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En el álbum “Glisch d`Atun”, nostalgia y ligereza se funden en una música folk sin fronteras. Se trata del primer álbum que, tras largos años de colaboración, han producido juntos Albin Brun y Patricia Draeger. Su música, que combina la armonía sutil y las poderosas tonalidades del acordeón y del schwyzerörgeli [pequeño acordeón diatónico de música folklórica suiza], nos trae de regreso a la patria, al mismo tiempo que evoca los grandes horizontes lejanos. Pese a todo, un concepto como el de “nueva música folclórica” resulta muy insuficiente para designar el estilo de este íntimo y juguetón álbum. En palabras de Albin Brun: “Intentamos crear nuestra propia música folk, que no se circunscribe a un territorio concreto, sino que se desenvuelve en un espacio dominado por el antagonismo entre cercanía y lejanía”.
Albin Brun (schwyzerörgeli, saxofón soprano, duduk) y Patricia Draeger (acordeón) siempre se han inspirado en los más diversos tipos de música, desde música internacional hasta jazz y folk. En varias giras de conciertos por países como Rusia, Egipto, Qatar, Namibia, Corea del Sur, Italia y Austria fueron llenando su mochila musical y ganando competencia y experiencia a través del intercambio con otras culturas. Entretanto tocan en varias bandas, por ejemplo en el grupo Kazalpin, con tres cantantes bielorrusas. Pero los dos tocan y componen además música para proyectos teatrales, documentales y piezas radiofónicas. También trabajaron en cuarteto en la Expo.02, con el Theater Stockdunkel. Como si fuera poco, Draeger también fue miembro de Tien Shan Express, de Heiri Känzig, y ha trabajado con músicos mongoles y egipcios.
Su música reúne elementos de varias partes del mundo, que convergen magistralmente en los orígenes y las experiencias de sus creadores. Las diez composiciones de “Glisch d’Atun” comprenden bellas melodías y temas musicales variados, interpretados con gran virtuosismo. El influjo de la música folk en su estilo va más allá de las peculiaridades alpinas: contiene mucha improvisación, que permite trascender las normas habituales, mientras que en ciertos fragmentos vibran los emotivos acentos del folk junto con los arreglos aéreos del jazz.
Entre Albin Brun y Patricia Draeger existe una total compenetración musical. Juntos alcanzan una muy particular calidad emocional, impregnada de una profunda nostalgia o melancolía que no deja indiferente a nadie.
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