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Hans Stöckli, miembro del Consejo de los Estados de Berna, aboga por unos Juegos Olímpicos más modestos y sencillos. Pero en lo que respecta a la candidatura a los Juegos Olímpicos “Sion 2026”, advierte claramente: quien quiera encender el fuego olímpico en Suiza necesita presentar muy buenos argumentos.
Hans Stöckli, hasta ahora lo conocíamos como un político apasionado; pero desconocíamos que también era un entusiasta aficionado a los deportes. ¿Hemos sido injustos con usted?
Bueno, han pasado por alto algunos hechos importantes. Como alcalde de Biel fui responsable de la construcción del que a día de hoy es el estadio de hockey sobre hielo y de fútbol más amplio de Suiza, el Tissot Arena, y traje a la ciudad el mayor evento deportivo suizo, la Fiesta Federal de Gimnasia 2013. También he participado ocho veces, junto con mi esposa, en la carrera de 100 kilómetros de Biel. Por último, soy un orgulloso poseedor de un abono para las instalaciones deportivas Saas-Fee hasta la temporada 2030/2031. Es decir, que me seguirán encontrando en las pistas de esquí hasta que cumpla al menos 80 años.
Pero un abono permanente a la telesilla no explica por qué se ha echado al hombro los Juegos Olímpicos...
Lo que me hizo entusiasmarme por los Juegos Olímpicos no fueron las pistas, sino Fränk Hofer, director de la Fiesta Federal de Gimnasia. Una idea fundamental suya me convenció: si Suiza quiere presentar su candidatura a los Juegos Olímpicos de Invierno, debe hacerlo con un proyecto que tenga en cuenta las mejores infraestructuras existentes en todo el país, dejando de lado las fronteras cantonales. En consecuencia, mi primera contribución consistió en fusionar los planes olímpicos en Valais y Vaud con los del cantón de Berna y convertirlos en un diseño con enfoque nacional: así surgió “Sion 2026”.
¿Por qué lo hace? Como socialdemócrata seguramente le ha tocado escuchar las advertencias de sus compañeros y compañeras ante el gigantismo olímpico...
¡Ellos tienen toda la razón! Y “Sion 2026” es un claro rechazo a las experiencias negativas que se han tenido con los últimos Juegos Olímpicos.
¿Y usted cree que puede hacerlo todo mucho mejor?
Estamos en condiciones de puntualizar qué será diferente, y mejor, si “Sion 2026” recibe la adjudicación. Nos empeñaremos en alcanzar las metas que el propio Comité Olímpico Internacional (COI) ha fijado en su Agenda 2020: juegos más modestos y descentralizados; juegos que, en primer lugar, utilicen las instalaciones existentes; y Juegos Olímpicos de Invierno en sitios donde realmente nieve.
Entonces, ¿le toma la palabra al COI y apuesta decididamente por su política de desarrollo sostenible?
Sí, apostaré por el desarrollo sostenible con todas sus consecuencias, incluso en lo relativo a los costes. Desde un principio hemos dicho que no cederemos. En nuestra candidatura se aplica: o todo o nada, take it or leave it. No hay motivo alguno para doblegarse. Si el COI realmente sigue su nueva política, entonces nuestra candidatura tiene excelentes posibilidades. Si el COI cede y de nuevo sucumbe a la tentación de apostar por unos Juegos con unos costes exorbitantes en las mayores capitales del mundo, no tenemos ninguna oportunidad.
Suena un poco como una novela barata: los nobles caballeros de Suiza limpian el ideal olímpico...
No es que le dictemos al COI cómo deben ser las líneas generales. Al contrario, más bien es que el COI sabe perfectamente que nuestra candidatura sirve para devolverle al movimiento olímpico sentido y veracidad. Dicho de otra forma: “Sion 2026” muestra cómo se puede poner en práctica la agenda de desarrollo sostenible que el propio COI ha formulado. Si “Sion 2026” fracasa, eso también será una bofetada difícil de digerir para el COI que, como se sabe, tiene su sede en Lausana y se encuentra por lo tanto muy cercano a nuestro proyecto.
“Devolverle al movimiento olímpico sentido y veracidad”: ¿cómo pretende alcanzar “Sion 2026” ese ambicioso objetivo?
En realidad no estamos hablando de una mera candidatura a los Juegos Olímpicos, sino de un proyecto de generaciones. Debemos pensar en un lapso de 20 años, desde hoy hasta el año 2036. Y en este lapso no sólo debemos configurar y llevar a cabo los Juegos de forma sostenible, sino también hacer todo lo posible para que su efecto siga dando frutos, antes, durante y, sobre todo, después de los Juegos. En concreto, esto quiere decir que debemos planificar soluciones neutrales en lo relativo al CO2, que no sólo sean óptimas desde un punto de vista energético, sino también prácticas. También implica que el tren sea el principal medio de transporte. E incluye el uso casi exclusivo de las infraestructuras existentes para el deporte y el ocio.
Las consideraciones energéticas y ecológicas ante un gran evento son más bien algo que se da por sentado y no un “proyecto de generaciones”.
