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En Suiza, el verano de 2018 ha sido el más cálido desde 1864: no sólo ha sido más cálido que el verano de 2003, que hasta ahora ostentaba el récord, sino que también ha sido excepcionalmente seco. Las consecuencias se harán sentir durante mucho tiempo.
Este verano, en las montañas suizas se oyó con frecuencia el zumbido de los helicópteros militares. Los Super Pumas transportaron agua más de 500 veces hasta las apartadas granjas alpinas: más de 1 300 toneladas en total. Una vaca lechera consume de 40 a 80 litros diarios de agua. En los Alpes de la Suiza occidental, oriental y central se agotaron las reservas de agua. Los vagones cisterna llevaban agua a las zonas altas a las que podían acceder. De lo contrario se habría tenido que anticipar el retorno de los animales al valle. Pero allí también, la sequía afectó mucho a los agricultores. Como la hierba escaseaba en los pastizales, tuvieron que alimentar a las vacas con las reservas del invierno o comprar pienso. Para muchos de ellos, esto resultó demasiado oneroso: tuvieron que llevar a sus animales al matadero antes de tiempo o vender más ganado del que tenían planeado, lo que los obligó a aceptar precios bajos. Por ello, los beneficios del matadero también fueron más bajos, ya que la organización sectorial Proviande había autorizado a finales de junio la importación de 800 toneladas de carne vacuna. Esto generó descontento entre los agricultores. Finalmente, para descongestionar el mercado de la carne, Proviande prolongó hasta finales de septiembre el período de importación, que normalmente dura sólo cuatro semanas.
La sequía también afectó a la cosecha de cereales. Para 2018, la empresa Swiss Granum espera cantidades sensiblemente más bajas de trigo, cebada y colza. Por su parte, los productores de fruta se vieron forzados a efectuar la cosecha antes de tiempo, al ver que el crecimiento de la fruta se había estancado. Al menos, las manzanas, aunque algo más pequeñas, son de excelente calidad, lo cual es una buena noticia en comparación con la cosecha de 2017, que marcó un mínimo histórico debido a las grandes pérdidas provocadas por la helada primaveral.
La sequía provocó un descenso en el nivel de los ríos y lagos; y el calor hizo que subiera la temperatura del agua: el Rin, a su paso por Schaffhausen, volvió a superar los 27 grados este verano, lo cual agrada a los bañistas, pero supone una amenaza para la vida de las especies acuáticas. Así, ciertas especies de peces de agua fría, como el tímalo, muestran los primeros síntomas de estrés a partir de los 23 grados. Como en el verano histórico de 2003 murió casi el 95 % de los tímalos, este año se excavaron en varios afluentes del Rin “áreas de frescura” destinadas a dar refugio a los peces, ya que sus aguas son más profundas y frías. A pesar de ello, en agosto murieron muchos peces en el Rin. Además de los tímalos, perecieron también numerosas truchas. En otras regiones, los peces debieron extraerse de los ríos y arroyos secos e introducirse en cuerpos de agua más grandes.
Debido a la sequía, varios cantones hicieron un llamamiento a la población para ahorrar agua. Con todo, este verano no hubo una escasez aguda y generalizada del vital líquido. Como “reserva de agua de Europa”, Suiza dispone de grandes reservas de agua. Según la Oficina Federal de Medioambiente, el 80 % del agua potable que se consume en Suiza se extrae del subsuelo, donde las repercusiones de la sequía pueden tardar varios meses para poderse observar.
Las elevadas temperaturas de 2018 también han contribuido a acelerar el deshielo de los glaciares alpinos. A este problema se ha sumado la sequía, porque si bien las precipitaciones que caen a gran altura en forma de nieve pueden ayudar a proteger los glaciares del creciente deshielo gracias a la capa de nieve, para los glaciares pequeños situados a menor altura, cualquier ayuda llega demasiado tarde, según afirman los investigadores. Debido al calentamiento global, en el año 2100 podría haber desaparecido hasta el 80 por ciento de la masa de hielo. La mitigación del cambio climático podría evitar al menos la desaparición total de los grandes glaciares.
Imagen habitual en el verano de 2018: helicópteros militares llevan agua a las vacas en las montañas –aquí, la pradera alpina Oberbätruns, cerca de Schänis. Fotografía: Keystone
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