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  • Naturaleza y medioambiente

Suiza desea almacenar sus residuos nucleares bajo tierra durante milenios

09.12.2022 – MARC LETTAU

La energía atómica que produce Suiza genera residuos radioactivos altamente tóxicos, que deben almacenarse de forma segura durante miles de años. Tras cincuenta años de intensa prospección, por fin se ha seleccionado un sitio para enterrar los peligrosos residuos. No obstante, aún quedan muchas preguntas por responder en torno a un vertedero cuyo coste ascenderá a 20 000 millones de francos.

En el municipio rural de Stadel, ubicado en el Unterland zuriqués, cerca de la frontera suizo-alemana, el día a día ha sido bastante apacible en el transcurso de los últimos siglos; el paisaje, modelado por los glaciares y bordeado por colinas boscosas, está dominado por la agricultura. Donde no se puede labrar, se extrae materia prima: se explotan ricos yacimientos de grava, que también constituyen un legado de las antiguas eras glaciales.

Mediante sondeos como este, cerca de Stadel, Nagra ha explorado las entrañas de la tierra en busca de arcilla opalina. Según los conocimientos actuales, esta roca es adecuada para almacenar los residuos radioactivos. Foto: Keystone

Sin embargo, tras una larga etapa de relativa tranquilidad, Stadel protagoniza ahora un gigantesco proyecto, destinado a durar miles de años: aquí se construirá el portal de acceso a un colosal vertedero subterráneo de residuos radioactivos. Durante casi cincuenta años, la Cooperativa Nacional para el Depósito de Residuos Radioactivos (Nagra, por sus siglas en alemán) había estado buscando un sitio adecuado para el vertedero. En septiembre de 2022 se decantó por Stadel, debido a sus densos estratos de roca ubicados a gran profundidad: la arcilla opalina que contienen ofrece la máxima seguridad posible para confinar los materiales radioactivos, afirman los expertos de Nagra. Matthias Braun, su director, señala que, de todas las ubicaciones estudiadas, Stadel ofrece “los mejores márgenes de seguridad”. Con ello no se refiere a la poca resistencia política que cabe esperar por parte de sus habitantes, sino más bien a que las condiciones geológicas hablan a favor de esta ubicación.

Con trenes de mercancías, Suiza empezó en 1969 a ­transportar por toda Europa contenedores de basura nuclear encapsulada en hormigón, para sumergirlos en el Atlántico Norte. Esta controvertida ­práctica perduró hasta 1983.

Una escala temporal de una magnitud sin precedentes

Está previsto perforar cerca de Stadel pozos de hasta 900 metros de profundidad, que darán acceso a unas cuevas que se cavarán en la densa arcilla opalina para confinar los residuos radioactivos. El proyecto de Nagra implica una escala temporal de una magnitud sin precedentes: según los conocimientos actuales, los residuos de baja y media radioactividad deben permanecer almacenados de forma segura durante 30 000 años. Para los residuos altamente radioactivos, Nagra asume que se necesitan unos 200 000 años. Por consiguiente, los “márgenes de seguridad” deben concebirse de tal modo que los materiales radioactivos no puedan salir a la superficie durante un lapso de un millón de años, aproximadamente.

Cierre definitivo en unos cien años

La búsqueda de un vertedero adecuado para almacenar los residuos radioactivos generados en Suiza tropezó con grandes dificultades. En algunos casos, los agricultores furiosos ahuyentaron a los equipos de sondeo de Nagra amenazándolos con sus horcas, como ocurrió, por ejemplo, en Ollon (VD). En otros lugares, los municipios y cantones seleccionados como posibles candidatos se pronunciaron en contra del proyecto a través de un referendo popular. Por el contrario, Stadel y el cantón de Zúrich apenas tienen posibilidades de oponerse a la selección del sitio: ante la enorme resistencia suscitada, se emitieron disposiciones legales destinadas a limitar fuertemente las posibilidades de intervención de los municipios y cantones en contra del vertedero nuclear. Sin embargo, incluso ahora, al término de esta larga prospección, quedan muchos puntos por aclarar. En primer lugar, Nagra debe presentar ante la Confederación una solicitud para construir el repositorio definitivo. Probablemente lo haga a lo largo de 2024. Solo cuando las autoridades federales lleguen a la conclusión de que Stadel ofrece las condiciones de seguridad requeridas para el almacenamiento de los desechos nucleares, se tomará la decisión final. No es de esperar que esto ocurra antes de 2029. Y posteriormente, todavía es posible que los electores suizos decidan pronunciarse en torno al cementerio nuclear. Por tanto, la construcción no podrá comenzar sino hasta 2045, en el mejor de los casos. Esto significa que los primeros contenedores de acero con residuos radioactivos podrían empezar a almacenarse en 2050. En 2115, finalmente, llegaría la hora de clausurar el vertedero, cerrándolo a cal y canto.

Dos símbolos que todo el mundo entiende hoy en día. ¿Pero cómo advertir a nuestros lejanos descendientes de los riesgos de laradioactividad? La “semiótica nuclear” sigue en busca de alguna respuesta.

Semiótica nuclear: ¿cómo nos comunicaremos con nuestros lejanos descendientes?

