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En Suiza, el lobo goza de estricta protección. Sin embargo, los pasados meses de diciembre y enero los cazadores abatieron en torno a una sexta parte de la población total de lobos, con el visto bueno de las autoridades. Analicemos esta intrincada situación.
En 1871, un tiro resonó en el bosque de Iragna (TI) y mató al último lobo que vivía en Suiza. Así se extinguió la especie. No fue hasta 1996 cuando los lobos regresaron a los Alpes suizos. Y vinieron para quedarse: formaron manadas y expandieron su hábitat. En noviembre de 2023 había treinta manadas en Suiza, lo que equivale a unos trescientos lobos. La mayoría de los suizos ven con buenos ojos el retorno de este depredador, como demostró en 2020 el referendo promovido por las organizaciones protectoras de la naturaleza contra la revisión de la ley de caza. Esta ley preveía, entre otras cosas, el “abatimiento preventivo” de lobos. El pueblo la rechazó. Si bien la mayoría de electores estaban de acuerdo en disparar a los lobos que atacaran a las ovejas y causaran daños, no les parecía razonable matar a un animal protegido, como simple medida preventiva.
A pesar del resultado del referendo, la “regulación proactiva de la población”, como se denomina oficialmente este proceso, terminó incorporándose al texto de ley. En 2022, el Parlamento aprobó una enmienda a la ley de caza: se autorizaba el sacrificio de lobos como medida preventiva. Con eso se produjo un cambio de paradigma contrario a la voluntad del pueblo.
A finales de 2023, el Consejo Federal decidió, con espectacular urgencia, poner en vigor determinadas disposiciones de ejecución de la ley revisada. El nuevo Ministro de Medio Ambiente, Albert Rösti (UDC), expuso las consecuencias prácticas de esta decisión: del 1.o de diciembre de 2023 al 31 de enero de 2024, los cantones con presencia de lobos estarían autorizados a eliminar doce manadas en su totalidad y otras seis de forma parcial; las doce manadas restantes no se verían afectadas. La reacción fue inmediata: tan solo en el Valais, 800 cazadores recibieron instrucciones sobre cómo cazar al lobo.
Con el inicio de la temporada de caza, tres organizaciones protectoras de la naturaleza salieron de su estado de shock: apelaron contra algunos de los abatimientos autorizados por la Confederación. Y tuvieron éxito, aunque solo en parte: el 3 de enero de 2024, a mitad de la gran cacería de lobos, el Tribunal Administrativo Federal confirmó el efecto dilatorio de sus demandas. La caza quedó (en parte) suspendida. El argumento jurídico en el que se basa la sentencia se centra en la irreversibilidad: si se dispara a un lobo, el lobo está muerto; si el tribunal concluye a posteriori que el disparo fue ilegal, el lobo ya no puede volver a la vida. Al cierre de esta edición aún no estaba claro cuál sería la sentencia final del tribunal. Lo que ya no podrá cambiar el veredicto son los 50 de los 300 lobos suizos abatidos entre diciembre y enero: una sexta parte de la población total.
A la espera de la sentencia definitiva, el debate sigue candente. Hasta ahora había prevalecido la opinión de los científicos y biólogos especializados en fauna salvaje, según los cuales se necesitan veinte manadas íntegras para que el lobo sobreviva en Suiza. Reinhard Schnidrig, encargado de la fauna salvaje del Gobierno suizo, también ha insistido varias veces en este punto. Pero ahora, Albert Rösti considera que bastan doce manadas. Las organizaciones de protección de la naturaleza, y no solo ellas, se preguntan qué significa esta drástica reducción del valor umbral: ¿está dispuesto el Ministro a aceptar la extinción local de una especie protegida? ¿Será en el futuro la política, y ya no la ciencia, la que tenga la última palabra en materia medioambiental? Y de ser así, ¿qué significaría eso a la hora de afrontar los enormes retos medioambientales del cambio climático y la extinción de especies?
Lo que podría agudizarse tras ese apresurado visto bueno a la caza del lobo, son las tensiones dentro de la sociedad. A la Suiza urbana podría reprochársele que está idealizando la figura del lobo: lo utiliza como prueba reconfortante de que los Alpes siguen albergando una auténtica fauna salvaje, y se encoge de hombros ante el hecho de que ella misma sobreexplota esta zona alpina como escenario recreativo, acelerando así su transformación. Pero tampoco goza de absoluta simpatía la Suiza rural, que considera la trashumancia de ovejas a los altos pastos alpinos una valiosa tradición. Para el Tribunal Administrativo Federal, el conflicto radica en que las autoridades federales han autorizado la caza de manadas enteras de lobos en zonas donde habría sido factible tomar medidas de protección de los rebaños, pero estas medidas no se tomaron. Negarse a proteger los rebaños a pesar de los millones de francos que la Confederación destina cada año a este fin (2024: 7,7 millones), pero querer acabar con el lobo: esta actitud tensa las relaciones entre la Suiza urbana y la Suiza rural.
Este conflicto también evidencia los motivos por los que la protección de la naturaleza a veces lo tiene difícil en Suiza, donde la contraposición entre ambos polos, el urbano y el rural, se refleja también en el Consejo Federal: la cercanía de Albert Rösti a los agricultores explica en amplia medida su política respecto al lobo. Además, cabe señalar los conflictos de intereses inherentes a su departamento, el cual a la vez es responsable de la protección del medio ambiente y de la construcción de carreteras, ferrocarriles, presas y centrales eléctricas –que pueden ser importantes fuentes de contaminación–. Se trata de conflictos que hemos venido heredando: durante muchas décadas, la política medioambiental suiza reguló ante todo la utilización del medio natural, quedando su protección en un segundo plano. Dependiendo de quién esté al frente del departamento, a veces predomina la protección, y otras la utilización. La predecesora de Rösti, Simonetta Sommaruga, se decantó por la primera, Rösti por la segunda. Pero esto también significa que, para él, el capítulo del lobo aún no está cerrado.
