Literatura
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En 1982, Lukas Hartmann publicó un libro sobre un viaje a la India que sigue cautivando a los lectores.
Las novelas de Lukas Hartmann suelen desarrollarse en países lejanos. Por ejemplo, Die Seuche [“La peste”] (1992) contrasta la peste medieval en Berna con la historia del ugandés Sam Ssenyonja, enfermo de sida; Die Tochter des Jägers [“La hija del cazador”] (2002) nos lleva a los parajes de caza mayor de Kenia, en los años veinte; en Bis ans Ende der Meere [“Hasta el fin de los mares”] (2009), el pintor John Webber viaja por los mares del Sur; Abschied von Sansibar [“Despedida de Zanzíbar”] (2013) describe la infancia de una princesa de esta isla; y la novela Ein Bild von Lydia [“Una imagen de Lydia”] (2018) se desarrolla esencialmente en Florencia y Roma.
En Mahabalipuram. Als Schweizer in Indien [“Mahabalipuram. Un suizo en la India”] (1982), Hartmann se transporta a un país lejano. Este viaje, que realizó en el invierno de 1980/81, tuvo como destino la India: un país que el autor ya había visitado en el marco de una misión de ayuda humanitaria y al que ahora se enfrenta a título personal, como simple turista: en tren, en autobús, e incluso en bicicleta. A su llegada a Bombay, él y su mujer se hallan inmersos en una muchedumbre que nada tiene que ver con el poético país de los cuentos para niños. De repente, se encuentran ante un “exotismo harapiento” hecho de mendigos tullidos y personas que duermen en plena calle; pierden su propio paso “en el pisoteo de los miles de pies que los rodean” y se van haciendo “poco a poco indistinguibles, rostro entre rostros, en la oscuridad de la noche”.
El lenguaje de Hartmann es capaz de “resistir el embate de lo desconocido”, escribió el Neue Zürcher Zeitung (NZZ), “pero al mismo tiempo lo desconocido impregna todo su lenguaje y en eso reside en gran parte lo fascinante de su obra”.
El diario del viajero persigue un objetivo muy concreto y personal: “El viaje como partida. ¿Hacia lo desconocido? ¿Hacia sí mismo? El afán de romper fronteras (¿interiores? ¿exteriores?). Estar en camino, durante semanas; no tener compromisos (y la dificultad de no contraer compromisos)”.
Esta búsqueda de sí mismo también se relaciona con el hecho de que una parte importante del libro esté dedicada a la lejana Suiza: “Reflexionar sobre Suiza. ¿Precisamente aquí? Justo aquí; aquí dependo de una identidad que pueda nombrarse: es mi segunda piel”.
De este modo, sus vivencias en la ciudad de Trivandrum, situada en el estado de Kerala, donde se encuentran con un inconformista alemán y el químico Dr. Subbarao, además de la pequeña Moli, que siempre anda pegada a ellos, son inseparables de sus reflexiones sobre Suiza: por ejemplo, sobre el primero de agosto y el sentimiento nacional suizo; y antes de visitar el templo de la diosa Meenakshi en Madurai, Hartmann evoca su momento favorito en Suiza, en 1981: nadar en el lago Gerzensee, en las tibias tardes de verano. Su estancia en Broadlands, una posada de Madrás que albergaba anteriormente el harén de un rico nabab, evoca para él la imagen del Mercado Zibelemärit de Berna, donde elefantes mecánicos de colo rojo anaranjado succionan montañas de confeti bajo el lema “Mantened limpia a Suiza”. Sin embargo, en Mahabalipuram, antes del comienzo de una fiesta salvaje, la luna llena se eleva anaranjada y brillante sobre el mar y, “sin ninguna poesía, toma el color del queso, podría ser un camembert...”.
Quizá haya cambiado la percepción de Suiza en los casi cuarenta años que han transcurrido desde la publicación de este cuaderno de viaje; sin embargo, la espontánea visión de una India deslumbrante que cobra vida a través de la curiosidad, la receptividad y la sed de vivir novedosas experiencias que nos contagia un talentoso cronista, no ha perdido nada de su radiante frescura.
“Sin la retrospectiva y la maleabilidad de la escritura, me encontraría indefenso ante el raudal de imágenes y la enorme fascinación por la India. Miedo a ser aniquilado por impresiones repentinas e irreprimibles; miedo a la disolución en lo nunca experimentado. Por ello, debo seguir escribiendo, alineando las palabras a lo largo de las fronteras de lo aún soportable”.
Editorial Arche, Zúrich, 1982.
Bibliografía: La novela “Mahabalipuram” está agotada desde hace años y sólo puede encontrarse en algunas bibliotecas o en librerías de segunda mano.
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