfer", da sehr betagt, sterben weg bevor
sie auch nur einen Rappen bekommen.
Hat man sich bis jetzt immer nur als Bürger zweiter Klasse gefühlt, kommt der ganze Schmerz von neuem hoch. Für mich persönlich ist die ganze Solidarität mit dieser Schweiz schon lange verloren gegangen und wird wieder auf's Neue bestätigt.
Das waren harte Zeiten; mit 8 Jahren anfangs 2tes Schuljahr in Haslenrüegsau bei der Fam. Nyffenegger. Morgens um 4 Uhr Grasen oder Heu bereiten und Stall, Frühstück Rösti im Gemeinschaftsteller,
grosser Schulweg Richtung Sumiswald, Mittag Feldarbeit, Kartoffelentkeimen für die Schweine, Abends Stall) abends in 1 Bett zu Zweit.
Lohn war minim, Arbeitskleider. An Weihnachten 2 Tage Frei mit 2 Fr.
nach Hause wo ich versuchte meiner Mutter ein Blumentopf (sowas) zu zahlen, es half mir eine Kundin im Blumenladen.
Die eigenen Kinder der Bauernfamilie mussten nie arbeiten und spielten jeden Tag. Das war hart! Diese Zeit kann ich nicht vergessen oder verarbeiten.
Viel Details lass ich lieber ruhen ansonsten mich der Blutdruck ins Schwindlige treibt. Ich habe nicht mal die Kraft, mich als geschädigt anzumelden.
Mal ganz ehrlich: Wenn es nicht so traurig wäre, müsste man drüber lachen! Insbesondere wenn man sieht, dass an anderen Orten Geld, so scheint es, keine Mangelware ist.
Und von den Bauernverbänden, welche sich hier als die Unschuldslämmer präsentieren, möchte ich hier lieber gar nicht erst anfangen, sonst kommt mir nämlich gleich die Galle hoch!