Ni se ha escrito el final del capítulo, ni está claro qué enseñanzas podremos extraer de la “gran cacería de lobos”. En los cantones de los Grisones y el Valais (donde fueron abatidos la mayoría de los lobos), las autoridades consideran que en adelante será necesario realizar periódicamente “regulaciones preventivas”. Ya están programando la próxima cacería de lobos para el período del 1.o de septiembre de 2024 al 31 de enero de 2025. Y tienen de su parte a los ganaderos de los Alpes.
El Consejero Federal Albert Rösti no podrá hacer menos que cumplir con lo que siempre se hace antes de que entren en vigor nuevas disposiciones: un procedimiento de consulta en el que participen los distintos grupos de interés. Las organizaciones de protección de la naturaleza ya se han pronunciado: en vista del considerable crecimiento de la población de lobos en los últimos años, no se oponen al principio de la caza regulada. Sin embargo, insisten en que debe prevalecer el principio de proporcionalidad, consagrado en la ley de caza. Abatir manadas enteras debe seguir siendo la excepción absoluta, solo cuando una manada esté “fuera de control”. Durante la revisión de la ley de caza en el Parlamento siempre se hizo hincapié en este principio. Así lo confirmó también a Panorama Suizo la Oficina Federal de Medio Ambiente: “Las manadas no problemáticas no deben regularse de forma preventiva”.
Por su parte, los belicosos detractores del lobo de la “Asociación para la protección de las zonas rurales contra los grandes carnívoros” consideran que la política suiza de fauna salvaje ha sido un total fracaso. Siguen reclamando una Suiza sin lobos, linces, ni osos. El Copresidente de esta asociación, Georges Schnydrig, aplaude al Consejero Federal: “Albert Rösti es el primer Consejero Federal que actúa”, declaró en diciembre de 2023 al Neue Zürcher Zeitung. “Los lobos están acabando con nuestra agricultura y nuestra cultura”. Las organizaciones de protección de la naturaleza, por su parte, insisten en que los lobos deben considerarse parte integrante del ecosistema forestal, y que debe llevarse a cabo algo que desde hace tiempo es factible: una adecuada protección de los rebaños. Las cifras demuestran que esto es eficaz. Mientras que en 2022 los lobos mataron a casi 1 700 cabezas de ganado, en 2023 solo fueron degolladas 1 000, a pesar del aumento del número de lobos.
No es que 1 000 ovejas en el menú del depredador sean una cantidad despreciable; pero en los Alpes, las caídas, desprendimientos de rocas, rayos, parásitos y enfermedades matan casi cinco veces más ovejas cada año. Este debate también forma parte de la disputa entre adeptos y detractores de los lobos: el veraneo de ovejas en las zonas alpinas de gran altitud es una práctica bastante discutible.
15.3.2024. Menos de un tercio – el 31% – de la población suiza apoya la caza preventiva de lobos. Una parte mucho mayor de la población – 46 por ciento – se opone. Además: cuanto más jóvenes los encuestados, más claro es el rechazo. Entre los menores de 30 años, sólo el 20% está a favor de la caza preventiva. Estos son los resultados de una encuesta realizada por el instituto demoscópico YouGov Suiza (antes Link Marketing Services) a finales de febrero de 2024. Esto también muestra que la mayoría no ha cambiado: En el referéndum de 2020 sobre la Ley de Caza, la mayoría votó en contra de la ley. La controvertida caza preventiva fue la razón más citada para el rechazo. (MUL)
Nota del editor: Este artículo se actualizó el 15 de mayo de 2024. En particular, se han aclarado las cifras de ganado muerto por lobos en 2022 y 2023.
Comentarios
Comentarios :
On pourrait commencer par noter un article écrit par un pro loup qui manque de retenue. Pour mémoire un journaliste se doit de donner la parole à tous les partis concernés et là j'ai comme l'impression que cette règle élémentaire n'a pas été respectée.
Bien des sujets tourne autour du loup, la réintroduction, les hybrides, la protection inefficace, la désertification des campagnes car les jeunes ne veulent plus s'orienter vers le métier qui autrefois était le plus beau métier du monde, la pertinence et validité des informations diffusées, les relations villes/camapagnes, la volonté de certains de développer des parcs protégés au dépend des surfaces agricoles ou d'élevage, la compensation carbone qui est déjà à bout de souffle, la souffrance psychologique des éleveurs reconnue par les régimes de sécurité sociale, l'orientation des budgets agricoles pour faire face aux dégâts du loup, .…
Voici des pistes pour les prochains articles !
Les loups, encore ! Evidemment que la proportion des citadins écolo-bobos penche en faveur de ce prédateur qui décourage les éleveurs. Le Gouvernement se doit de penser à ces éleveurs plutôt qu'aux écolos des villes assis dans leurs fauteuils.
C’est navrant de voir que dans un pays qui a les moyens financiers et scientifiques comme le nôtre que la bêtise et les conflits d’intérêt sont les maîtres du jeu politique! Les grands prédateurs jouent un rôle écologique inestimable qu’aucun chasseur n’est capable d’envisager. Il préserve la forêt et sont un indicateur de la bonne santé de notre biodiversité.
Shameful. Human greed strikes again