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De niña, la bernesa Agnes Hirschi escapó del holocausto en Hungría gracias a la ayuda del diplomático suizo Carl Lutz, quien posteriormente se casaría con su madre. Hoy, Agnes Hirschi trabaja infatigable para que no se olviden las operaciones de rescate de Lutz durante la época nazi. Su historia ha conmovido a nuestros lectores.
Wolf Staub, Aysén, Chile
Lamentablemente, este tan merecido reconocimiento llega demasiado tarde. Personas como Carl Lutz son los verdaderos héroes de la historia de nuestra nación. Y tal y como se menciona en el artículo, también hubo otros que, tras la guerra, no fueron honrados por Suiza como se merecían. Este es un capítulo oscuro de nuestra historia.
Katharina Hotz, Winterthur
Muchas gracias por este muy informativo artículo. Desde 2017, el memorial de Riehen (Basilea) también dedica una placa a la memoria de Carl Lutz. Este memorial, fundado por iniciativa privada, se creó para que los jóvenes, en especial los suizos y suizas en el extranjero, tomen consciencia de la historia y la actitud de Suiza durante la Segunda Guerra Mundial. revue.link/riehen
Arno Fuchs, Israel
Llevo mucho tiempo preguntándome por qué Suiza necesitó medio siglo para hacer justicia a Carl Lutz y Paul Grüninger (1995), y por qué en ambos casos se aplicaron diferentes raseros. Carl Lutz no fue castigado, mientras que a Paul Grüninger le negaron su pensión de jubilación: le robaron. Hace unos días caí en la cuenta: Carl Lutz no generó costes a la Confederación Helvética, excepto algo de papeleo. Los judíos salvados en Hungría se fueron a Palestina. Por el contrario, Paul Grüninger sí causó costes a Suiza. “Sus” refugiados se quedaron en Suiza y tuvieron que recibir sustento. Y hubo que encontrar dinero para ello. ¡Así de fácil!
Ralph Uno, Argentina
¿Hay alguna razón por la que el Gobierno no haya apreciado el hecho de que Carl Lutz salvara tantas vidas? Si hubo alguna, debería darse a conocer públicamente.
Peter Ochsner, Nairobi, Kenia
“Olvidado”: falta esta palabra en su artículo. Lutz no pidió fama antes de fallecer. Lo que quería era que el mundo no olvidara la mentalidad retorcida de los nazis. No pueden admitirse declaraciones como “Esto fue hace mucho tiempo” o “hay que olvidar y seguir adelante”.
Toni Cavelti, Vancouver OESTE, Canadá
Siempre recibo Panorama Suizo con mucho gusto. El número de marzo me resultó doblemente interesante. Primero, porque ya conocía a la bella Shep-en-Isis por haber pasado mi juventud en San Galo. Nuestro salón de clase estaba justo por encima del sarcófago, y cada año la visita a la biblioteca de la abadía era todo un acontecimiento. ¡Quién habría pensado en aquel entonces que esta sepultura terminaría siendo un motivo de polémica internacional! Segundo, porque, aunque crecí en San Galo, el romanche sigue siendo la lengua que usamos en mi familia. Nuestro “rumantsch” terminó siendo una especie de dialecto propio. Leer y comprender el “verdadero” romanche de hoy me cuesta bastante.
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