Hasta entonces, Nagra tiene que encontrar una respuesta a la difícil pregunta de cómo advertir a las sociedades del futuro de los peligros que entraña el subsuelo cerca de Stadel, porque es muy posible que una señal de advertencia diseñada hoy en día ya no sea comprensible dentro de diez mil o cien mil años. Los impresionantes megalitos de Stonehenge (Gran Bretaña) ilustran perfectamente esta dificultad: a pesar de que tienen tan solo unos 4 000 años de antigüedad, ya no podemos descifrar el sentido o la finalidad que tenían estas construcciones. Por ello, los investigadores están ideando una “semiótica nuclear”, una forma de expresión destinada a nuestros lejanos descendientes, a sabiendas de que dentro de 200 000 años las sociedades humanas tal y como las conocemos en la actualidad pueden haber desaparecido, y de que distintos periodos glaciales pueden haber erosionado y remodelado totalmente el paisaje en torno a Stadel.

El abandono de la energía nuclear: una decisión que se tomó en 2011

En comparación con todas las protestas a las que se enfrenta Nagra, las reacciones provocadas por la ubicación elegida son relativamente moderadas. Incluso los adversarios más férreos del uso de la energía nuclear —entre los que se encuentran los Verdes y Greenpeace— admiten que Suiza no puede eludir su responsabilidad y debe almacenar sus desechos nucleares en las mejores condiciones de seguridad posibles. Esta moderación se debe, entre otros motivos, a la decisión que tomó nuestro país de renunciar a la energía nuclear: a raíz del desastre nuclear de Fukushima (2011), el Consejo Federal decidió prohibir la construcción de centrales nucleares. Entretanto, ya ha comenzado el desmantelamiento de la central de Mühleberg, puesta en marcha en 1972. Y si bien las cuatro restantes, Beznau I (1969), Beznau II (1972), Gösgen (1979) y Leibstadt (1984), siguen en funcionamiento, se van acercando cada vez más a su fecha de caducidad. En este contexto, muchos interpretan el cementerio nuclear, con un coste cercano a los 20 000 millones de francos, como un oneroso punto final a la explotación de la energía nuclear en Suiza.

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¿O sí que habrá nuevas centrales nucleares?

Ciertos políticos del PLR y la UDC instan a flexibilizar la prohibición de construir nuevas centrales nucleares. A esta demanda no es ajena la construcción del vertedero, porque en vista de los enormes costes que conlleva este proyecto, no puede menos que surgir una pregunta: ¿qué tan económica resulta, a fin de cuentas, la energía eléctrica de origen nuclear? Las propias centrales están obligadas a ingresar el dinero para el cementerio nuclear en un “fondo de desmantelamiento” y, les guste o no, deberán repercutirlo en un aumento de sus tarifas eléctricas. El argumento de que la construcción de nuevas centrales nucleares podría reducir la dependencia energética de la Rusia beligerante responde más bien a un enfoque cortoplacista: las centrales nucleares que están actualmente en funcionamiento en Suiza dependen en amplia medida del uranio... ¡procedente de Rusia!

Encontrará información complementaria en revue.link/nagra

Sitio web de Nagra: www.nagra.ch

La energía nuclear y sus residuos:lo que ocurre cuando se empieza sin tener ningún plan preestablecido

En 1969 se puso en marcha Beznau I, la primera de las cinco centrales nucleares suizas. En el momento de su inauguración, la eliminación segura de los residuos radioactivos era una cuestión sin apenas relevancia. A partir de ese año, Suiza empezó a transportar en trenes de mercancías sus residuos encapsulados en hormigón y resguardados en contenedores de acero, cruzando toda Europa; y sin dar más vueltas al asunto, los sumergía en las aguas del Atlántico Norte. Estas polémicas prácticas perduraron hasta 1983. Después de haber sumergido nada menos que 7 400 contenedores de residuos radioactivos, la Confederación Helvética aprobó una moratoria voluntaria. En 1984, Suiza mantuvo negociaciones con China para eliminar sus residuos en el desierto de Gobi, sin que se lograra ningún acuerdo. Antes de esto, ya se había roto un acuerdo entre Suiza y Argentina, debido en este caso a la oposición de Estados Unidos, en vista de que Argentina aspiraba a convertirse en potencia nuclear.

En los últimos setenta años, la ingenuidad ha estado marcando el debate sobre los residuos nucleares. Hasta la década de 1960 se consideraba oportuno arrojar los residuos nucleares en las zonas polares, para que se hundieran cada vez más en el hielo debido al calor que desprendían. Aún a principios de los 70, la idea de lanzar los residuos al espacio parecía realmente digna de consideración.

A partir de 1972, Suiza se propuso encontrar un depósito seguro en su propio territorio. A la Cooperativa Nacional para el Depósito de Residuos Radioactivos (Nagra, por sus siglas en alemán) le incumbió la tarea de realizar las prospecciones necesarias, las cuales hasta el momento han costado unos 1 700 millones de francos. A ello habrá que agregar los costes de construcción del cementerio nuclear, que se prevé cavar en el subsuelo profundo cerca de Stadel (ZH). De acuerdo con las primeras estimaciones, los gastos ascenderán a unos 20 000 millones de francos. (MUL)

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  • user
    Arye-Isaac Ophir, Israel 17.12.2022 At 18:03
    Naive Frage an all die Jenigen die es besser wissen: Warum schiesst man diesen, die gesamte Welt bedrohenden Muell nicht einfach gradlinig in die Unendlichkeit des Weltraums?
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