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Coronavirus
En Suiza, los enfermeros y enfermeras fueron aplaudidos como héroes durante la pandemia, pero llevan mucho tiempo trabajando al límite de sus capacidades. El Parlamento planea una serie de medidas para mejorar su situación, pero ellos las consideran insuficientes. Ahora le tocará al pueblo decidir sobre la iniciativa “Por una enfermería fuerte”.
Suiza, finales de la primavera de 2021: el número de infectados disminuye, los restaurantes con terraza y los gimnasios vuelven a abrir y la campaña de vacunación avanza; mucha gente está harta de oír hablar de COVID-19. Pero en los hospitales, el personal sanitario sigue luchando por la vida de los pacientes graves. Fue sobre todo la gente joven la que estuvo hospitalizada durante la tercera ola. “Esto volvió a suponer un gran esfuerzo para el personal sanitario”, observa Yvonne Ribi, Secretaria General de la Asociación de Enfermería de Suiza (ASI, por sus siglas en francés).
Durante casi un año y medio, el personal sanitario “rindió al máximo en hospitales y residencias de ancianos”, dice Ribi. Ahora está agotado “física, mental y emocionalmente”. La población recibió su gigantesco esfuerzo con gratitud: en marzo de 2020, la gente aplaudió en los balcones de todo el país. Gracias a este amplio reconocimiento público, las reivindicaciones del personal sanitario, el mayor grupo profesional del sistema sanitario suizo, también recibieron más atención: desde hace años este sector se viene quejando de condiciones de trabajo problemáticas.
Que de media sus sueldos mensuales casi no hayan aumentado desde hace años es sólo una de las críticas. Lo que más agobia a los enfermeros y enfermeras es la presión a la que a diario están sometidos. Ellos mismos reconocen que carecen de tiempo para brindar los debidos cuidados a los pacientes hospitalizados y los residentes de asilos. Está claro que todos los gremios profesionales defienden sus intereses. Los costos de salud en Suiza aumentan, igual que la presión económica sobre las instituciones. Y el sector sanitario, donde el factor humano es determinante, es un sector sensible en materia económica. Si bien es verdad que este sector se encuentra en buena posición en una comparación europea, por ejemplo en cuanto al número de enfermeros y enfermeras por cada mil habitantes, también lo es que sus quejas no carecen de fundamento.
En Suiza falta personal sanitario. Son miles los puestos sin cubrir, y los equipos de trabajo tienen que arreglárselas. Con el envejecimiento de la población y el aumento de enfermedades crónicas, es probable que la situación empeore. Según un informe de expertos, si no se toman medidas correctivas, hasta 2030 faltarán en Suiza 65 000 enfermeros de todos los niveles de formación. Esto se debe a que en la actualidad se forma sólo aproximadamente la mitad del personal sanitario necesario; por eso se contrata mucho personal en el extranjero, que luego hace falta en sus países de origen.
El personal sanitario se siente realizado por su trabajo, pero las exigencias y los turnos consumen sus fuerzas. En Suiza, más del 40% abandona la profesión, muchos cuando son jóvenes, como lo revela un informe del Observatorio de la Salud “Obsan”. Este porcentaje es mayor en la enfermería que en otras profesiones sanitarias. Se espera que la iniciativa “Por una enfermería fuerte”, presentada en 2017, contrarreste esta tendencia. La iniciativa, promovida por la asociación ASI, que logró la mayor movilización de su historia, exige una campaña de formación, la salvaguarda de la calidad de atención gracias a un aumento de personal, condiciones de trabajo justas y una revalorización de la profesión.
La extrema sobrecarga tuvo un grave impacto en la salud del personal sanitario.
Doctora y Consejera de los Estados del PSS por el Tesino
Para el Consejo Federal y el Parlamento, la iniciativa va demasiado lejos. Argumentan que la Constitución no debe incluir normativas propias de gremios específicos. Las condiciones de trabajo son competencia de los cantones y de los interlocutores sociales. Sin embargo, bajo la presión del coronavirus, el Parlamento emitió una contrapropuesta indirecta que incluye parte de las exigencias. La Confederación y los cantones se proponen invertir casi 1?000 millones de francos para formar en Suiza a un mayor número de profesionales de la salud. Además, éstos podrán facturar directamente ciertas prestaciones al seguro médico.
Esto pondría fin a un anacronismo jurídico: aunque en Suiza los profesionales de la salud pueden obtener un título de maestría y asumir importantes responsabilidades profesionales, sus servicios deben ser prescritos por un médico para que el seguro los reembolse. En adelante, sus competencias deberán ampliarse. La mayoría en ambas cámaras del Parlamento coincidió en la necesidad de actuar a nivel político para remediar la falta de personal. Hay indicios de que después de la pandemia habrá mayor deserción en este sector, afirmó la doctora Marina Carobbio, Consejera de los Estados del PSS por el Tesino.
Con la contrapropuesta del Parlamento, los autores de la iniciativa ya han logrado un gran avance. No obstante, antes de las vacaciones de verano decidieron mantener la iniciativa, que se someterá a votación como muy pronto en noviembre. Sus promotores insisten en aquellos puntos sobre los que el Parlamento no se ha pronunciado, sobre todo en cuanto a la mejora de las condiciones laborales. Exigen que se fijen normas vinculantes sobre el número máximo de pacientes a cargo de un enfermero durante cada turno.
¿De qué sirve una campaña de formación si son tantos los que abandonan la profesión?
Secretaria General de la Asociación de Enfermería de Suiza
Debe intervenir la Confederación, exige Ribi, porque también están en juego los mecanismos de financiación del sistema sanitario suizo: los enfermeros y enfermeras no son debidamente remunerados. Las instituciones sanitarias también desean mayores remuneraciones, pero se inclinan más por la contrapropuesta indirecta. Si el pueblo y los cantones aprueban la iniciativa, el proceso parlamentario empezaría desde el principio y las medidas urgentes se retrasarían años: es lo que deploran las asociaciones de hospitales, residencias de ancianos y servicios ambulatorios en un comunicado conjunto.
Si la iniciativa se rechaza en las urnas, entrará en vigor la contrapropuesta, una solución de compromiso que también defiende Lukas Engelberger, Presidente de los directores sanitarios cantonales y miembro del Consejo de Estado de Basilea por el PDC, para quien el número de trabajadores por equipo no puede prescribirse desde arriba; además, los costos podrían dispararse. En todo caso, el personal sanitario suizo cuenta con el apoyo de la población: tiene buenas probabilidades de ser escuchado, en especial por la crisis histórica del coronavirus.
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