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El dinero rige el mundo del fútbol. No obstante, existe en Suiza una liga alternativa, que en sus turbulentos inicios tenía incluso el derecho de hacer huelga. Para estos futbolistas idealistas resulta indispensable la “tercera mitad”, en la que nunca se meten goles.
El domingo es el día de los partidos. En los amplios campos de césped del estadio de Hardhof, en Zúrich, juegan AC Tabula Rasant contra FC Widerstand Wipkingen, Real Azul contra Zwietracht Turicum, FC Tormotor 07 contra Olympique Lettenwiese. Se disputan tres partidos simultáneos, para que entre las diez de la mañana y las seis de la tarde los 46 equipos de la liga alternativa de Zúrich, entre los cuales se encuentran ocho equipos femeninos, puedan competir el mismo día. En el estadio de Hardhof, los días de partido están marcados por un incesante ir y venir, y también por los que se quedan. Tras el pitido final, la mayoría de los jugadores comparten una cerveza con el rival, se encuentran con conocidos o siguen otros partidos. Ante todo, es esta “tercera mitad” la que marca la diferencia entre la liga alternativa y el fútbol normal entre clubes, señala Mämä Sykora, Presidente de la liga desde hace años. Cita el código de conducta consagrado por el reglamento de la asociación: “Partidos bonitos contra amables rivales, que no partidos desagradables contra rivales malvados, tal es el objetivo de esta liga”. Respeto por el rival es el primer mandamiento de la normativa, “además de unos buenos apretones de manos tras cada partido”. Se premia el juego limpio, por lo que éste cuenta más que la diferencia de goles en la lista de clasificación tras la victoria. Tampoco se consideran justos los refuerzos con jugadores externos, es decir, talentos de clubes “normales”, ajenos a la liga alternativa. En el campo de juego no se toleran ni la discriminación ni la violencia. En sus 14 años de mandato, Sykora ha presenciado un solo caso de agresión. El jugador culpable fue expulsado de la liga.
Ya hace mucho tiempo que la Asociación Suiza Progresista de Fútbol (FSFV, por sus siglas en alemán), como se denomina oficialmente la liga alternativa de Zúrich desde su fundación en 1977, no persigue fines políticos. Por aquel entonces, los círculos anarquistas esperaban poder “juntar, si bien no en torno a una mesa, al menos en el campo de fútbol”, a la izquierda fragmentada de Zúrich, escribe en la historia de la asociación el antiguo centrocampista Christoph Kohler, historiador y autor del documental “Un gol por la revolución”. Muy pronto, los futbolistas izquierdistas estuvieron en el punto de mira de la seguridad nacional, como lo demuestra la ficha del 7 de julio de 1977 (véase la ilustración). Al parecer, la Oficina de Deportes de Zúrich había transmitido a la policía las listas de sus miembros, que habían sido solicitadas para la utilización del campo. Tuvieron que pasar varias décadas para que las autoridades se disculparan de lo sucedido. A modo de reparación, en 1992 la Oficina de Deportes puso a disposición de la asociación el estadio de Letzigrund de Zúrich para los partidos de final, con motivo de su 25.º aniversario.
Los fundadores querían trasladar los ideales izquierdistas al campo de fútbol: se eliminaron los árbitros, las listas de clasificación y las camisetas uniformes. A cambio, se introdujo el derecho de huelga: el que tuviera la sensación de que el juego limpio se sacrificaba en aras de una “victoria a cualquier precio” podía exigir una interrupción del partido para deliberar. Sin embargo, estos ideales fracasaron, debido a que, en opinión de Kohler, “la ambición y la voluntad de ganar no eran tanto síntomas de la base capitalista; más bien son inherentes al fútbol”. Eso también lo constataron las mujeres, por su desventaja física: se las dejó jugar al principio, en nombre de la igualdad; pero con el paso del tiempo su participación fue cada vez menor. Decepcionadas, las futbolistas conformaron el equipo femenino “Mama Zurigo”, aunque lo abandonaron al cabo de una temporada. De hecho, la liga alternativa tuvo una existencia insignificante en la década de los ochenta.
La década de los noventa vio producirse un nuevo auge. En 1994, la selección nacional suiza de fútbol causó furor en el Mundial de Estados Unidos. El bando izquierdista se unió al entusiasmo. El fútbol estaba incluso en boga entre los amantes de la parranda. Cada vez más equipos de los clubes y bares de moda, o de los locales culturales, se unieron a la liga alternativa. Al mismo tiempo se produjo una despolitización en el campo de fútbol: se reintrodujeron los árbitros, mientras que el reglamento oficial de la Asociación Suiza de Fútbol sigue vigente a día de hoy, con contadas excepciones.
Por la época del cambio de milenio se crearon ligas alternativas en otras ciudades de la suiza alemana: Basilea (Unsri Liga), San Gallen (Brodworscht-League) y Berna (F.O.U.L.), donde un equipo ligado al centro cultural autónomo Reitschule lanzó en 1995 una iniciativa para fundar una liga alternativa, compuesta en un principio por cuatro equipos. Entretanto, 20 equipos masculinos, divididos en dos clases de fuerza, juegan en el campo Allmend de Berna los días de partido. En 2010, se les unió la liga femenina, con siete equipos; forman parte de éstos las jugadoras de “Miss en place”.
La idea de fundar un equipo de mujeres surgió en el otoño de 2013, “mientras tomábamos una cerveza al finalizar la jornada de trabajo”, recuerda Lisia Bürgi. Esta estudiante trabajaba por aquel entonces en un restaurante bernés, cuyo personal masculino había conformado ya su propio equipo. Lisia nunca había jugado fútbol. Para una chica de 23 años sin experiencia previa, entrar a formar parte de un club convencional habría sido un reto demasiado grande. “Para nosotras, lo más importante es pasarla bien. Es fantástico ver cómo mejoramos la técnica semana tras semana”. Dado que en la liga femenina, con sus seis partidos de ida y vuelta, son pocas las oportunidades de competir, el entrenamiento semanal reviste suma importancia para “Miss en place”. Por si fuera poco, las mujeres de la liga bernesa tomaron recientemente un curso intensivo, impartido por un árbitro experimentado. Como en todas las ligas alternativas, cada equipo femenino debe presentar un trío de árbitros para los partidos de los demás equipos. “Esto nos ha sido de gran ayuda. No siempre resulta fácil tener que decidir un penalti en el fragor de la batalla”.
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