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Gracias por este impresionante artículo. Hasta la fecha admiro el coraje y el compromiso de Hanna Sahlfeld. Su esposo también se merece todo mi respeto. Seguí personalmente la discusión en torno al voto femenino, cuando, de joven, vivía en Zúrich. En mi familia, el problema se marginaba o era objeto de burla.
Es justo que las mujeres hayan obtenido el derecho de voto, algo que con el paso del tiempo se ha vuelto normal; pero tampoco es necesario sacar a relucir el tema, con el único afán de confundir a los honestos ciudadanos.
En Suiza, aunque la igualdad de derechos todavía no es sinónimo de “igualdad”, la lucha de Hanna Sahlfeld y sus compañeras allanó el camino. Sin embargo, ¿por qué recibo como mujer menos pensión SVS (Seguro de Vejez y Supervivencia) que un hombre? Yo también pagué siempre mis contribuciones. Junto con mi esposo, a quien menciono explícitamente aquí, crie hijos y los eduqué como honrados ciudadanos suizos, que también pagan sus impuestos y el SVS. Si la edad de jubilación de las mujeres se eleva a 65 años o más, una mujer debe recibir el mismo importe del seguro SVS que un hombre, incluso en forma retroactiva en caso de que le corresponda. La aportación de las mujeres no es tan solo financiera: ¡sin las madres, no estaría asegurado el futuro del país!
No conceder a las mujeres exactamente los mismos derechos cívicos que a los hombres siempre ha sido injustificable en la historia de la humanidad. Las injusticias para beneficio de algunos han sido y son deliberadas; han perseguido y hasta la fecha continúan persiguiendo intereses egoístas muy reales.
Quizás esté totalmente equivocado, pero, ¿no sería posible evacuar a los habitantes de Mitholz durante una semana? ¿Ofreciéndoles, por ejemplo, unas breves vacaciones? Esto permitiría al ejército entrar en el búnker y cablearlo todo para la detonación. A continuación, se retiraría a unos 10 km de distancia y contemplaría los fuegos artificiales. De esta manera, todo volaría por los aires, o quizá solo una parte; pero se podría reconstruir. Ésta sería, en mi opinión, la solución más económica y rápida para deshacerse de un enorme problema.
Betty Bossi nunca puede faltar en mi cocina londinense: gracias a ella tengo la sensación de estar todos los días en mi tierra. Mi esposo, que es británico, a veces se burla de su nombre, que en inglés significa “mandona”. En inglés, ser bossy tiene una connotación negativa. Aun así, con el paso de los años, Betty Bossi también ha conquistado su corazón. Viva Betty, aunque de vez en cuando sea bossy.
Guardo hermosos recuerdos de mi madre leyendo los periódicos de Betty Bossi en Zúrich. Para su época, era una audaz cocinera, a la que le gustaban los nuevos desafíos. Desde que vivo en Australia he perdido el contacto con mi vieja amiga Betty. Aquí tenemos nuestros propios héroes culinarios, pero sigo preparando el bizcocho húmedo de limón, e incluso he logrado convencer a varios excelentes reposteros para que elaboren esta receta, que es ahora su preferida. Gracias por este magnífico artículo.
¿Cómo? ¿Betty Bossi no existe? ¿Al igual que Guillermo Tell? ¡Qué desilusión! Pero, bromas aparte, desde hace cuatro generaciones preparamos, año tras año, nuestros pasteles navideños en familia, según las recetas de Betty B. Un vínculo gourmet con Suiza.
En el artículo “La inmortal influencer” de Panorama 1/2021, es incorrecta la cifra que se indica para los ingresos netos de Betty Bossi AG en 2019: en lugar de “89 millones de francos”, debe leerse “81 millones de francos”.
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