Literatura
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Justo en el siglo en que se cernían las peores amenazas sobre el judaísmo, el escritor ginebrino Edmond Fleg celebró la grandeza y belleza de esta religión. Y fue en un libro destinado a la juventud donde lo hizo con tono más convincente.
“Esta obra será inmortal”, declaró Charles Péguy cuando, en octubre de 1913, llevó a su autor la edición recién impresa de los Cahiers de la Quinzaine, que contenía la primera parte de su ciclo de poemas Écoute, Israël [“Escucha, Israel”]. Esto ocurrió en el domicilio parisino de Edmond Fleg, Quai aux Fleurs 1, en la isla de la Cité. El título del ciclo de poemas se inspiraba en la plegaria básica del judaísmo, compuesta por tres citas de Moisés: “Escucha, Israel, el SEÑOR es nuestro DIOS, el SEÑOR es uno”. Fleg, nacido en 1874 como hijo de un mercader de Ginebra, se había dedicado a pintar la belleza y grandeza del judaísmo en una “Leyenda de los siglos” que abarcaba cuatro milenios, vasta epopeya que alcanzó las 700 páginas una vez terminada, en 1948. Lo hizo —tras una fase de distanciamiento de sus raíces judías— aterrado por el antisemitismo que rodeaba el caso Dreyfus.
Fleg, que vivía en París con su esposa Madeleine Bernheim y sus dos hijos, se enroló como voluntario en la Primera Guerra Mundial. Habiendo tenido cierto éxito como dramaturgo, publicó desde 1928 una serie de biografías muy personales de las grandes figuras judías: Moisés, Salomón, e incluso ¡Jesucristo! Sin embargo, no logró su éxito más duradero con Écoute, Israel, sino con un libro juvenil publicado en 1926: L’enfant prophète [“El niño profeta”], que con su gracioso humor logró reconciliar a miles de jóvenes judíos con su religión.
“Para ser cristiano, hay que creer que Jesús está en la hostia y que él es Dios. Pero, ¿y para ser judío?” A esta pregunta Claude Lévy, protagonista de la novela, no encuentra respuesta, por lo que se acerca con simpatía al catolicismo de su amiga Mariette. ¡Qué horror, lo que hicieron los judíos a Jesús! Pero después descubre el sufrimiento eterno y la persecución de los judíos, y tras el austero culto judío en el que lo inicia el singular rabino Lobmann, tiene una visión profética que le hace descubrir el sueño mesiánico de una humanidad feliz.
Cuando un régimen abiertamente antisemita tomó el poder en Alemania, donde había estudiado, Edmond Fleg presintió el holocausto. En 1939, sus predicciones se cumplieron en gran medida y, en la guerra de Alemania contra Francia, perdió a sus dos hijos: Daniel, el menor, se quitó la vida ahogándose en el Sena por no haber sido llamado a filas para luchar contra Alemania; y Maurice, el mayor, cayó en combate.
“¿Por qué quiere Dios que Israel sea un pueblo de sacerdotes? Para que el mundo cambie, para que el mundo tal y como es pase a ser el mundo como será cuando, tras la llegada del Mesías, reinen la justicia y la paz en la Tierra. Este sueño mesiánico es hoy el sueño de toda la humanidad”.
(Edmond Fleg, durante la sesión de clausura del Congreso Judío Mundial de 1958 en Ginebra)
Y por si fuera poco, el 6 de abril de 1940 también perdió a su único nieto cuando, en una dramática emergencia, los médicos le pidieron que eligiera entre la vida de este o de su nuera.
Sin embargo, Fleg no se dejó desanimar: tras la ocupación de Francia por los nazis, se refugió en la Provenza, donde continuó difundiendo su religión entre los jóvenes judíos. Cuando murió, el 15 de octubre de 1963, era considerado uno de los principales artífices de la reconciliación entre judíos y cristianos. Sin embargo, ocho años después de su muerte el antisemitismo siguió persiguiéndolo: estando listo su legado literario para ser enviado a Israel, con todos los originales y las cartas de Proust, Mauriac, Camus, etc., unos desconocidos penetraron en la vivienda de Quai aux Fleurs y lo robaron; y tan bien lo guardaron o lo destruyeron que jamás se supo de su paradero.
Bibliografía: “Das Prophetenkind” [“El niño profeta”], versión alemana de Giò Waeckerlin-Induni, seguida de una reseña biográfica a cargo de Charles Linsmayer, está disponible en la editorial Th. Gut, Zúrich (volumen 21 de la serie “Reprinted by Huber”). En francés, la novela está disponible en la Collection Blanche de la editorial Gallimard, París.
Comentarios
Comentarios :
The article entitled A MESSIANIC LONGING FOR HUMAN HAPPINESS, however, was not trivial, notwithstanding the journalist's choice. Apparently, the author, Edmond Fleg, writer of “The Boy Prophet” chosen by Charles Linsmayer, suffered terrible personal loss owing to WWII. For years preceding and during this war, among other perversions, unimaginable atrocities and horrors were committed by Nazis and collaborators as a result of maniacal forces, and Judeophobia. Thus, if Fleg has his “central character” unable to answer “what it means to be Jewish”, and “out of sympathy” repeats a maleficent trope of his girlfriend’s Christian faith, this feature serves to perpetuate a provocative and questionable exercise and recommendation.
Even as the question of Why Switzerland?... more than 700 years later can be successfully demonstrated, so might the question, posed by a confused character in a rather obscure book be more than adequately answered, in its moral and ethical dimensions. It is definitely readily accessible from countless reliable sources- today, as ever.
Ruth Heuberger