Aspiramos a mucho más y nuestra candidatura sólo puede defenderse si tiene un efecto positivo en múltiples ámbitos. Nuestra candidatura a los Juegos Olímpicos debe contribuir a impulsar un desarrollo fundamental y positivo en Suiza. En ningún caso estamos hablando únicamente de deporte. Nuestras preguntas son: ¿cómo puede garantizarse la vida en el entorno alpino? ¿Cómo evoluciona el turismo a lo largo del año? ¿Cómo pueden las innovaciones alentar el dinamismo económico? ¿Cómo puede nuestro proyecto generacional influir en el ámbito sanitario, la estrategia energética y la vida cultural? ¿En qué medida pueden los Juegos Olímpicos contribuir a la integración?
Entonces, el anhelo que usted persigue es la renovación y el cambio. Pero, ¿por qué recurrir para ello a ese engorroso medio denominado “Juegos Olímpicos”?
Una pregunta muy interesante. En ese sentido tuve una experiencia que me marcó profundamente: me tocó participar en un proyecto que fue el detonador de un gran desarrollo: la Exposición Federal Expo.02. Desde entonces estoy íntimamente convencido de que sólo a través de proyectos de gran envergadura como éste pueden surgir, estimularse o reforzarse muchas iniciativas de colaboración y desarrollo. La candidatura “Sion 2026” involucra a cinco cantones y a 22 ciudades y municipios. Si bien esto supone un enorme desafío en términos organizativos, también constituye una magnífica oportunidad, porque los grandes eventos generan un formidable impulso unificador. Esto también significa que los Juegos Olímpicos no deben ser sólo para el Valais, sino que se necesita un evento que involucre a toda Suiza.
Suiza sólo dará su aval a los Juegos Olímpicos si se respeta la ecología. Nadie quiere que en la región alpina se repita lo de Sochi.
Casos como el de Sochi constituyen para nosotros un lamentable antecedente. En cambio, nosotros tenemos muy buenos argumentos y podemos desde ahora presentar hechos convincentes: el 80 % de nuestro proyecto puede realizarse en instalaciones ya existentes y las excepciones son conocidas: en Kandersteg habrá que construir un gran trampolín provisional. Además, se necesita una instalación para el patinaje de velocidad sobre hielo, ya que esta modalidad deportiva no tiene mucha tradición en Suiza –lo que es una pena, porque podríamos ganar medallas con facilidad–.
Si “Sion 2026” recibe la adjudicación, ¿no cree que pueda pasar lo inevitable: que se echen al olvido los nobles principios y bajo presión se lleven a cabo olimpiadas tan insostenibles como siempre?
Cuando las decisiones han sido tomadas por el Parlamento y el pueblo, es mucho más difícil ceder a las presiones, incluso por parte del COI. Por eso tienen tanta importancia este tipo de decisiones democráticas. Por encima de todo es fundamental que tracemos una gran línea roja que sea imposible de cruzar, ya que de lo contrario perderíamos toda credibilidad.
En Suiza los electores ya han echado abajo numerosos proyectos de Juegos Olímpicos. ¿No es esto para usted motivo de preocupación?
No. Los electores del Valais ya han dado tres veces su apoyo a los Juegos Olímpicos. Además, todos en Suiza queremos medallas olímpicas. Así pues, mostrémosle al mundo que en la Suiza democrática podemos llevar a cabo Juegos Olímpicos de Invierno sencillos, modestos y poco onerosos, pero al mismo tiempo sobresalientes en el plano deportivo. Debemos ofrecer una alternativa al gigantismo olímpico, con sus exorbitantes costes.
Supongamos que “Sion 2026” recibe la adjudicación y que Suiza nuevamente no gana ninguna medalla en patinaje de velocidad. ¿Qué ganaremos entonces?
Ganaremos reputación como un país de perfectos anfitriones. Ganaremos confianza, porque con los Juegos Olímpicos cumpliremos nuestras promesas de sostenibilidad. Y ganaremos reconocimiento, porque todo esto se conseguirá sin exceso presupuestario alguno.
www.sion2026.ch
“Sion 2026” representa una alternativa olímpica menos ostentosa. En lugar de concentrarlo todo en un solo lugar y edificar nuevas infraestructuras destinadas a un uso efímero, “Sion 2026” se propone aprovechar las instalaciones deportivas existentes en los cantones del Valais, Vaud, Friburgo, Berna y los Grisones, para unificarlas en un concepto global y un amplio proyecto de desarrollo sostenible. Las posibilidades de éxito de “Sion 2026” son aún inciertas, ya que están pendientes varias decisiones populares; además, en el propio país la población se muestra en ocasiones sumamente escéptica frente a los Juegos Olímpicos. Esta primavera, los electores de los Grisones rechazaron de forma contundente el proyecto de candidatura cantonal a los Juegos Olímpicos, con lo que se alargó la lista de candidaturas fracasadas en el país. Con anterioridad, los planes olímpicos fueron rechazados ya por el pueblo en Zúrich (votación popular de 1969), Berna (1969, 2002), Valais (1963), Vaud (1986) y –ya antes del “No” actual– en los Grisones (1985, 2013). “Sion 2026” debe superar al menos dos obstáculos: uno en el propio país y otro frente a la competencia internacional.
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