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Se trata de una iniciativa valiente y bienvenida, en un mundo en el que se cierran las fronteras. Cumplir con la ley supone mucho más que pagar impuestos. Reconocer los abusos por parte de algunos empleadores y condenarlos es un proceso lógico. Por lo que respecta al argumento «El trabajo para los ginebrinos», me resulta difícil imaginar que éstos acepten empleos donde ganen menos que el subsidio de desempleo. Las condiciones para conseguir este permiso están claramente establecidas y la duración de un año permite el seguimiento y la reevaluación de cada caso particular. Abran su mente, abran su corazón y tendrán una vida mejor. ¡Bravo, la esclavitud no tiene cabida en una sociedad moderna!
Deben haber transcurrido ya unos sesenta años desde que observé con asombro el panorama Bourbaki. Es una pena que no se preste mucha atención a estos cuadros gigantes.
Calificar los cuadros panorámicos de “primer medio de comunicación masiva”, como lo hace el autor de este artículo, se queda algo corto. ¿Y qué cabe decir entonces de los Sacri Monti, en el norte de Italia, como el de Varallo en la Valsesia? Entre el Renacimiento y el Barroco, artistas como Gaudenzio Ferrari crearon una amalgama de sensaciones combinando la topografía, la arquitectura, la escultura y la pintura, para fungir como instrumento multimedia de propaganda masiva al servicio de la Contrarreforma.
Viví fuera de Suiza desde los cinco años, volví a Suiza a los 21, trabajé allí durante seis meses y después me marché a Estados Unidos. ¿Qué pasaría si quisiera volver a Suiza a los 65 años y mi pensión de Estados Unidos no fuera suficiente para sobrevivir en Suiza? ¿Prevé el gobierno alguna solución para tales casos? En caso de que no, esto implicaría que las personas en mi situación nunca podríamos regresar, porque la vida en Suiza es demasiado cara. Llevo tiempo queriendo pagar un AHV desde el extranjero, pero nunca he recibido respuesta por parte del AHV.
¡Soy europea! Mi madre era suiza, mi padre italiano, mi esposo es alemán y nuestros hijos tienen la doble nacionalidad. Hablo seis idiomas europeos y tengo familiares en Inglaterra, amigos en Francia y conocidos en Letonia. Estoy convencida de que tenemos que aprender a pensar, vivir y actuar como europeos, sin olvidar los valores y principios de nuestros países de origen. Podemos beneficiarnos tanto unos a otros si dejamos de mirarnos el ombligo. Cabe reconocerlo: ser multicultural no es fácil, requiere mucha empatía y paciencia, necesita argumentos convincentes, constancia y buena voluntad para aceptar el compromiso. Nada puede imponerse a la fuerza ni solucionarse de una vez por todas. Sin embargo, la multiculturalidad significa riqueza y potencial y es por tanto una premisa para un sano desarrollo.
Llevo más de nueve años viviendo en Colombia. Por supuesto, hablo perfectamente español, e incluso llego a diferenciar los distintos acentos locales. Con frecuencia me preguntan si no me gustaría hacerme colombiano; pero, sinceramente, no le veo muchas ventajas, salvo la de tener derecho de voto en un país en el que la política está carcomida por una corrupción endémica. No, gracias. Y menos aún teniendo en cuenta que mi pasaporte suizo me brinda muchas ventajas, especialmente para viajar al extranjero. Me doy cuenta de que los ciudadanos suizos, en general, estamos bien vistos en casi todas partes y, por tanto, no siento necesidad alguna de adquirir otra nacionalidad, por más que aprecie a mi país de adopción.
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