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Es fundamental seguir el ejemplo de Italia y crear una nueva relación entre el hombre y el animal, especialmente con el lobo. Para acabar con los miedos ancestrales y la aniquilación de los depredadores, que resultan indispensables para el equilibrio de la biodiversidad, se requiere otra forma de pastoreo, con medidas de protección, refugios, organizaciones ganaderas. Fueron necesarios algunos años para lograrlo, pero el reto es de gran alcance. Suiza puede hacer lo mismo, y sobre todo nunca imitar a Francia en su locura destructiva de todo lo viviente.
Suiza devuelve a los animales lo que se les ha arrebatado en los últimos siglos. Es comprensible que los agricultores no se alegren de esta situación, por las pérdidas que les llegan a ocasionar los depredadores. También es justo que la comunidad compense estas pérdidas. Lo que no es comprensible, es exigir una limitación inmediata de la población de depredadores, porque el simple tráfico automovilístico mata anualmente muchísimos más animales salvajes, sin que por ello se solicite una limitación de la circulación vehicular. Pero la entrevista con el biólogo especialista en animales salvajes, Schnidrig, ha dejado patente que la Oficina Federal tiene en su persona a un responsable muy sensato. Sería interesante que nos dijera cuánto ganado muere anualmente por los depredadores y cuántos animales salvajes son atropellados durante el mismo lapso.
He leído con gran interés los comentarios sobre los animales salvajes, ya que aquí, en Australia, también tenemos acalorados debates sobre nuestros carnívoros que, por supuesto, han cambiado con el curso del tiempo como resultado de la evolución, la extinción y la introducción de especies. Los ecosistemas están aún en plena mutación, pues deben adaptarse a la relativamente reciente llegada de zorros y gatos, la eliminación de los dingos y muchas influencias antrópicas. Numerosos carnívoros australianos han sufrido una drástica reducción de su área de distribución y están en peligro de extinción. Sólo su valor intrínseco hace que su conservación sea una prioridad absoluta; pero la salvaguarda de otras especies y procesos ecológicos también puede depender de la conservación de los depredadores. Las actividades humanas y las especies introducidas todavía se dejan sentir en el paisaje australiano, y muchos carnívoros están en peligro de extinción. La manera como evolucionen las cosas dependerá en gran medida de la gestión actual de los animales salvajes. Para mantener o recuperar la funcionalidad de los ecosistemas, los gestores de la fauna silvestre deben tomar en cuenta la importancia ecológica de los depredadores.
Con gran preocupación leí en la última edición de “Panorama Suizo” que ciertos círculos de la UDC siguen pensando en eliminar la doble nacionalidad para los suizos residentes en el extranjero. Yo trabajé durante decenios en varios países extranjeros, para una gran empresa suiza muy orientada hacia la exportación y adquirí la ciudadanía de uno de estos países. Al representar indirectamente los intereses de Suiza en el extranjero, permití que mi país de origen lograra importantes ventajas comerciales. Además, por poseer una segunda vivienda en Suiza pago impuestos, incluso impuestos federales directos. Me pregunto lo que los Sres. Reimann, Brunner y compañía encuentran tan repelente en la doble nacionalidad para los suizos residentes en el extranjero como para querer eliminarla. ¿Qué han hecho en concreto estos señores para fomentar la exportación de productos suizos al extranjero, o el turismo que llega a Suiza, que es cada vez más importante? Y me pregunto: ¿qué podemos haberles hecho, yo y mis colegas suizos, a estos políticos cerrados al mundo, para que quieran quitarnos nuestra doble ciudadanía? En mi opinión, esto constituiría un paso inadecuado e innecesario hacia un mayor ostracismo de Suiza frente al resto del mundo.
Sorprendidísimo leo en un artículo de la edición de noviembre que ciertos parlamentarios promueven seriamente la eliminación de la doble ciudadanía. Esta pretensión va acompañada de una sospecha general hacia los ciudadanos con doble nacionalidad, quienes tendrían problemas de lealtad frente a Suiza como país empleador. Tales declaraciones me escandalizan y me pregunto si se piensa eliminar también a la Guardia Suiza del Vaticano: ¿qué tanta lealtad pueden tener estos suizos hacia un empleador argentino? A todos esos parlamentarios que promueven la eliminación de la doble ciudadanía, les recomiendo que amplíen algo su visión del mundo antes de atreverse a lanzar proyectos de ley como éste en Suiza. Esta pretensión raya para mí en la indecencia y pone una vez más de manifiesto la doble moral de algunos líderes suizos.
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